Obama se vuelca en la pol¨ªtica exterior
El presidente logra un respiro tras los logros de su gira por Asia y Ocean¨ªa
Como otros presidentes antes que ¨¦l, Barack Obama aprovechar¨¢ los dos ¨²ltimos a?os en la Casa Blanca para volcarse en la pol¨ªtica exterior. Tras meses en que la primera potencia fue a remolque de crisis imprevistas en Europa y Oriente Pr¨®ximo, Obama intenta retomar su agenda. La relaci¨®n con China, los acuerdos comerciales y medioambientales y la posibilidad de un pacto nuclear con Ir¨¢n pueden definir su legado.
La derrota del Partido Dem¨®crata de Obama en las elecciones legislativas del 4 de noviembre abri¨® un nuevo cap¨ªtulo en la presidencia de Obama. Le quedan dos a?os en la Casa Blanca. Tiempo para preocuparse por el legado: el lugar que ocupar¨¢ en los libros de historia, la obsesi¨®n de todos los presidentes de Estados Unidos cuando se acerca el d¨ªa de abandonar el poder.
En la pol¨ªtica interna, la prioridad de Obama es consolidar los logros de los primeros a?os ¡ªla reforma sanitaria y la recuperaci¨®n econ¨®mica¡ª y ampliarlos, por ejemplo, con medidas para regularizar temporalmente a millones de inmigrantes indocumentados. Pero afronta un problema: tras la victoria en las legislativas, el Partido Republicano controla el Senado, adem¨¢s de la C¨¢mara de Representantes. El margen para actuar sin el acuerdo del Congreso es escaso. La pol¨ªtica exterior es distinta. Permite a los presidentes una mayor libertad de acci¨®n. A fin de cuentas ¨¦l es el comandante en jefe de los ej¨¦rcitos, el hombre que tiene en sus manos ir o no a la guerra o apretar el bot¨®n nuclear.
La Casa Blanca afronta ahora la dif¨ªcil negociaci¨®n nuclear con Ir¨¢n
Los ¨²ltimos a?os de la presidencia suelen ser de par¨¢lisis en el frente interno pero raramente lo son en la pol¨ªtica exterior. Ronald Reagan firm¨® acuerdos de reducci¨®n de armamento con la URSS y contribuy¨® a crear las condiciones para la ca¨ªda del comunismo. Bill Clinton lanz¨® la guerra de Kosovo. George W. Bush orden¨® el aumento de tropas en Irak que estabilizaron el pa¨ªs durante unos a?os.
La gira por Asia y el Pac¨ªfico, programada despu¨¦s de las elecciones legislativas, ha ofrecido a Obama un respiro. En Washington era el l¨ªder humillado por la victoria republicana. En Asia, pese a los titubeos en la pol¨ªtica exterior norteamericana, conserva algo del aura que en su pa¨ªs perdi¨® hace tiempo.
¡°Dir¨ªa que ha sido una semana bastante buena¡±, dijo ayer en Brisbane (Australia), ¨²ltima etapa de la gira. Si en la pol¨ªtica interior el objetivo es consolidar el legado, en la pol¨ªtica exterior es reconstruir el proyecto con el que Obama lleg¨® a la Casa Blanca en 2009, retomar los hilos perdidos en los a?os de las revueltas ¨¢rabes y la inestabilidad en Oriente Pr¨®ximo.
Uno de estos hilos es el llamado giro a Asia, una estrategia que responde a la convicci¨®n de que es all¨ª, y no en Europa ni en Oriente Pr¨®ximo, donde est¨¢ en juego la hegemon¨ªa de Estados Unidos. El pivote a Asia deb¨ªa permitir afronta la realidad de una China ascendente en los mercados mundiales y m¨¢s agresiva en su zona de influencia en el Pac¨ªfico.
¡°El reequilibrio hacia Asia est¨¢ vivo y sano. A veces ha desaparecido de los titulares, pero no ha escapado en ning¨²n momento del radar del presidente ni de los encargados de dise?ar la pol¨ªtica norteamericana¡±, responde Jeremy Bash, director de la consultora Beacon Strategies y exjefe de gabinete de Leon Panetta, secretario de Defensa entre 2011 y 2013. Bash hablaba tras participar hace unos d¨ªas en un coloquio en Centro de Estudios Internacionales y Estrat¨¦gicos, un laboratorio de ideas de Washington, sobre la pol¨ªtica exterior a partir de 2017, cuando llegue a la Casa Blanca el sucesor de Obama. Kori Schake, que en 2008 asesor¨® al candidato presidencial republicano John McCain, dijo que, si Estados Unidos tiene una ¡°gran estrategia¡± desde el final de la Guerra Fr¨ªa, una estrategia compartida por los cuatro presidentes desde entonces, esta consiste en garantizar que existe una China pr¨®spera y democr¨¢tica.
El jefe de Estado tiene m¨¢s margen para actuar fuera que en su pa¨ªs
Esta semana, Obama ha logrado un acuerdo ambicioso con China para reducir las emisiones que provocan el cambio clim¨¢tico, adem¨¢s de acuerdos comerciales con la propia China y con India. En las cumbres en China y Australia, el presidente de EE UU ha preferido hablar del ¨¦bola o del calentamiento del planeta que exhibir, como otros l¨ªderes occidentales, el enfrentamiento con el presidente ruso, Vlad¨ªmir Putin, o agitar una ret¨®rica agresiva frente a China.
El giro a Asia es tambi¨¦n un intento de romper con m¨¢s de una d¨¦cada en que la pol¨ªtica exterior se ha confundido con la pol¨ªtica de defensa. Diplomacia y guerra ¡ªcontra el terrorismo, contra los talibanes, contra Sadam Hussein¡ª parec¨ªan sin¨®nimos. Esto no ha acabado, como demuestra la intervenci¨®n contra el Estado Isl¨¢mico en Irak y Siria. Pero los acuerdos en Asia sobre comercio o cambio clim¨¢tico representan la apoteosis del llamado poder blando (soft power) o inteligente, m¨¢s acorde con el talante que llev¨® a Obama a la victoria en 2008: la idea de que las bombas no siempre son el mejor medio para defender los intereses de EE UU.
Otro argumento del Obama de 2008 regresa ahora: el que defend¨ªa romper el tab¨² de hablar con los enemigos. Se escucha el argumento en las voces que piden un acercamiento a Cuba. Pero sobre todo se refleja en las negociaciones para frenar el programa nuclear de Ir¨¢n.
La fecha l¨ªmite es el 24 de noviembre, aunque las negociaciones podr¨ªan prolongarse. Un acuerdo que, adem¨¢s de alejar a Ir¨¢n de la bomba at¨®mica, facilitar¨ªa normalizar las relaciones entre EE UU y Teher¨¢n, rotas desde la revoluci¨®n de 1979 y redefinir¨ªa los equilibrios de poder en Oriente Pr¨®ximo. El ¨¦xito del proceso, todav¨ªa incierto, se compara ya con la reconciliaci¨®n del presidente Richard Nixon con China en 1972.
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