El secuestro dispara la polarizaci¨®n
Una negociaci¨®n en marcha sin alto el fuego genera fuerte divisi¨®n ciudadana
El di¨¢logo de paz entre las FARC y el Gobierno colombiano ha sido, desde el principio, un material inflamable que suscita una enorme divisi¨®n en el pa¨ªs. El secuestro del general Rub¨¦n Dar¨ªo Alzate y sus acompa?antes llega cuando la agenda de negociaci¨®n de La Habana afrontaba los temas m¨¢s complicados y que m¨¢s crispan en la calle, por ejemplo qu¨¦ justicia recibir¨¢n las v¨ªctimas ¡ªy, por tanto, si los guerrilleros acusados de delitos graves ir¨¢n a prisi¨®n¡ª o c¨®mo ser¨¢ el desarme y la reintegraci¨®n en la vida civil de los desmovilizados. Ocurre cuando los militares est¨¢n inquietos por su futuro como instituci¨®n despu¨¦s de una guerra que ha durado cinco d¨¦cadas. Y ocurre cuando el anterior presidente, ?lvaro Uribe, atiza la hoguera de los miedos y las leg¨ªtimas dudas de muchos ciudadanos sobre el proceso.
Horas despu¨¦s del secuestro, el ahora senador Uribe, l¨ªder de la oposici¨®n con su Partido de Centro Democr¨¢tico, denunci¨® en un comunicado que ¡°los miembros de las Fuerzas Armadas no deber¨ªan seguir siendo igualados con el terrorismo¡±. Lo public¨® en su cuenta de Twitter, una poderosa plataforma con 3,3 millones de seguidores desde donde lanza dardos cada d¨ªa, implacable, contra Santos ¡ªal que acusa de haber vendido el pa¨ªs al castrochavismo¡ª y el proceso de paz. Este lunes, por ejemplo, dijo en un tuit: ¡°Santos ha permitido que las FARC se sientan en igualdad con las Fuerzas Armadas, por eso los terroristas secuestran y dicen que es detenci¨®n¡±. En otro aseguraba que hay ¡°639 soldados y polic¨ªas asesinados por terroristas FARC durante di¨¢logo con Santos¡±.
Hay muchos o¨ªdos para estos mensajes, y el secuestro del general Alzate da ox¨ªgeno a los que creen que no hay nada que negociar con la guerrilla. Una encuesta de octubre de la firma Cifras y Conceptos refleja que solo el 39% de los ciudadanos conf¨ªa en que las negociaciones concluyan con ¨¦xito, y que la gran mayor¨ªa rechaza que los guerrilleros puedan no ir a prisi¨®n (85%). El gran descr¨¦dito de las FARC y el odio que causan sus cr¨ªmenes, en particular el secuestro ¡ªque se comprometieron a no practicar¡ª, contribuyen a la polarizaci¨®n. El recuerdo de los secuestrados durante a?os en la selva, en condiciones penosas, est¨¢ muy presente en un pa¨ªs donde hay seis millones de desplazados y donde han muerto 220.000 personas por el conflicto.
El secuestro de un general impacta de lleno en el Ej¨¦rcito, una instituci¨®n inquieta por cu¨¢l ser¨¢ su misi¨®n si sale adelante el proceso de paz y por qu¨¦ penas tendr¨¢n que cumplir sus miembros acusados de delitos cometidos a causa del conflicto. Santos les ha garantizado que gozar¨¢n de beneficios penales si se firma la paz, al tiempo que se debate en el Senado si los casos de ejecuciones extrajudiciales, los llamados falsos positivos ¡ªciviles asesinados y presentados como guerrilleros ca¨ªdos en combate¡ª se transfieren a la justicia castrense. Hay m¨¢s de 4.000 militares investigados por este motivo, y organizaciones de derechos humanos como Human Rights Watch temen que si los juzgan los tribunales militares se abra una v¨ªa de impunidad.
En este proceso de paz se negocia sin que haya alto el fuego. Esa condici¨®n la marc¨® el Gobierno para evitar que las FARC empleen el di¨¢logo para rearmarse como hicieron en el anterior intento frustrado, las conversaciones de El Cagu¨¢n (1999-2002). ¡°Es dif¨ªcil explicarle a la gente que uno est¨¢ negociando la paz en La Habana y se est¨¢ matando aqu¨ª en Colombia¡±, reconoc¨ªa el presidente Juan Manuel Santos en una entrevista con este diario en junio, tras su reelecci¨®n. Ahora esa presi¨®n ha aumentado, y el primero en hacerlo saber ha sido Uribe, que dijo este lunes: ¡°La comunidad internacional, que tanto ha apoyado los di¨¢logos con las FARC, deber¨ªa exigir a esta agrupaci¨®n terrorista el cese unilateral de actividades criminales¡±. Pese a la divisi¨®n que generan estas cuestiones, se ha avanzado en tres de los seis puntos de la negociaci¨®n. Si se reanuda, queda ahora lo m¨¢s complicado. Y con la hoguera en plena combusti¨®n.
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