T¨²nez celebra comicios presidenciales sin la participaci¨®n de los islamistas
Ghanuchi y su partido Ennahda buscan evitar una contrarrevoluci¨®n con todo el poder para Nid¨¢ Tunis
La experiencia tunecina sigue siendo una start-up para las pruebas democr¨¢ticas en los pa¨ªses ¨¢rabes del Magreb. Por sus pasos adelante sin freno, constituci¨®n y elecciones generales y presidenciales plenamente libres y ejemplares en lo que va de a?o, y tambi¨¦n por el comportamiento de su principal partido islamista. Ennahda, despu¨¦s de haber dominado el poder en primer plano y en la sombra desde la ca¨ªda del dictador Ben Ali en 2011, ahora renuncia a presentarse a esos comicios presidenciales de ma?ana, la primera cita abierta con las urnas para ese cargo en el pa¨ªs y en toda la regi¨®n. Adem¨¢s se ofrecen para un ¡°gobierno de unidad¡± que evite la acumulaci¨®n del poder en manos de un solo partido, los laicos y conservadores de Nid¨¢ Tunis, temidos como los representantes del antiguo r¨¦gimen y de la contrarrevoluci¨®n.
La actitud de los islamistas de Ennahda en T¨²nez en estos momentos no tiene una explicaci¨®n sencilla ni abierta pero responde a objetivos de m¨¢s largo alcance. Su l¨ªder hist¨®rico, Rachid Ghanuchi, ha negado estos d¨ªas que tanto la retirada de su partido en esta competici¨®n ahora por las presidenciales del domingo como su ofrecimiento para gobernar en coalici¨®n obedezca a ¡°c¨¢lculos pol¨ªticos¡± o estrategias. Sostiene que es una ¡°decisi¨®n pol¨ªtica¡± para este momento.
Ennahda perdi¨® claramente las primeras elecciones generales totalmente democr¨¢ticas organizadas el pasado 26 de octubre (baj¨® de 89 diputados en las constituyentes de 2011 a 69), acept¨® r¨¢pida y normalmente esa derrota, felicit¨® al adversario (Nid¨¢ Tunis tuvo 86 de 217 esca?os), convoc¨® el Consejo de la Shura y opt¨® por no presentar candidato oficial a las presidenciales de ma?ana, que tendr¨ªan una segunda vuelta el 28 de diciembre si no se logra una mayor¨ªa absoluta. Nadie les crey¨® pero p¨²blicamente no se han decantado por ninguna figura, aunque sus militantes y cuadros acuden fluidamente a los m¨ªtines de campa?a de uno de los dos grandes aspirantes en la disputa: Moncef Marzuki, cuyo lema es tambi¨¦n plantear la ¨²ltima batalla al intento de retorno del antiguo r¨¦gimen.
El portavoz de Ennahda, Zied Laadhari, insisti¨® esta semana en esa idea de un ofrecimiento ¡°de gobierno de unidad y consenso, con un programa convincente, para un periodo transitorio¡±. Tambi¨¦n agreg¨® otra m¨¢xima que ha repetido Ghanuchi durante semanas y meses: ¡°Ennahda est¨¢ dispuesta a estar en la oposici¨®n de una manera positiva y responsable que garantice los logros de la revoluci¨®n¡±. Es un asunci¨®n tranquila e inteligente de la derrota cosechada en las urnas el pasado 26 de noviembre pero tambi¨¦n un aviso.
Ghanuchi y Ennahda tienen muy presente siempre todo lo que ha pasado en T¨²nez en los ¨²ltimos a?os, desde los reg¨ªmenes autoritarios de Habib Burguiba y Ben Ali, como lo que sucedi¨® sobre todo en Egipto tras las revueltas de la primavera ¨¢rabe. Ghanuchi lo ha explicado en privado y en conferencias en p¨²blico por todo el mundo durante el ¨²ltimo a?o, desde que Ennahda se vio forzado a dejar el gobierno tripartito e interino montado tras el derrocamiento de Ali. Su idea es que no hay un solo modelo de sistemas democr¨¢ticos, exportados por occidente, pero tambi¨¦n que T¨²nez no puede cometer los errores de los Hermanos Musulmanes en Egipto tras la primera victoria electoral de Ahmed Shafiq y luego tras la destituci¨®n del presidente islamista Mohamed Morsi en 2013 y la represi¨®n posterior.
¡°No se pueden comparar los pa¨ªses pero si T¨²nez est¨¢ como est¨¢ ahora es en parte porque aprendi¨® de la situaci¨®n confusa que se cre¨® en Egipto y eso vacun¨® y reforz¨® las tesis de Ghanuchi a favor de la prudencia¡±, sostiene Sarah Ben Nefissa, investigadora del Instituto de la Investigaci¨®n por el Desarrollo (IRD) de El Cairo.
El analista tunecino Mahmud Sadeeq lo interpreta tambi¨¦n como una lecci¨®n que Ghanuchi aprendi¨® de la historia en Egipto y del tipo de sociedad civil tunecina, ¡°que no es islamista por naturaleza¡±, y est¨¢ m¨¢s estructurada, presiona m¨¢s y est¨¢ m¨¢s influida por los medios, las redes sociales y el valor pujante del dinero. El dirigente islamista no lo admite pero los observadores entienden que Ghanuchi est¨¢ jugando un partido ¡°m¨¢s inteligente y maduro¡± en varias fases. Sadeeq lo teoriza: ¡°Este hombre se ha dado cuenta de que puede perder en la primera mitad del encuentro pero ¨¦l ha arreglado sus cartas, organizado sus filas, completado su preparaci¨®n y esta actuaci¨®n requiere paciencia. Porque para que una transici¨®n cale en la gente se requiere de dos o tres ciclos electorales, al menos, para que una naci¨®n crezca y se asiente democr¨¢ticamente¡±.
El tiempo dir¨¢ si Ennahda aguanta y cubre esos plazos desde la oposici¨®n o dentro de un gobierno de concentraci¨®n nacional. Tambi¨¦n est¨¢ por ver la actitud de los dem¨¢s partidos, si se prestan, y especialmente de Nid¨¢ Tunis (La Llamada por T¨²nez), la formaci¨®n laica, conservadora y liberal aglutinada hace apenas dos a?os por el hist¨®rico Beyi Caid Essebsi, claro favorito para la cita de ma?ana, que tiene ya 88 a?os, y que venci¨® claramente el 26 de octubre.
El ¨¦xito de Essebsi y Nid¨¢ Tunis, donde hay dirigentes pol¨ªticos, sindicalistas e intelectuales de derechas, de centro y hasta de izquierdas, veteranos y j¨®venes, procedentes del antiguo r¨¦gimen y exiliados, se bas¨® precisamente en su rechazo visceral al islamismo. Ahora podr¨ªa acaparar todo el poder, en el Parlamento, en el futuro nuevo Gobierno y hasta en la presidencia de la Rep¨²blica, y que cale ese temor es su principal problema.
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