¡°No hace falta ser de ultraderecha para votar al FN¡±
El partido convierte a H¨¦nin-Beaumont en el escaparate de su forma de gobernar
Hace dos a?os, cuando EL PA?S visit¨® H¨¦nin-Beaumont, era dif¨ªcil encontrar ciudadanos que admitieran ser simpatizantes del Frente Nacional. Ahora es tarea sencilla. ¡°Por supuesto que he votado al FN y estoy muy contento. Les vot¨¦ en las municipales y en las europeas. No es necesario ser de extrema derecha para hacerlo¡±, explica Laurent Dasaville, un empleado de la industria de H¨¦nin-Beaumont, un pueblo norte?o de 26.000 habitantes pr¨®ximo a Lille. Esta es la ciudad escaparate del FN, la ¨²nica que la formaci¨®n ultraderechista gan¨® en la primera ronda de las municipales de marzo, con el 50,26% de los votos. Su nuevo alcalde, Steeve Briois, es un hombre fuerte en la ejecutiva del partido. En el ¨¦xito de su gesti¨®n conf¨ªan sus correligionarios para mostrar al mundo lo que el FN es capaz de hacer a nivel municipal gracias al voto del desaliento de una cuenca minera en declive castigada por el paro.
El Frente Nacional gobierna desde marzo en una decena de municipios franceses. Despu¨¦s de Fr¨¦jus (al sur, 52.300 habitantes), H¨¦nin-Beaumont es el n¨²cleo urbano m¨¢s importante. ¡°Claro que las cosas han cambiado¡±, cuenta desde el mostrador de su c¨¦ntrica florister¨ªa Christine Vervaeke; ¡°en el Ayuntamiento est¨¢n m¨¢s a la escucha¡±. Vervaeke cuenta que el nuevo alcalde es un hombre accesible, que pasea por las calles del pueblo, al que algunos llaman por su nombre de pila, y est¨¢ atento a los problemas de la gente, como la ola de robos sufrida este verano en un barrio de la ciudad.
H¨¦nin-Beaumont, como apuntan muchos vecinos, languidece. El cierre de las minas a finales de los a?os setenta dispar¨® el desempleo, que ahora, con la crisis, se sit¨²a en el 19%, muy por encima de la media nacional (10,5%). Demasiados comercios cerrados y escasa afluencia de p¨²blico a los bares y brasseries. Ocho meses es poco tiempo para valorar la gesti¨®n de Briois, dicen incluso sus cr¨ªticos, pero algunos cambios ya se han producido. Han desaparecido las banderas europeas de la fachada del Ayuntamiento, se ha reducido en un 10% la tasa municipal de la vivienda (un peque?o ahorro de 40 euros al a?o seg¨²n Vervaeke) y se ha intensificado la limpieza y el cuidado general de la ciudad. ¡°S¨ª, s¨ª, ahora se ocupan mucho de las plantas¡±, ironiza Mar¨ªa Francisca Gonz¨¢lez, de 55 a?os, hija de espa?oles y de la izquierda radical, que regenta una hamburgueser¨ªa.
El regidor intent¨® expulsar a los mendigos y cerr¨® el local de la Liga de Derechos Humanos
En la mayor limpieza del pueblo hay una cierta unanimidad. Un peque?o paseo basta para constatar que la basura no se acumula y que los funcionarios trabajan hasta tarde disponiendo plantas o adornando la fachada del Ayuntamiento de cara a la Navidad. ¡°Briois es el hombre ideal¡±, comenta tambi¨¦n con iron¨ªa Marine Tondelier, concejal de Los Verdes. ¡°Sale bien en las fotos. Sonr¨ªe, es agradable con todos. Juega el papel de alcalde perfecto. En esto no puedo criticarle. Lo que critico es que el FN no tenga una ideolog¨ªa clara. Aqu¨ª en H¨¦nin-Beaumont juegan a ser socialistas, mientras que en el sur son m¨¢s de derechas, m¨¢s provocadores¡±. ¡°Se saben vigilados y procuran hacer una buena gesti¨®n¡±, abunda Alain Privot, presidente de la Liga de Derechos Humanos (LDH) de la provincia Paso de Calais, ¡°pero no han tardado en mostrar su verdadero rostro¡±.
Briois ha cerrado el local de la LDH, propiedad del Ayuntamiento, e intent¨® echar a los mendigos con un bando que un tribunal de Lille le ha obligado a derogar. Ahora, la LDH se ha refugiado en localidades vecinas a la espera de poder volver al pueblo.
En la plaza, junto a la iglesia de San Mart¨ªn, unas ni?as rumanas juegan entre los coches del aparcamiento p¨²blico. ¡°Aqu¨ª la escolaridad es obligatoria, pero estos ni?os no van al colegio¡±, explica con disgusto un ciudadano que prefiere no aportar su identidad. El bando municipal de Briois sirvi¨® para que la polic¨ªa se llevara a una ni?a rumana. ¡°Pretenden esconder a los pobres¡±, critica Mar¨ªa Francisca Gonz¨¢lez. La ni?a volvi¨® y Mariana, una rumana de 34 a?os madre de seis hijos que vive en una caravana a las afueras del pueblo, asegura que nunca ha tenido problemas con la polic¨ªa. ¡°La vida es muy dura aqu¨ª. No hay trabajo ni para la chatarra¡±, dice.
H¨¦nin-Beaumont se prepara para la Navidad. Seg¨²n Laurent Dasaville, gracias al FN la ciudad est¨¢ m¨¢s animada y para estas fechas se va a instalar una pista de hielo en la plaza central. Ni Briois ni ninguno de sus concejales ha hablado con EL PA?S a pesar de la insistencia de este peri¨®dico. Su forma de gobernar sigue los dictados del FN: reducci¨®n de impuestos, rechazo al extranjero y gesti¨®n minuciosa del dinero p¨²blico en contra de las corruptelas. ¡°El FN es un gran manipulador. Hacen creer que con ellos todo va mejor¡±, dice el concejal socialista Marcel Germe. ¡°En realidad, si pueden bajar los impuestos y aumentar la inversi¨®n es porque les hemos dejado una situaci¨®n financiera muy saneada. Si hubi¨¦ramos ganado las elecciones hubi¨¦ramos hecho lo mismo¡±.
El mejor regalo que los socialistas de H¨¦nin-Beaumont han hecho, sin embargo, al FN es de otro calibre. El esc¨¢ndalo protagonizado por el alcalde socialista G¨¦rard Dalongeville, condenado por desv¨ªo de fondos p¨²blicos y apartado del cargo en 2009, es un asunto que ha anidado en la indignaci¨®n de muchos ciudadanos. En este terreno, esta ciudad es tambi¨¦n un buen ejemplo del proceso pol¨ªtico franc¨¦s. La ciudad escaparate del FN tuvo tras la guerra un alcalde comunista y despu¨¦s ha gobernado tradicionalmente el Partido Socialista. Hasta este mes de marzo. Lo in¨¦dito, como explica Nicolas Bay, uno de los m¨¢ximos dirigentes del FN, ¡°es el fen¨®meno de los vasos comunicantes directos PS-FN¡±. ¡°Lo mismo puede ocurrir a nivel nacional, con un Hollande que no cumple sus promesas¡±, sentencia el ciudadano Dassaville, ¡°y da prioridad al matrimonio homosexual en vez de al empleo¡±.
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