Una ola de violencia entre narcos sacude a Costa Rica
Las bandas luchan por controlar el mercado de droga en el centro del pa¨ªs
Las zonas m¨¢s pobladas del centro de Costa Rica se han convertido en los ¨²ltimos tres meses en un campo de batalla en el que las bandas de narcotraficantes luchan por el poder. La ola de violencia ha desatado todos los temores de la poblaci¨®n en un pa¨ªs sin Ej¨¦rcito. Las autoridades policiales admiten el aumento de los asesinatos, salpicados algunos con un alto grado de crueldad: a mediados de noviembre estaban registrados oficialmente 375 homicidios, una cifra que amenaza con superar el registro macabro de 2013, con 411. Costa Rica hab¨ªa logrado estabilizar en los dos ¨²ltimos a?os la tasa de homicidios en menos de nueve por cada 100.000 habitantes, pero la espiral actual apunta a superar estas cifras.
La oleada sanguinaria se concentra en el cant¨®n de Desamparados, contiguo al de San Jos¨¦, y en sus zonas aleda?as. A mediados de a?o, diversas operaciones policiales provocaron el desplazamiento de organizaciones criminales y la pelea entre ellas por el dominio de varios territorios y por el control de los mercados de consumo de droga en el centro del pa¨ªs. Fue como pegar una pedrada a un panal.
El pasado lunes se decidi¨® cancelar el pr¨®ximo Carnaval de Desamparados, previsto para el 27 de diciembre, debido al clima de inseguridad y de violencia. Los asesinatos en el cant¨®n de Desamparados (donde vive apretujado el 5% de la poblaci¨®n nacional) se han duplicado en este a?o y alcanzan una tasa de 17 homicidios por cada 100.000 habitantes. La cifra representa casi el doble del indicador medio de Costa Rica, aunque es menor a las que sufren pa¨ªses como Guatemala, El Salvador y Honduras.
Costa Rica celebr¨® el lunes 66 a?os sin Ej¨¦rcito. ¡°La fuerza armada no tiene lugar en las instituciones costarricenses¡±, argumenta el presidente, Luis Guillermo Sol¨ªs. ¡°Ahora tenemos como gran desaf¨ªo lograr la paz con justicia social¡±, a?ade el mandatario, consciente de la ola de violencia que sacude al pa¨ªs. No hay semana sin noticias manchadas de sangre. Una de las ¨²ltimas ha sido el hallazgo de un cad¨¢ver amordazado y atado de pies y manos en Desamparados. Ten¨ªa tatuada una hoja de marihuana y presentaba dos balazos en la sien; le hab¨ªan prendido fuego y a¨²n humeaba cuando lleg¨® la polic¨ªa. En el distrito Pavas, al suroeste de la capital, hubo una persecuci¨®n policial que acab¨® en un tiroteo. Cuando los polic¨ªas detuvieron al veh¨ªculo que persegu¨ªan y a sus ocupantes, vieron el cuerpo inerte y amarrado de un supuesto rival. Todos ten¨ªan antecedentes delictivos y el fallecido estuvo imputado por tr¨¢fico de drogas.
La violencia se concentra en el centro del pa¨ªs, pero se ramifica tambi¨¦n hacia otras zonas. En el sur se hall¨® hace unos d¨ªas un cad¨¢ver medio descompuesto y encadenado, con impactos de bala en la cara y la nuca, y con un r¨®tulo explicativo: ¡°Por robar 30 kilos de coca¡±. Los m¨¦todos de estas organizaciones criminales en Costa Rica se asemejan a los de los grupos de narcotraficantes en M¨¦xico, reconocen los jefes policiales, aunque no confirman la participaci¨®n de estos en la actual ola de violencia costarricense.
La polic¨ªa ha intentado responder a los asesinatos con m¨¢s agentes en las calles y m¨¢s veh¨ªculos en las zonas conflictivas. Pero los investigadores apenas logran encontrar testigos de los cr¨ªmenes, y cada captura de un miembro de las bandas desencadena todav¨ªa m¨¢s violencia.
La poblaci¨®n, mientras, asiste con temor a esta ola sanguinaria. La cancelaci¨®n del tradicional Carnaval de Desamparados se suma a los desfiles ya anulados en 14 escuelas de la zona el pasado 15 de septiembre, d¨ªa en que se celebra la independencia nacional. Hoy en Costa Rica mandan las muertes y la violencia entre las bandas de narcotraficantes, y los festejos han quedado arrinconados.
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