¡°Ya le dije que no la violaba porque no se lo merece¡±
El insulto de un diputado brasile?o una de sus compa?eras lleva a reflexionar que las palabras tambi¨¦n pueden matar la democracia
El diputado de derechas, Jair Bolsonaro, ha ofendido con suma gravedad, en el Congreso Nacional, a su compa?era de esca?o, la tambi¨¦n diputada y exministra de Derechos Humanos, Maria del Rosario, por haber culpado a la dictadura militar brasile?a (1964-1985) de asesinatos y torturas. ¡°Ya le dije que no la violaba porque no se lo merece¡±, le espet¨®, insolente y provocador.
Bolsonaro, el diputado m¨¢s votado en el estado de Rio de Janeiro, se confiesa un fervoroso creyente en Dios, en Brasil y se declara un convencido de que los derechos humanos ¡°defienden solo a los criminales, a los violadores, a los marginales y a los corruptos¡±.
Existe el peligro de que el lenguaje soez del diputado contra los valores democr¨¢ticos adquiridos con tantas luchas sociales, sea tomado solo como ¡°una gracia¡± o ¡°una excentricidad¡±.
La defensa de la libertad de expresi¨®n debe ser el coraz¨®n de cualquier carta Constitucional de un r¨¦gimen democr¨¢tico
Corre el peligro de que sus palabras no se tomen con importancia, incluso por sus colegas diputados, que en los 20 a?os que Bolsonaro lleva en el poder legislativo, nunca han tenido el coraje de procesarle en la Comisi¨®n de ?tica del Parlamento.
M¨¢s grave a¨²n es que los ciudadanos, a pesar de conocer la larga trayectoria fascista y racista del militar que se declara sin empacho en contra de los derechos de los homosexuales, defiende la tortura y cree que los padres deben golpear a sus hijos ¡°para evitar que se vuelvan gays¡±, le sigan votando y que haya obtenido su sexto mandato con suma comodidad.
Esa riada de votos a un diputado que defiende los antivalores que deber¨ªan avergonzar a cualquier dem¨®crata, deber¨ªa hacernos reflexionar sobre la salud de nuestra democracia.
El insulto de Bolsonaro podr¨ªa ser un s¨ªntoma alarmante de que la democracia empieza a venderse en el mercado de rebajas
Quien, como yo, vivi¨® de ni?o y de adulto una dura dictadura militar como la franquista, que nos colocaba un censor dentro del peri¨®dico para decidir sobre nuestros escritos e ideas, se vuelve quiz¨¢ m¨¢s sensible al derecho a la libertad de expresi¨®n que los que nunca sufrieron el no tenerlo. Tras 50 a?os de ejercer periodismo, me mantengo como un al¨¦rgico a cualquier tipo de censura verbal. La defensa de la libertad de expresi¨®n debe ser el coraz¨®n de cualquier carta Constitucional de un r¨¦gimen democr¨¢tico. Atentar contra ella, abiertamente o a escondidas, es una herida grave a la libertad no s¨®lo de expresi¨®n, sino de pensamiento.
A pesar de ello, y quiz¨¢s por ello, porque ya viv¨ª los horrores de una dictadura militar as¨ª como el aire puro de la libertad de expresi¨®n, me siento autorizado a decir que tambi¨¦n las palabras pueden matar la democracia.
As¨ª como en la convivencia, sea familiar o amistosa, en la calle como en el trabajo, no todo le est¨¢ permitido al lenguaje que puede ser tan mortal como un arma, tampoco en una verdadera democracia se debe soportar que las palabras puedan matar. Como matar la honra o los valores m¨¢s sagrados de la convivencia civil que son el escudo que nos protege contra la indignidad y el arbitrio.
La democracia es una flor delicada al cierzo del descuido o la nostalgia del autoritarismo pueden marchitar con facilidad
El caso Bolsonaro, que ofende los derechos humanos m¨¢s elementales en pleno Congreso brasile?o, cuando Brasil acaba de hacer su examen de conciencia contra los cr¨ªmenes de la dictadura, frente al silencio c¨®mplice o complaciente de muchos, es m¨¢s que una an¨¦cdota. Podr¨ªa ser un s¨ªntoma alarmante de que la democracia empieza a venderse en el mercado de rebajas.
La democracia es una flor delicada que el cierzo del descuido o la nostalgia del autoritarismo pueden marchitar con facilidad. Todos los que confiesan el credo del amor a la libertad deben ser los primeros en no caer en la tentaci¨®n de herir a los derechos humanos.
He dicho todos, porque si bien es cierto que los insultos de Bolsonaro a su colega Maria del Rosario me han producido n¨¢usea y verg¨¹enza, tambi¨¦n me ha preocupado otros casos. Como el de Gilberto Carvalho, actual ministro de la Secretar¨ªa General de la presidencia de Brasil, quien en medio de la tensi¨®n provocada por las elecciones presidenciales, en lugar de dar un ejemplo de moderaci¨®n, solt¨®: ¡°Mor¨ªa de miedo de que ganara el playboyzinho¡±
El playboyzinho es el digno senador A¨¦cio Neves, l¨ªder de la oposici¨®n, al que hab¨ªan votado 51 millones de ciudadanos.
Un adagio latino reza as¨ª: ¡°Corruptio optimi, pessima¡± (La corrupci¨®n de los mejores es la peor de todas), lo que se podr¨ªa traducir libremente: ¡°A mayor responsabilidad, m¨¢s grave la culpa¡±.
A la democracia hay que defenderla y mimarla tambi¨¦n con las palabras que pueden ser una mina de oro o un fajo de ciza?a.
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