¡°Soy un hombre negro. No tengo los mismos derechos¡±
Miles de personas viajan en autocar a Washington para defender sus derechos civiles. EL PA?S viaja en uno desde Nueva York
¡°Padre nuestro que est¨¢s en los cielos, santificado sea tu nombre, as¨ª en la tierra como en el cielo¡¡±. Garland Core Jr. dirige el rezo para la treintena de pasajeros del autob¨²s aparcado frente a la Vanderveer Park Methodist Church de Brooklyn. Son las 4.30 de la madrugada y la sensaci¨®n t¨¦rmica en el exterior es de -6 grados. Dentro del veh¨ªculo, el ambiente es c¨¢lido. Quedan cinco horas de viaje hasta Washington para unirse a la marcha en demanda de reformas legales tras las muerte de hasta cinco afroamericanos desarmados en encuentros con la polic¨ªa en los ¨²ltimos meses. ¡°Am¨¦n¡±, responden todos.
El autob¨²s organizado por la congregaci¨®n metodista es una gota en un mar de indignaci¨®n. No hay gritos ni consignas, pero en los rostros del pasaje se aprecia una fuerza tranquila, una vieja convicci¨®n, fruto de muchas d¨¦cadas de lucha por los derechos civiles. De nuevo es Washington el escenario de la batalla, como en los a?os sesenta. Todos los pasajeros son afroamericanos, excepto los dos reporteros de EL PA?S. Todos saben que no ser¨¢ su ¨²ltimo viaje, que habr¨¢ motivos para m¨¢s. No les importa. Sus ancestros lucharon contra la esclavitud. Tienen la raz¨®n de su parte.
¡°El problema es muy profundo¡±, afirma el profesor Core, natural de Alabama, mientras el autob¨²s enfila los primeros tramos de la autopista que atraviesa Nueva Jersey. ¡°Se trata de responsabilidad, de estar comprometidos. Y eso significa que los negros, los latinos, las minor¨ªas, tenemos que votar, participar de la vida comunitaria. En Ferguson, el 60% de la poblaci¨®n es afroamericana. Sin embargo, el 90% del consejo municipal o de la polic¨ªa son blancos. Eso es lo que hay que cambiar, y para eso hay que votar. Tenemos que ser visibles. Si no, pensar¨¢n que no somos necesarios, que somos desechables¡±.
Tenemos un presidente negro. Es un gran paso, pero tenemos que pasar a la acci¨®n, presionar
De joven, Core experiment¨® en su piel esa estad¨ªstica que dice que un negro tiene 21 veces m¨¢s posibilidades de ser detenido que un blanco. Lo estuvo durante seis horas, sin cargo alguno, simplemente, dice, por su aspecto, por no agradar al agente en cuesti¨®n. No lo ha olvidado. ¡°La ley no se aplica igual. Si un polic¨ªa encuentra a un chico blanco con drogas, le da un cachete y le env¨ªa a casa. Pero si es negro, va a comisar¨ªa, le toman sus huellas, le fichan, y eso es terrible, porque despu¨¦s tendr¨¢ problemas para encontrar trabajo, una casa, conseguir un cr¨¦dito. Tenemos un presidente negro. Es un gran paso, pero tenemos que pasar a la acci¨®n, presionar¡±.
Mientras la mayor parte del pasaje duerme ajena al hermoso amanecer en los meandros del r¨ªo Delaware, una encendida discusi¨®n estalla en la parte delantera del autocar. Sandra Blogan, madre de Stephanie y Shari, las dos j¨®venes de la parroquia que han organizado el viaje, discute con MK, la conductora, sobre las circunstancias de la muerte de Tamir Rice, el ni?o de 12 a?os abatido a tiros por un agente en Cleveland cuando jugaba en un parque con un pistola de aire comprimido. ¡°Llevaba una pistola. Qu¨¦ madre en su sano juicio permite que un ni?o negro juegue con una pistola falsa en un parque. ?No sabe c¨®mo es este pa¨ªs?¡±, opina la se?ora Blogan. ¡°Le tirotearon en dos segundos. Un ni?o¡ Por Dios, est¨¢n todos locos¡±, contesta airada MK sin dejar de mirar a la carretera.
El profesor Core no tarda en unirse a la conversaci¨®n desde su experiencia como docente. ¡°El sistema perpet¨²a la segregaci¨®n. Hay que atacar desde la base¡±. MK corrobora esta afirmaci¨®n. ¡°Mi hermana, ya fallecida, era profesora en Atlanta en un colegio de chicos negros. Me cont¨® que s¨®lo consegu¨ªa que se graduaran cinco o seis cada a?o¡±. El alcalde de Nueva York, el dem¨®crata Bill de Blasio, casado con una afroamericana y padre de un adolescente negro, Dante, irrumpe en la conversaci¨®n: ¡°El alcalde ha molestado a muchos por decir que muchas veces, cuando su hijo sal¨ªa por la noche, ten¨ªa miedo de que se encontrara con la polic¨ªa. Tiene raz¨®n, todos hemos sentido ese miedo alguna vez¡±, opina la se?ora Blogan.
El sistema perpet¨²a la segregaci¨®n. Hay que atacar desde la base
Su hija Stephanie, sentada junto a ella al otro lado del pasillo, detr¨¢s de MK, asiente: ¡°He visto excesos policiales toda mi vida. La polic¨ªa act¨²a como si las vidas de los afroamericanos no le importaran. He visto chicos blancos borrachos y drogados en Manhattan a los que la polic¨ªa no ha hecho nada. Si son negros, van a comisar¨ªa seguro. ?Qu¨¦ pasa si un d¨ªa me toca a m¨ª?¡±.
Shari, hermana de Stephanie, es periodista del la web de informaci¨®n para afroamericanos Black Star News. Ajena a la pol¨¦mica, afirma: ¡°Este es un paso m¨¢s. Todo el mundo est¨¢ de acuerdo en que matar a chicos negros desarmados no est¨¢ bien, pero no basta con eso, hay que movilizarse, dar un paso m¨¢s, dos, tres, trabajar por esta causa¡±. A medida que transcurren los kil¨®metros, y tras una parada en un ¨¢rea de servicio, los viajeros comienzan a desperezarse y a prestar atenci¨®n a la discusi¨®n, que en ese momento est¨¢ centrada en las torturas practicadas por la CIA durante la guerra contra el terrorismo del presidente George W. Bush.
Un sondeo publicado este s¨¢bado por The New York Times y el Siena College establece que dos tercios de los ciudadanos de Nueva York considera que el gran jurado de Staten Island se equivoc¨® al no proceder contra el agente que mat¨® a Eric Garner. Un 60% opina que el alcalde De Blasio no ha logrado mejorar las relaciones entre la polic¨ªa y los ciudadanos. El alcalde tiene un grado de aprobaci¨®n del 52%, pero sus apoyos est¨¢n radicalizados: el 70% de la poblaci¨®n afroamericana elogia su gesti¨®n, por s¨®lo el 30% de los blancos.
He visto excesos policiales toda mi vida. La polic¨ªa act¨²a como si las vidas de los afroamericanos no le importaran
¡°No creo que la actitud de la polic¨ªa haya cambiado mucho con el nuevo alcalde. Lo estamos viendo estos d¨ªas. No basta con que el alcalde d¨¦ la orden. Es necesario un cambio de actitud y de mentalidad hacia las minor¨ªas. Es una mezcla de miedo y sospecha hacia nosotros¡±, afirma Winston Swift, miembro de la congregaci¨®n de Brooklyn.
¡°Soy un hombre negro, por eso estoy aqu¨ª. No tengo los mismos derechos que usted, que es blanco. Mire las estad¨ªsticas. Las posibilidades de que en un encuentro con la polic¨ªa resulte detenido o muerto son muchas m¨¢s que las suyas¡±, explica Garry Cherry, que viaja a Washington con su esposa Carol. ¡°La cuesti¨®n racial y el excesivo uso de la fuerza por parte de la polic¨ªa son una mezcla hist¨®ricamente explosiva en este pa¨ªs. Tenemos que conseguir que la ley nos proteja, porque ahora no lo hace. No somos desechables, somos personas¡±
La esposa de Garry conoci¨® a la madre de Eric Garner y a la propia v¨ªctima. Coincidieron hace a?os en el mismo bloque de viviendas. ¡°Sent¨ª rabia cuando vi el v¨ªdeo de su muerte. Un hombre libre no puede morir en la calle, desarmado, asfixiado, simplemente porque vende cigarrillos para alimentar a sus hijos¡±, recuerda.
Un hombre libre no puede morir en la calle, desarmado, asfixiado, simplemente porque vende cigarrillos?
Henry Joseph, tambi¨¦n de Brooklyn, apela a la historia para reforzar sus argumentos mientras el veh¨ªculo asoma por las primeras avenidas de Washington DC: ¡°La gente admira muchas cosas de este pa¨ªs. Seamos consecuentes con eso. Necesitamos 100 a?os para que, en los 60, se aprobaran leyes que acabaron con la segregaci¨®n, al menos sobre el papel. Hay mucho trabajo por delante¡±.
Cerca de ¨¦l, el se?or Cherry comienza a recoger sus cosas. La expedici¨®n ha llegado a su destino. Ahora queda lo m¨¢s dif¨ªcil: lograr que todo sirva para algo. ¡°Soy realista. S¨¦ que es dif¨ªcil cambiar las cosas. Llevamos d¨¦cadas de violencia policial contra los afroamericanos. Pero en los 60 se consiguieron leyes, y fue gracias a las protestas y movilizaciones. Si la gente toma consciencia del problema, los cambios llegar¨¢n. Estados Unidos es demasiado diverso para soportar lo que est¨¢ pasando¡±.
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