Concepci¨®n promete resistir
Una espa?ola lleva 33 a?os de vigilia pacifista frente a la Casa Blanca y afirma que continuar¨¢ su cruzada ¡°lo que sea necesario¡±
Concepci¨®n Mart¨ªn Picciotto est¨¢ tranquila. ¡°No tengo miedo. No me han dicho nada. Tendr¨¢n que ponerme en otro lugar en el parque¡±, afirma esta mujer gallega, que supera los 70 a?os ¡ªdice haber perdido la cuenta¡ª y lleva 33 de vigilia pacifista frente a la Casa Blanca.
Es la protesta pol¨ªtica m¨¢s larga de la historia de Estados Unidos. Pero puede acabar pronto. El Departamento de Seguridad Nacional ha empezado a revisar la protecci¨®n de los alrededores de la residencia presidencial desde que en septiembre un hombre salt¨® la verja y entr¨® por su puerta principal. Entre los cambios que se barajan est¨¢ incrementar el personal de seguridad, instalar puestos de control o construir otra reja.
La humilde carpa blanca de Connie, como se hace llamar, se ubica en una plaza ajardinada frente a la Casa Blanca, separada por un tramo peatonal de una avenida. La instalaci¨®n ¡ªjunto a dos paneles con consignas antinucleares¡ª se desplaza cada cuatro a?os durante unos d¨ªas de enero, con motivo de la investidura presidencial. El resto del tiempo permanece all¨ª, salvo contadas excepciones: la polic¨ªa la ha desalojado cuando alguien ha dejado de estar dentro o junto a ella.
Connie ¡ªde voz calmada, estatura baja, rostro desgastado y siempre ataviada con un gorro para, esgrime, protegerse de ataques ¡°electromagn¨¦ticos¡±¡ª conf¨ªa en que no le afecten los cambios de seguridad que decidir¨¢n unos expertos. Pase lo que pase, promete seguir su ¡°lucha¡±, que inici¨® en 1981. ¡°Si no tuviera una causa, no estar¨ªa aqu¨ª ni por el oro y el moro¡±, exclama junto a un grupo de brasile?os que la fotograf¨ªan. Su lucha la inici¨® despu¨¦s de que su exmarido la acusara de demente. En 2013, en una entrevista en The Washington Post, Ellen Benjamin ¡ªque integr¨® la vigilia durante 25 a?os¡ª puso en duda el estado mental de Connie.
Connie conf¨ªa en que no le afecten los cambios de seguridad que planea realizar la Casa Blanca
Esta oriunda de Vigo nacionalizada estadounidense es un foco de atracci¨®n. Turistas y escolares se acercan a su carpa, de la que cuelgan carteles contra Israel y el expresidente George W. Bush. Ella les dice, de pie y con vigor, que el exanalista de la NSA Edward Snowden es un ¡°h¨¦roe¡± y que ¡°el sionismo es el mayor problema mundial¡± porque puede desencadenar una guerra nuclear entre Israel e Ir¨¢n.
Lo que m¨¢s le molesta a Connie es que la mayor¨ªa se fije en lo que cree superficial ¡ªcu¨¢ntos a?os dura su ininterrumpida protesta¡ª, obviando las razones de su ¡°sacrificio¡± y ¡°odisea¡±. En 1978, empez¨® a portar pancartas ante la residencia presidencial, como hacen muchos ahora. Ped¨ªa ayuda por la p¨¦rdida de la custodia de su hija adoptada en Argentina, que recay¨® en su exmarido, con el que hab¨ªa vivido en Nueva York.
Su grito de auxilio fue ignorado. Desesperada, consider¨¢ndose v¨ªctima de una persecuci¨®n por lidiar con el mundo de la trata de beb¨¦s, uni¨® su causa a la de otros para ayudar a ¡°los ni?os de todo el mundo¡±. El 3 de junio de 1981, el pacifista Thomas Doubting empez¨® una vigilia de 24 horas frente a la Casa Blanca. Connie se uni¨® el 1 de agosto. Desde entonces, fueron compa?eros de reivindicaci¨®n antinuclear d¨ªa y noche, bajo sol, lluvia y nieve, durante 29 a?os seguidos. Desde 1984 los acompa?¨® Benjamin, que se cas¨® con Doubting. Pero en 2009, el pacifista falleci¨®. Y desde que en 2012 se lesion¨® el hombro en un atropello, Connie ha tenido que dosificar sus esfuerzos: pasa seis horas al d¨ªa en la carpa y el resto del tiempo la custodian voluntarios. Duerme y se asea en una casa, convertida en centro social, que compr¨® Doubting gracias a una herencia.
Connie afirma que su cruzada ¡°vale la pena¡± y que seguir¨¢ ¡°lo que sea necesario¡±. Y preguntada sobre si le gustar¨ªa que alguien la suceda, responde: ¡°Lo que Dios quiera¡±. Es la misma r¨¦plica que dio a este peri¨®dico en 1991. 23 a?os despu¨¦s, la vigilia contin¨²a, y ya lleva 33.
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