La crisis con la polic¨ªa amenaza el futuro del alcalde de Nueva York
El dem¨®crata de Blasio ha perdido todo su capital pol¨ªtico en apenas una semana
Un desconocido Bill de Blasio solo necesit¨® 750.000 votos en noviembre de 2013 para ser alcalde de 8,4 millones de habitantes. Ahora, la inquina de apenas 35.000 agentes amenaza con poner fin a su carrera. Esos 750.000 sufragios supusieron el 73% de las papeletas. Los 35.000 profesionales son el 100% del mayor y m¨¢s dif¨ªcil cuerpo de polic¨ªa de Estados Unidos. Nueva York no se puede gobernar sin el apoyo de su peque?o ej¨¦rcito azul. El primer alcalde dem¨®crata en 25 a?os ha tardado 12 meses, los que lleva en el cargo, en comprobarlo.
Hace un par de semanas, De Blasio era la estrella emergente del partido dem¨®crata. Aupado por una ciudad en la que afroamericanos e hispanos ya son mayor¨ªa, su gesti¨®n de la crisis del ¨¦bola y de las protestas por el caso Garner le elevaron a cotas insospechadas. En la reforma migratoria se puso al frente de una coalici¨®n de alcaldes, se fotografi¨® con el presidente Barack Obama y acudi¨® como pol¨ªtico de la semana al programa de George Stephanopoulos en la ABC. Los elogios abundaban. Chris Smith, del New York Magazine, escribi¨®: ¡°No sugiero que el caso Garner sea algo positivo para nadie. Pero de Blasio est¨¢ creciendo por c¨®mo lo ha manejado. Los buenos pol¨ªticos son los que saben ver el momento y aprovechar sus oportunidades¡±.
Una semana despu¨¦s, De Blasio es un boxeador grogui. Estos d¨ªas multiplica los gestos de homenaje a los polic¨ªas muertos para intentar restablecer puentes con el departamento. El funeral por el agente Rafael Ramos ¡ªasesinado hace unos d¨ªas¡ª del s¨¢bado ser¨¢ la primera prueba de fuego. Pero no la ¨²nica.
Para salvarse no le basta su ¨¦xito en la reducci¨®n de la criminalidad (300 asesinatos este a?o, un r¨¦cord), ni sus reformas progresistas aprobadas sin oposici¨®n (carn¨¦ de identidad), ni el apoyo a inmigrantes y desfavorecidos (ayuda legal a menores sin papeles, ampliaci¨®n del salario por enfermedad o comida gratis para escolares), ni sus planes de crecimiento sostenible (reducci¨®n de las v¨ªctimas del tr¨¢fico), ni tantas otras iniciativas que oscurecieron el legado de su predecesor, el conservador Michael Bloomberg. Dos tragedias fuera de su control, la muerte del afroamericano Eric Garner y el asesinato de dos polic¨ªas en Brooklyn, han dinamitado todo lo construido.
De Blasio ha intentado introducir nuevos usos en territorios donde las leyes viejas persisten. La primera es manejar a la polic¨ªa. Dos im¨¢genes resumen los errores del alcalde. En agosto, en las primeras tensiones del caso Garner, sent¨® a su izquierda, en una conferencia de prensa, al reverendo Al Sharpton, conocido agitador afroamericano. A su derecha sent¨® al jefe de polic¨ªa, William Bratton. Esa equidistancia fue un insulto para los agentes.
La segunda imagen se produjo el pasado s¨¢bado. Decenas de polic¨ªas dieron la espalda al regidor cuando entr¨® en el hospital que custodiaba los cad¨¢veres de los agentes tiroteados. Esta semana arremeti¨® contra los periodistas en un acto. ¡°?Qu¨¦ pens¨¢is hacer? ?Seguir dividi¨¦ndonos?¡±, espet¨®. El regidor ha perdido el control de la situaci¨®n y su batalla ha crispado a la ciudad como no se recordaba desde los sangrientos a?os setenta (2.500 asesinatos al a?o), como apunt¨®, para irritaci¨®n de De Blasio, el propio Bratton.
Conflicto reavivado
Varios casos han reavivado el conflicto racial en EE UU.
- Michael Brown, un joven negro de 18 a?os que iba desarmado, recibi¨® 12 disparos de un polic¨ªa blanco en Ferguson (Misuri) en agosto. Su muerte desencaden¨® una oleada de disturbios que se extendieron por todo el pa¨ªs.
- Eric Garner, un hombre negro de 43 a?os que vend¨ªa cigarrillos, muri¨® despu¨¦s de que un agente blanco de Nueva York le hiciera una llave de estrangulamiento prohibida al detenerle en plena calle.
- Tamar Rice, un chico negro de 12 a?os, muri¨® por los disparos de un polic¨ªa blanco en Cleveland (Ohio); jugaba con una pistola de juguete.
La polic¨ªa odia a De Blasio. Su discurso sobre una nueva relaci¨®n con la ciudadan¨ªa es despreciado por una mayor¨ªa de agentes que creci¨® durante las administraciones conservadoras y punitivas de Giuliani y Bloomberg. El abandono de las pol¨ªticas de mano dura y su sustituci¨®n por otras m¨¢s integradoras y respetuosas con las minor¨ªas fue considerado como una desautorizaci¨®n de su historia reciente. De Blasio dej¨® al cuerpo sin el discurso que le hab¨ªa permitido librar una guerra en las calles con el amparo del poder. El conflicto por el convenio colectivo de los agentes inici¨® las hostilidades.
El primer torpedo lleg¨® en agosto. La Sergeants Benevolent Association, uno de los dos grandes sindicatos, se opuso a la celebraci¨®n en Nueva York de la Convenci¨®n Dem¨®crata, una de las grandes iniciativas de De Blasio, porque el alcalde ¡°no se ha ganado el derecho a ser el anfitri¨®n¡± dada la proliferaci¨®n de la criminalidad. El argumento era falso.
De Blasio calibr¨® mal aquel ataque y desde entonces ha maniobrado de manera errada. Con la tensi¨®n racial al m¨¢ximo, utiliz¨® su condici¨®n de esposo y padre de afroamericanos para calmar las aguas. El tiro le sali¨® por la culata. ¡°Mi mujer y yo hemos tenido miedo de que nuestro hijo Dante se topara con alg¨²n polic¨ªa¡±, declar¨® para calmar a los colectivos afroamericanos. Aquello desat¨® la ira de los polic¨ªas. ¡°Nos ha dejado a los pies de los caballos¡±, denunciaron los portavoces sindicales.
Otro grave episodio aument¨® la tensi¨®n. Rachel Noerdlinger, exasesora del reverendo Sharpton y jefa de gabinete de la esposa del alcalde, dimiti¨® a mediados de noviembre por los problemas de su novio y su hijo con la ley. Con antecedentes ambos, se dedicaban a insultar a la polic¨ªa en las redes. Estos d¨ªas se ha sabido que durante la campa?a electoral, el alcalde se sal¨ªa del coche oficial para hablar con sus colaboradores tras enterarse de que sus escoltas le hab¨ªan grabado. El ¨²ltimo episodio se vivi¨® hace una semana. De Blasio se reuni¨® en el Ayuntamiento con los l¨ªderes de las protestas. Fue otra anotaci¨®n en el debe de la polic¨ªa. La muerte de dos compa?eros revent¨® toda la rabia acumulada.
El territorio que pisa el alcalde no es firme. La ola que le aup¨® al poder se ha retirado. Los neoyorquinos creen que la tensi¨®n racial es peor que en la era de Bloomberg, m¨¢s de la mitad opina que la ciudad est¨¢ mal dirigida y tres de cada cinco cree que las relaciones entre la polic¨ªa y la comunidad han empeorado. La agenda de De Blasio est¨¢ en el barro junto a ¨¦l.
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