La derecha de EE UU redefine su ideolog¨ªa al asumir m¨¢s poder
El nuevo ¡°reformismo conservador¡± empuja a los republicanos a abordar la pobreza y las desigualdades
Los ¨²ltimos seis a?os han transformado al Partido Republicano. Son los a?os del dem¨®crata Barack Obama en la Casa Blanca, pero tambi¨¦n del auge del movimiento conservador y populista Tea Party. Los republicanos asumir¨¢n el martes el control del Congreso de Estados Unidos en plena discusi¨®n sobre su orientaci¨®n pol¨ªtica.
Un grupo de intelectuales denominados conservadores reformistas ¡ªmuchos de ellos menores de 40 a?os y procedentes del mundo acad¨¦mico¡ª son el motor del rearme ideol¨®gico de la derecha.
Los nuevos republicanos, abiertos a cuestiones como la pobreza o las desigualdades, tradicionalmente un monopolio de los dem¨®cratas, se preparan para gobernar en el Senado y en la C¨¢mara de Representantes, a partir de esta semana, y en Estados Unidos cuando Obama abandone el poder tras las elecciones presidenciales de 2016.
Las elecciones legislativas de noviembre dieron al Partido Republicano la mayor¨ªa en el Senado. Desde 2011, era mayoritario en la C¨¢mara de Representantes. El martes, cuando se constituya el 114? Congreso, los republicanos ocupar¨¢n el mayor n¨²mero de esca?os en la C¨¢mara de Representantes desde 1928.
Desde que el antecesor de Obama, George W. Bush, gan¨® su segunda elecci¨®n presidencial en 2004, el Partido Republicano no hab¨ªa sido tan poderoso. Pero el Partido Republicano de 2014 es distinto del de Bush.
¡°Ha sufrido varias sacudidas. No es el mismo partido que al final de los a?os de Bush¡±, dice Yuval Levin, director de la revista National Affairs y cabeza pensante de los conservadores reformistas. ¡°En la pol¨ªtica exterior es mucho m¨¢s cauto ante las ambiciones agresivas y la implicaci¨®n en los asuntos internos de otros pa¨ªses. En la pol¨ªtica interior es un partido mucho m¨¢s conservador, mucho m¨¢s comprometido con un papel reducido del Estado y con un gasto p¨²blico inferior, y m¨¢s preocupado por el d¨¦ficit¡±.
Entre el cambio y el mantenimiento del ¡®statu quo¡¯
Yuval Levin, el ide¨®logo de la nueva derecha norteamericana, es el heredero de una rica tradici¨®n. National Affairs ¡ªla sesuda publicaci¨®n trimestral que ¨¦l mismo dirige¡ª es la sucesora de The Public Interest, la revista de referencia de los neoconservadores. A partir de los a?os sesenta, esta plataforma sirvi¨® a intelectuales como Irving Kristol, el pope del neoconservadurismo, o el soci¨®logo Daniel Bell para influir en el debate p¨²blico. A Levin le han llamado el ¡°peque?o Kristol¡±.
Levin, con experiencia en la Casa Blanca de George W. Bush, sabe enmarcar las querellas pol¨ªticas en una perspectiva filos¨®fica que trasciende las peque?as peleas en Washington. En el ensayo El gran debate, fruto de su estancia en el Comit¨¦ sobre el Pensamiento Social de la Universidad de Chicago, sostiene que los actuales debates entre derecha e izquierda, entre conservadores y progresistas, entre republicanos y dem¨®cratas, se fraguaron entre 1770 y 1800.
Todo empez¨® en la pelea entre los pol¨ªticos y pensadores brit¨¢nicos Edmund Burke y Thomas Paine, un reflejo de la tensi¨®n entre cambio y preservaci¨®n del statu quo. Burke, autor de la cr¨ªtica m¨¢s demoledora de la Revoluci¨®n Francesa, era al¨¦rgico a los cambios bruscos y a la idea de que la humanidad pod¨ªa empezar de cero. Abogaba por la cautela y el progreso paulatino. Al contrario que Paine, que se entusiasm¨® con la Revoluci¨®n.
¡°Burke refleja una visi¨®n de la sociedad fundamentada en la tradici¨®n, que respeta las instituciones establecidas porque estas poseen una mayor sabidur¨ªa de la que pueda alcanzar nuestra destreza t¨¦cnica¡±, dice. La de Burke es la tradici¨®n de la derecha, aunque pol¨ªticos como el presidente Barack Obama ¡ªun pol¨ªtico cauto y partidario de los peque?os pasos¡ª se han declarado burkeanos.
Y, aunque Levin identifica a Paine con la izquierda, la derecha de EE UU es paineana en su af¨¢n transformador: la invasi¨®n de Irak o los deseos en algunos sectores de abolir el Estado del bienestar retoman la ret¨®rica revolucionaria del siglo XVIII. ¡°En Am¨¦rica¡±, dice Levin, ¡°los conservadores conservan una tradici¨®n que empez¨® en la revoluci¨®n¡±.
EE UU es un pa¨ªs donde la pol¨ªtica es indisociable de las ideas: a fin de cuentas, se fund¨® sobre la base de la filosof¨ªa de la Ilustraci¨®n. Algunas de las iniciativas que m¨¢s huella han dejado se gestaron en c¨ªrculos de intelectuales y economistas.
Dif¨ªcilmente habr¨ªa existido la revoluci¨®n econ¨®mica de Ronald Reagan sin las propuestas y teor¨ªas del American Enterprise Institute (AEI), la Heritage Foundation o el Nobel de Econom¨ªa Milton Friedman. Y la invasi¨®n de Irak en 2003 no se explicar¨ªa sin los neoconservadores, el movimiento que tiene su origen en una elite de intelectuales izquierdistas que en los a?os sesenta y setenta se distanciaron del Partido Dem¨®crata.
Los a?os de Obama han sido para los conservadores una traves¨ªa del desierto que les ha forzado a reformular sus bases ideol¨®gicas. El Tea Party actu¨® como un combustible para una derecha deprimida, pero fall¨® a la hora de presentar alternativas. Convirti¨® a los republicanos en el partido del no: eficaz a la hora de torpedear cualquier proyecto del presidente Obama, pero in¨²til a la hora de gobernar.
Ahora llega el reformismo conservador, que no reniega del Tea Party, pero lo corrige. Yuval Levin, nacido hace 37 a?os en Israel y emigrado a EE UU cuando era ni?o, se declara un ¡°fan¡± del Tea Party, pero se?ala que tanto este movimiento como el Partido Republicano, ¡°se han centrado demasiado en lo que hab¨ªa que frenar y no en lo que hab¨ªa que hacer¡±.
Al inicio de una conversaci¨®n reciente en su despacho de National Affairs, Levin dej¨® claro que ¨¦l no cree que la pol¨ªtica de Estados Unidos se resuma en la oposici¨®n entre capitalismo y socialismo. Puede parecer una obviedad, pero no lo es: uno de los mensajes recurrentes del Tea Party ha sido que Obama era un socialista o incluso un comunista. ¡°Los americanos, de izquierdas y derechas, son todos capitalistas¡±, dice Levin.
Levin ¡ªautor de El gran debate, un ensayo que traza el origen de la divisi¨®n entre izquierda y derecha en los pensadores y pol¨ªticos brit¨¢nicos del siglo XVIII Edmund Burke y Thomas Paine¡ª se distancia de Ronald Reagan, el santo patr¨®n de la derecha norteamericana. Su generaci¨®n se ha liberado de la nostalgia del presidente que dec¨ªa que ¡°las palabras m¨¢s terror¨ªficas de la lengua inglesa son: ¡®Trabajo para el Estado y he venido a ayudarle¡±.
¡°Parte de lo que hacemos¡±, explica Levin, ¡°es lograr que los conservadores hablen de temas que sol¨ªamos dejar para la izquierda¡±.
El legado de Reagan, lamenta el intelectual conservador, sigue definiendo las propuestas republicanas en pol¨ªtica fiscal, que proh¨ªben cualquier subida de impuestos y protegen a los emprendedores y a los m¨¢s ricos como origen de la riqueza que despu¨¦s se expande al resto de la sociedad. ¡°Hablamos demasiado de propietarios de empresas y de impuestos a las empresas y de tipos impositivos que afectan a los m¨¢s ricos, y no hablamos lo suficiente de los impuestos que afectan a las familias de clase media¡±, dice Levin.
Para algunas figuras emergentes del Partido Republicano, intelectuales como Levin o Arthur Brooks, el presidente de AEI, son interlocutores frecuentes. National Affairs es lectura obligada en el Capitolio. ¡°Sin duda, es importante e influyente¡±, dijo el senador Mike Lee a The New York Times, en alusi¨®n a Levin. Los planes de Paul Ryan, congresista y candidato a la vicepresidencia en 2012, para combatir la pobreza responden a este nuevo esp¨ªritu.
No todo lo que dicen y escriben Levin y sus compinches intelectuales se traduce en propuestas del Partido Republicano, pero ellos son hoy una inspiraci¨®n: el disco duro ideol¨®gico.
¡°Parte de lo que hacemos¡±, explica Levin, ¡°es lograr que los conservadores hablen de temas que sol¨ªamos dejar para la izquierda¡±. Menciona la educaci¨®n, la sanidad o la pobreza.
Levin, como Brooks, se esfuerza por recuperar una ret¨®rica que parec¨ªa propiedad de la izquierda. Insisten en la dimensi¨®n moral, espiritual de la pol¨ªtica. Brooks ha recibido al Dalai Lama en el AEI, templo del conservadurismo norteamericano. Levin lamenta el car¨¢cter economicista y utilitario de los debates en Washington.
¡°No hablamos lo suficiente en la vida p¨²blica de las virtudes que permiten una vida floreciente¡±, dice. Instituciones como la familia y la religi¨®n son fundamentales en esta visi¨®n arraigada en los valores de la derecha.
La pol¨ªtica es una lucha de poder, y la batalla de los pr¨®ximos dos a?os ser¨¢ doble: entre el Partido Republicano, mayoritario en el Congreso, y Obama; y entre candidatos y facciones republicanos por la nominaci¨®n a las presidenciales de 2016.
?C¨®mo gobernar a partir del martes en el Congreso? ?Y en la Casa Blanca? Ah¨ª entran en juego las ideas: de Lincoln a Reagan, de Roosevelt a Johnson, han transformado Estados Unidos. Los perfiles de la pr¨®xima batalla ideol¨®gica empiezan a dibujarse.
Tres batallas para la oposici¨®n a Obama
- Estado de bienestar. Pese a la ret¨®rica contraria al intervencionismo del Estado y a las promesas de acabar con la reforma sanitaria de Obama, se busca la preservaci¨®n de alguna red de protecci¨®n social.
- Inmigraci¨®n. El debate sobre la necesidad de regularizar a millones de inmigrantes en un pa¨ªs m¨¢s diverso y m¨¢s hispano puede forzar al Partido Republicano a apoyar la reforma.
- Matrimonio gay. Los republicanos se han visto desbordados por la legalizaci¨®n del matrimonio homosexual en decenas de Estados. Algunos sostienen que hay que abrir una instituci¨®n tradicional como el matrimonio a muchos m¨¢s ciudadanos.
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