Una ducha, un sue?o inalcanzable para millones de latinoamericanos
La falta de agua hace que en el nordeste de Brasil y otros lugares, tengan que escoger entre cocinar o lavar los platos
A sus 40 a?os, la repostera Mar¨ªa Dilv?nia Lima jam¨¢s se ha dado una ducha. Dos veces por semana, se junta con otras siete integrantes de una asociaci¨®n de mujeres en esta peque?a ciudad de Rio Grande do Norte, en el noreste de Brasil, para hornear pasteles. Ninguna de sus recetas requiere de agua. "Hemos sustituido por pulpa de fruta o leche", dice con orgullo.
En los d¨ªas de la producci¨®n normal, de la peque?a cocina que comparten salen 25 tipos diferentes galletas, pasteles y otras delicias de coco, yuca y otros sabores, que despu¨¦s venden entre los vecinos.
En los ¨²ltimos tiempos, sin embargo, ha sido dif¨ªcil mantener la producci¨®n. Hace tres a?os que la sequ¨ªa se ensa?a con este asentamiento rural semi-¨¢rido, que no recibe suficiente lluvia para llenar los tanques de las casas o el pozo de la zona. Peor a¨²n, no hay otra fuente de agua, lo que obliga a las mujeres de Cara¨²bas a tomar decisiones cada vez m¨¢s dif¨ªciles.
"El agua es necesaria tanto para lavar los vasos como para los trabajos de ampliaci¨®n de nuestra cocina. Estamos dejando de gastar para que no le falte a la casa, la familia y el reba?o", dice Dilv?nia. Al igual que sus vecinos, se va a casa temprano todos los d¨ªas para llenar las 10 latas de agua a las que tienen derecho cada familia. A cada semana, el Ej¨¦rcito lleva agua al asentamiento.
Si no hay agua, no se pueden hacer pasteles y la asociaci¨®n de mujeres no produce dinero. Las familias terminan dependiendo casi en su totalidad en el pago de Bolsa Familia, el Seguro de Cosecha (que protege a los agricultores contra p¨¦rdidas) y la jubilaci¨®n, tres de las principales ayudas sociales otorgadas por el gobierno brasile?o.
Aguas grises
La historia de las reposteras de Cara¨²bas ilustra un reto que enfrentan 36 millones de personas en Am¨¦rica Latina y otros 748 millones en el mundo. La falta de agua significa que todos los d¨ªas, esta gente tiene que elegir entre cocinar y lavar los platos, o ba?arse y lavar la ropa.
Con el cambio clim¨¢tico, el problema de la falta de lluvia -y del suministro de agua- tiende a empeorar en las regiones m¨¢s ¨¢ridas del mundo. "El nordeste de Brasil sufre, en particular los impactos de las sequ¨ªas relacionadas con el fen¨®meno de El Ni?o, que podr¨ªan llegar a ser m¨¢s frecuentes en un planeta 4¡ãC m¨¢s caliente", dice el informe del Banco Mundial Bajemos la Temperatura en su apartado sobre Am¨¦rica Latina.
Con tantas limitaciones, cualquier proyecto de suministro de agua requiere ense?ar tambi¨¦n a la gente a usar la red de la forma m¨¢s eficiente posible.
La buena noticia para las reposteras y las dem¨¢s madres de este lugar es que ya no tendr¨¢n que esperar por la temporada de lluvias para tener agua. Entre septiembre y diciembre de 2015, el pueblo tendr¨¢ finalmente un suministro regular a trav¨¦s de una tuber¨ªa.
"Ser¨¢ posible llevar agua corriente a 45 familias del asentamiento, que les permita tener peque?as plantaciones en sus patios, vender el excedente en la feria. Y las mujeres ser¨¢n capaces de continuar con sus actividades", cuenta emocionada Ana Guedes, directora ejecutiva del proyecto de desarrollo de R¨ªo Grande del Norte Sustentable, un programa conjunto del gobierno del estado y el Banco Mundial.
Adem¨¢s, las familias aprender¨¢n a aprovechar hasta el agua de despu¨¦s de las duchas o las descargas del inodoro, que los especialistas llaman "aguas grises".
Es una lecci¨®n que las regiones m¨¢s ricas de Brasil, como S?o Paulo, est¨¢n aprendiendo por experiencia propia, pues la sequ¨ªa y escasez de agua ya no son s¨®lo un problema de la regi¨®n noreste de Brasil, sino que est¨¢ cada vez m¨¢s presente en los grandes n¨²cleos urbanos.
El prop¨®sito de un peso
Una iniciativa similar, terminada en 2010, permiti¨® a 53.000 familias tener acceso al agua potable en varios municipios de Ro Grande do Norte. El impacto social fue inmediato y muy significativo.
Las mujeres de estos municipios -anteriormente responsables de ir a buscar agua en latas enormes- se deshicieron de esa carga y ahora pasan m¨¢s tiempo trabajando o jugando con los ni?os. Un estudio hecho en 20 comunidades demostr¨® que, en consecuencia, hubo un aumento del 30% de los ingresos familiares.
"Incluso con las inversiones ya realizadas, la demanda de agua sigue siendo una necesidad para muchas familias de las zonas rurales", dijo F¨¢tima Amazonas, especialista en desarrollo rural en el Banco Mundial. Agreg¨® que el nuevo proyecto para traer agua a Cara¨²bas tambi¨¦n ayudar¨¢ a recuperar el medio ambiente y en la formaci¨®n de los agricultores.
Estas posibilidades animan a Jane Fernandes, un ama de casa de 27 a?os y madre de dos hijas. Cada d¨ªa, Jane pasa al menos una hora y media entre ir y venir a la cisterna abastecida por el ej¨¦rcito. "Mi sue?o es que el agua finalmente llegue y pueda terminar mis estudios para darles una vida mejor a las ni?as", dice Jane. Y tambi¨¦n, claro, darse una ducha.
Mariana Kaipper Ceratti?productora online del Banco Mundial
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