¡°Soy Charlie, soy jud¨ªo, soy polic¨ªa¡±
Una marea humana invade Par¨ªs en una marcha a la vez triste y festiva que reinvidic¨® los valores republicanos
Fue una marea humana incuantificable que desfil¨® por calles y avenidas bajo un asombroso sol de invierno. Ante la exasperante lentitud de la marcha, busc¨® atajos en peque?as traves¨ªas y qued¨® atrapada en callejones sin salida. Hubo quien desisti¨® al caer la noche, a veces sin alcanzar la mitad del camino, pero fueron mayor¨ªa los que llegaron al final. Los franceses hicieron ayer eso que saben hacer tan bien: salir a la calle para decir basta. Sus motivos fueron m¨²ltiples. Desfilaron por los ca¨ªdos de Charlie Hebdo. Caminaron por las v¨ªctimas jud¨ªas y los musulmanes estigmatizados. Defendieron esos valores, solemnes pero imprecisos, que condensan el lema republicano y la bandera tricolor, profusa por todo el recorrido. Franceses de todo tipo, forma y color dieron ayer una respuesta contundente a los ataques encajados durante esta semana. La trascrib¨ªan sus pancartas: ¡°Soy Charlie, soy jud¨ªo, soy polic¨ªa¡±.
Como una ciudadana m¨¢s, Martine Aubry recorri¨® ayer a mediod¨ªa el camino que conduce a la Plaza de la Rep¨²blica, punto de origen del desfile. La exministra socialista, responsable de la ley de las 35 horas, quiso participar en esta ¡°reacci¨®n formidable¡± a los atentados y f¨²nebres secuestros de la pasada semana. ¡°Esos locos han querido acabar con la libertad de expresi¨®n y con los valores que forman nuestra Rep¨²blica. Han atentado contra periodistas, polic¨ªas y ciudadanos que iban a hacer la compra. Eso no es Francia. No les tenemos miedo y vamos a resistir¡±, afirm¨®.
Unas horas m¨¢s tarde, una francesa antillana disfrazada de Marianne y erguida junto a una bandera arco¨ªris conviv¨ªa, hombro con hombro, con una musulmana que se dec¨ªa ¡°v¨ªctima del 11-S por la islamofobia que provoc¨®¡± y tem¨ªa volver a serlo ahora. No ten¨ªan nada en com¨²n, si no era la misma indignaci¨®n. En el bulevar Voltaire, pegado al punto de partida, un matrimonio de septuagenarios, descendientes de anarquistas zaragozanos que emigraron en el 39, llevaban un l¨¢piz pegado en cada sien para recordar a los dibujantes ca¨ªdos. ¡°No tenemos miedo al rid¨ªculo. Hemos apoyado a Charlie Hebdo desde el principio. No ha habido semana que no lo compr¨¢ramos. Esta revista es nuestra familia. Sus ideas son las nuestras¡±, dec¨ªan a dos voces.
Un numeroso grupo de j¨®venes jud¨ªos se manifestaban en grupo y numerosas kip¨¢s en la cabeza. ¡°Ante el antisemitismo ambiente, cada vez m¨¢s jud¨ªos franceses se marchan a Israel. Hemos venido a decir que los jud¨ªos franceses tienen que seguir poder viviendo en Francia¡±, dec¨ªa Sacha Grozlan, secretario nacional de la Uni¨®n de Estudiantes Jud¨ªos, que cuenta con 15.000 afiliados. Algo m¨¢s all¨¢, un grupo de pol¨ªticos derechistas de Neuilly-sur-Seine, privilegiado suburbio parisino y antiguo feudo sarkozista, opinaban que esta semana cambiar¨¢ al pa¨ªs para siempre. ¡°Ha habido una toma de conciencia. Francia saldr¨¢ reforzada si logra abrir los ojos. El enemigo est¨¢ en el interior. Habr¨¢ que inventar nuevas formas de desenmascararlo¡±, afirmaba el concejal Arnaud Teull¨¦.
Estos locos han querido acabar con nuestro valores Martine Aubry, exministra francesa
Unos metros por delante, la delegaci¨®n del Consejo de Malienses de Francia sosten¨ªa una caricatura gigante de Charlie Hebdo. ¡°Venimos a protestar contra esos b¨¢rbaros que ensucian el nombre del islam. Soy musulm¨¢n practicante, pero la revista nunca me ofendi¨®. Estas son las reglas de la democracia¡±, explicaba su vicepresidente, Demba Diabira. ¡°Los extremistas pretenden que volvamos a la Edad Media. Este es un combate por la supervivencia de nuestra civilizaci¨®n¡±.
Al descubrir la lista de invitados, hubo quien dud¨® en venir. ¡°Es una verg¨¹enza que ciertos l¨ªderes encabecen la manifestaci¨®n, cuando en sus pa¨ªses oprimen la libertad de expresi¨®n¡±, sosten¨ªa Nathalie Pasternak, presidenta del comit¨¦ representativo de los ucranianos franceses, envuelta en una bandera del pa¨ªs de sus ancestros. Antony, joven profesor de historia en la periferia parisiense, tambi¨¦n dud¨® hasta el ¨²ltimo minuto. ¡°Esta era una marcha de ciudadanos que los pol¨ªticos nos han intentado usurpar¡±, dec¨ªa en el tramo final, a pocos metros de la Plaza de la Naci¨®n. ¡°En realidad, recogemos los frutos de su pol¨ªtica: las banlieues?(barriadas de la periferia) est¨¢n abandonadas y han dejado que los j¨®venes se dirijan a la delincuencia y la radicalidad¡±.
La marcha lleg¨® a su fin. Los ciudadanos acabaron por recuperar el protagonismo que merec¨ªan. Fue un d¨ªa triste y a la vez festivo, que quedar¨¢ marcado en muchas memorias.
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