La vida est¨¢ en otro lado
El pa¨ªs en el que viven Pe?a Nieto y los gobernantes no es exactamente el mismo en el que operan la mayor¨ªa de los mexicanos
El pa¨ªs en el que viven Pe?a Nieto y los gobernantes no es exactamente el mismo en el que operan la mayor¨ªa de los mexicanos. Es cierto que la econom¨ªa informal s¨®lo genera el 25% del PIB, pero ocupa al 60% de la poblaci¨®n trabajadora. Son mexicanos que no pagan impuestos, que no usan un cr¨¦dito bancario, que operan en el subsuelo institucional a lo largo del d¨ªa, y todos los d¨ªas. Una buena porci¨®n de sus actividades transcurre al margen de las normas y leyes que rigen la vida de los otros.
La econom¨ªa informal es a M¨¦xico lo que el inconsciente es a un ser humano. No la queremos ver, asumimos que no existe y en consecuencia la ignoramos. Y no obstante la vida de una persona como la del pa¨ªs y sus habitantes no podr¨ªa explicarse sin esta dimensi¨®n oculta que afecta y condiciona la zona visible que recogen las estad¨ªsticas oficiales. Si la econom¨ªa informal fuera un pa¨ªs y la formal otro pa¨ªs, en realidad la mayor¨ªa de la poblaci¨®n de ambas naciones estar¨ªa viviendo en la frontera. No es que 60% de los mexicanos habiten el subsuelo de la informalidad y el otro 40% est¨¦ confinado a la punta del iceberg emergido. Todos van y vienen en sus trajines diarios para sobrevivir en una sociedad dominada por c¨®digos formales, muchos de los cuales resultan inoperantes.
Si no cont¨¢ramos con el autoempleo, el pa¨ªs que conocemos ya se habr¨ªa desintegrado por la incapacidad del sistema para ofrecer alternativas
Incluso las clases medias y las altas que est¨¢n en el padr¨®n de contribuyentes o reciben correos de los bancos recurren a la informalidad cada vez que les resulta conveniente. Sea para comprar en el tianguis, adquirir pirater¨ªa, pagar servicios dom¨¦sticos en efectivo o simplemente para evadir impuestos. Pero tambi¨¦n la rep¨²blica de la opacidad, los sectores populares, cruzan la l¨ªnea y emergen a la zona iluminada. El comerciante del puesto de tacos de la calle o el due?o del taller clandestino va al banco a pagar el recibo de la luz y del celular o su servicio de televisi¨®n por cable.
El problema no es que existan varios M¨¦xicos. Despu¨¦s de todo, si no cont¨¢ramos con esa enorme v¨¢lvula de escape que es el autoempleo, el pa¨ªs que conocemos ya se habr¨ªa desintegrado por la incapacidad del sistema para ofrecer alternativas a la mayor¨ªa de sus habitantes. No hay sociedad capaz de sobrevivir si resulta inviable para el 60% de sus integrantes. Que se hagan viables a s¨ª mismos en este universo paralelo termina siendo una bendici¨®n que conjura la pesadilla de la inestabilidad cr¨®nica, las revueltas o la desintegraci¨®n.
El problema no es ese, sino el hecho de que se pretenda gobernar como si no existiese.
Escucho a Pe?a Nieto y parece que s¨®lo gobierna para la punta del iceberg en el que vive la minor¨ªa
Escucho a Pe?a Nieto y a su gabinete y me da la sensaci¨®n que s¨®lo hablan y gobiernan para esa punta del iceberg en el que vive la minor¨ªa. O quiz¨¢ estoy siendo injusto y no se trate de un desd¨¦n deliberado sino de un simple reflejo de impotencia. Las palancas y botones sobre el tablero de navegaci¨®n con el que cuentan producen efectos solo en la zona institucional, y muy poco o nulo en el vasto territorio de la informalidad.
Hace unos meses le¨ª el libro del venezolano Mois¨¦s Naim, El fin del poder, en el que da cuenta de la manera en que se ha descentralizado el poder en una mir¨ªada de factores. Los centros tradicionales son incapaces de conservar su influencia por las presiones internacionales cambiantes, las redes sociales, la circulaci¨®n incesante del dinero. Incluso Obama en la Casa Blanca qued¨® paralizado por el Senado y los gobernadores y la compleja trama de intereses a los que sirven.
En el caso de M¨¦xico, la impotencia del gobernante a¨²n es mayor. Una gran porci¨®n del territorio est¨¢ sujeta a demonios inconsecuentes incluso consigo mismos. Se ha dicho, y con raz¨®n, que la tragedia del pa¨ªs reside en el hecho de que los c¨¢rteles de la droga no pertenecen al crimen organizado sino al desorganizado. Y si a esto a?adimos el peso de este universo paralelo de la informalidad, terminamos por entender que el soberano es en realidad soberano de muy pocas cosas.
Se dice que la tragedia del pa¨ªs reside en el hecho de que los c¨¢rteles de la droga no pertenecen al crimen organizado, sino al desorganizado
El riesgo es que la ¨¦lite termine atrincherada, haciendo un gobierno de ficci¨®n detr¨¢s de las murallas que les separan de la mayor¨ªa de los mexicanos. Normas cada vez m¨¢s exigentes de parte de Hacienda como si cada ciudadano tuviese un contador al lado y un servicio de banda ancha perfecto, discursos pol¨ªtico dirigidos a otros pol¨ªticos, decisiones de pol¨ªtica econ¨®mica para los sectores punta de exportaci¨®n. Mientras tanto, cada vez m¨¢s mexicanos se pasan a vivir afuera de las murallas, al margen de la vida institucional crecientemente hueca y ficticia.
Tengo la impresi¨®n de que en Los Pinos no se han dado cuenta de que la vida ya est¨¢ en otro lado y no en los espejos cortesanos que rodean al presidente.
Twitter: @jorgezepedap
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