Las puertas del infierno

Todos hemos escuchado en tertulias y redes, nuestro patio de vecinos, que mejor nos habr¨ªa ido si las primaveras ¨¢rabes hubieran fracasado y ahora tuvi¨¦ramos todav¨ªa a los guardias de la porra vigilando a los fundamentalistas. En Egipto ya ha sucedido: Al Sisi hace las veces de Mubarak, y mejor. En Yemen puede que vaya a suceder en los pr¨®ximos d¨ªas: Sal¨¦ hijo puede suceder a Sal¨¦ padre. La guerra civil cabalga a sus anchas en Libia y tambi¨¦n en Siria, donde propiamente se han abierto las puertas del infierno o, lo que es lo mismo, de un califato sangriento, cumpli¨¦ndose as¨ª la amenaza del caos con la que todo dictador enfrenta la demanda de democracia.

Vlad¨ªmir Putin es quien mejor ha contado esta historia, como un cuento moral por persona interpuesta: Ramz¨¢n Kad¨ªrov, jefe de clan y g¨¢nster cauc¨¢sico, su hombre fuerte en Chechenia y presidente regional, ha reunido a centenares de miles de sus conciudadanos en una manifestaci¨®n para protestar contra Charlie Hebdo y defender el honor del profeta Mahoma. Kad¨ªrov combati¨® contra la guerrilla separatista, ha eliminado a disidentes y periodistas molestos, mantiene bajo vigilancia los brotes yihadistas y carga la autor¨ªa de los asesinatos de Par¨ªs a los servicios occidentales, a los que acusa de crear el Estado Isl¨¢mico.

La f¨¢bula contraria es la que nos cuenta el presidente de Nigeria, Jonathan Goodluck, que se solidariza con Francia por la matanza de Par¨ªs pero, para no estropear su campa?a electoral, hace como que no se entera de la muerte de 2.000 personas y la destrucci¨®n de una ciudad en el norte de su pa¨ªs por parte de Boko Haram. Su ejemplo encaja con la narrativa de Putin: a eso llevan la democracia, la libertad de expresi¨®n y las conspiraciones occidentales.

No hay lobos solitarios, criados y crecidos en la marginalidad suburbial

Esta es una larga historia, que no cabe en la percepci¨®n presentista que estimulan los medios digitales. Nada de lo que est¨¢ sucediendo se entiende sin la crisis de las vi?etas de Mahoma publicadas por el diario dan¨¦s Jyllands-Posten en 2005. Los dictadores que ahora alguien echa en falta, normalmente socios y aliados occidentales, incluso en las sucias tareas del antiterrorismo, son los que lanzaron a las masas isl¨¢micas a manifestarse contra las caricaturas. Lo acreditan los cables de Wikileaks, donde se documenta c¨®mo el Gobierno sirio dio ¨®rdenes a los imames para que convocaran manifestaciones al salir de la plegaria del viernes y luego organizaron los tumultos hasta la destrucci¨®n de consulados y embajadas. Al igual que el Gobierno egipcio de Hosni Mubarak, que encabez¨® la ofensiva internacional contra Dinamarca como advertencia dirigida a Washington ante las presiones democratizadoras.

La f¨¢bula que ha saltado por los aires es la de los lobos solitarios, criados y crecidos en los suburbios marginales. Surgen de las puertas del infierno, que cuentan con sat¨¢nicos conserjes, aliados nuestros por cierto, perfectamente instruidos sobre cu¨¢ndo y c¨®mo hay que abrirlas.