Tres lecturas del 27-S
Las elecciones catalanas del 27 de septiembre de 2015 ser¨¢n diferentes de todas las otras elecciones celebradas en Catalu?a desde 1980. Lo ser¨¢n incluso para los que no quieren que sean diferentes en nada.
Los elementos diferenciales son muchos, empezando por su convocatoria con tanta anticipaci¨®n: ser¨¢n anticipadas en la fecha de celebraci¨®n, 14 meses antes de lo que correspond¨ªa; y lo ser¨¢n en el anuncio, muchos d¨ªas antes del plazo m¨ªnimo establecido por la ley para anunciarlas: una vez acordado que ser¨ªan en oto?o, y antes de las generales espa?olas, el presidente ha querido tirar la llave de la disoluci¨®n sin dejarse margen a s¨ª mismo para fijar el d¨ªa exacto.
La diferencia fundamental entre estas elecciones y otras anteriores es la lectura que har¨¢n los diferentes actores, gobiernos, partidos, medios de comunicaci¨®n y, sobre todo, opiniones p¨²blicas. Las lecturas depender¨¢n de los resultados, l¨®gicamente, y poca cosa podemos decir a estas alturas, al margen de que sabemos que ser¨¢n definitorias de una redistribuci¨®n del voto, y por lo tanto del poder pol¨ªtico, y que necesariamente tiene que salir un Parlamento m¨¢s plural y fragmentado.
Hay tambi¨¦n una lectura diametralmente opuesta, como elecciones s¨®lo auton¨®micas: la mayor¨ªa que salga tendr¨¢ derecho a promover iniciativas de reforma del Estatut y de la Constituci¨®n, pero en ning¨²n caso a emprender actuaciones que desborden la legalidad y sobre todo que contradigan a la Constituci¨®n respecto a la unidad de Espa?a. Quienes hagan la tercera lectura entender¨¢n que Artur Mas quiere proponer para el 2015 lo que ten¨ªa que haber propuesto el 2012, es decir, la independencia sin m¨¢s adjetivos Toda propuesta que salga de los marcos legales, seg¨²n esta l¨®gica, ser¨¢ recorrida y anulada desde el Gobierno de Madrid. Si la mayor¨ªa parlamentaria no llega a los dos tercios necesarios para reformar el Estatut, tal como establece el Estatut mismo, la fuerza para emprender el proceso pretendidamente constituyente ser¨¢ todav¨ªa menor: se har¨¢ dif¨ªcil entender que se pueda conseguir lo m¨¢s dif¨ªcil, la independencia, si no se cuenta con la mayor¨ªa para lo que es m¨¢s f¨¢cil, como es reformar el Estatut.
Todav¨ªa hay una tercera lectura, que elude tanto la clave plebiscitaria como la restricci¨®n del constitucionalismo inmovilista. Es la que atiende al principio democr¨¢tico que la Constituci¨®n espa?ola ampara y que han consagrado de forma expl¨ªcita para este tipo de casos tanto el Tribunal Supremo del Canad¨¢ como despu¨¦s la ley canadiense de la claridad. Uno y otra nos vienen a decir que no se puede eludir la expresi¨®n reiterada de la voluntad democr¨¢tica de los habitantes de un territorio muy delimitado y homog¨¦neo que manifiestan su deseo mayoritario de separarse, y que esto se tiene que hacer negociando antes los t¨¦rminos de la celebraci¨®n de una consulta, una pregunta clara, los porcentajes m¨ªnimos de participaci¨®n y la interpretaci¨®n de los resultados.
El primer paso para que se pueda producir esta lectura lo tienen que hacer quienes quieren la independencia, expresando su prop¨®sito sin tergiversaciones, como las que rodearon en las elecciones del 2012 a la candidatura de CiU respecto a un impreciso y discutido derecho a decidir y a una opci¨®n todav¨ªa m¨¢s ambigua sobre el Estado independiente dentro de Europa. Quienes hagan la tercera lectura entender¨¢n que Artur Mas quiere proponer para el 2015 lo que ten¨ªa que haber propuesto el 2012, es decir, la independencia sin m¨¢s adjetivos, y que, en consecuencia, si gana el frente de partidos que hayan ido a las urnas con este objetivo, el Gobierno del Estado no tendr¨¢ m¨¢s remedio que sentarse a negociar con estos partidos la forma, la fecha, la pregunta y las mayor¨ªas exigibles en una consulta legal.
Esto no es la tercera v¨ªa. La tercera v¨ªa es la reforma de la Constituci¨®n que reconozca para Catalu?a los blindajes competenciales, sobre todo en lengua y cultura, y las necesidades de autogobierno fiscal y que introduzca adem¨¢s las reformas institucionales que coronen el Estado federal. La tercera v¨ªa, en la medida que exista como opci¨®n cre¨ªble, puede incidir en el resultado de las elecciones del 27-S, como pod¨ªa haber incidido antes y ahorrado buena parte del proceso, dado que sabemos que una parte importante de la opini¨®n catalana es lo que realmente quer¨ªa y quiz¨¢s todav¨ªa quiere obtener de todo este largo l¨ªo.
La tercera lectura del resultado, la m¨¢s improbable y en cambio la m¨¢s beneficiosa, es otra cosa y tendr¨ªa que servir para todo el mundo, independentistas e inmovilistas constitucionales, adem¨¢s l¨®gicamente de los federalistas, porque no es una v¨ªa intermedia si no la v¨ªa del di¨¢logo y del pacto entre todos que hasta ahora no se ha producido. Sus ventajas son muy claras: sigue la mejor jurisprudencia internacional (Quebec y Escocia); permite una lectura di¨¢fana, dentro y fuera de Espa?a, instituciones internacionales incluidas, y conducir¨ªa a celebrar las elecciones del 27-S con un acuerdo previo de todas las partes y la garant¨ªa por lo tanto de que no se producir¨¢ una pelea interpretativa sobre los resultados, con el pernicioso efecto que pueda tener sobre su legitimidad.
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