Un caso que indigna y obsesiona a Argentina
Muchos ciudadanos est¨¢n convencidos de que Nisman muri¨® asesinado La sociedad contempla incr¨¦dula y hastiada la trepidante investigaci¨®n policial
Hace diez minutos que la presidenta Cristina Fern¨¢ndez acaba de colgar en su p¨¢gina web una larga carta en la que, en contra de lo que el Gobierno afirmaba en un primer momento, asegura no creer que el fiscal Alberto Nisman se haya suicidado. En el vest¨ªbulo de un hotel del barrio de la Recoleta, Germ¨¢n Bescondo, de 43 a?os, mira hipnotizado la pantalla del ordenador desde donde rastrea su red de contactos de Twitter, todos relativos a un caso que conmociona y obsesiona al pa¨ªs. A la primera oportunidad Bescondo se lanzaba este jueves a hablar: ¡°Mire. Primero dicen que la puerta de departamento de Nisman estaba cerrada por dentro y que nadie pod¨ªa haber entrado. Ergo... suicidio. Bien. Llaman a un cerrajero y resulta que la abre en menos de un minuto con un alambre. Dice que tard¨® m¨¢s en recoger las herramientas. ?Esto es serio?¡±.
"Se tiene que saber qui¨¦n es el asesino para evitar la impunidad", dice un empresario
La sociedad argentina asiste entre incr¨¦dula, decepcionada y hastiada a la trepidante investigaci¨®n policial ¡ªy desarrollo pol¨ªtico¡ª de la muerte de Nisman de un disparo en la sien, acaecida el domingo, un d¨ªa antes de comparecer en la C¨¢mara de Diputados para explicar por qu¨¦ acusaba a la presidenta Fern¨¢ndez y a otros miembros del Gobierno de encubrir a los terroristas que asesinaron a 85 personas en un atentado con coche bomba en 1994. La sospecha de Bescondo es seguida por la mayor¨ªa: todos los consultados consideran que la muerte de Nisman deriva, d¨ªa a d¨ªa, prueba a prueba, hacia un asesinato disfrazado de suicidio simulado.
Mientras Bescondo rastrea en su ordenador m¨¢s pistas, en la televisi¨®n de la pared de atr¨¢s un presentador informa del bloqueo de una autopista cercana por parte de un grupo de trabajadores. ¡°Bueno, pero aqu¨ª no pasa nada. Aqu¨ª nos hemos acostumbrado al delito, a que cada uno haga lo que quiera. Aqu¨ª se mata a un fiscal y no pasa nada...¡±.
Manuel Antonio Formosa, un exgerente de banco reconvertido en taxista por esas vueltas que da la vida (¡°como soy decente, manejo el taxi¡±), informado hasta el ¨²ltimo detalle del caso, asegura: ¡°Yo le¨ª muchas novelas policiales. El g¨¦nero policial tiene mucha historia. Pero estos que han hecho esto se la pasan improvisando. Desde el primer momento supe que era un asesinato. Tal vez no del Gobierno, o s¨ª, o de los Servicios de Inteligencia, o de los iran¨ªes, qu¨¦ s¨¦ yo¡±. Y luego a?ade, llegando a la plaza de Mayo: ¡°Encima, la presidenta, en vez de salir y hablar a la naci¨®n, en vez de tranquilizarla, se dedica a comentadora de notas policiales en Facebook. Esto no pasa ya ni en las pel¨ªculas¡±.
En la plaza de Mayo, un guardia de seguridad deja entrar y salir coches a un garaje. Una de las oficinas del edificio estaba alquilada precisamente por el equipo de la fiscal¨ªa de Nisman. ¡°Nosotros le d¨¢bamos todos los d¨ªas el paso al doctor y a sus guardaespaldas¡±, comenta el guardia. A la pregunta de si se va a saber la verdad, a?ade: ¡°Fue un asesinato, de eso no tengo duda. Ese hombre no estaba para matarse¡±. Daniel ?lvaro, un empresario, a?ade: ¡°Se tiene que saber qui¨¦n es el asesino, no por ¨¦l solo, sino por todos, por el pa¨ªs, para que no nos creamos que vivimos en una sociedad en la que todo queda impune. Aunque creo que no se va a saber¡±.
En las televisiones se suceden expertos en bal¨ªstica, en armas, en rigidez cadav¨¦rica, en investigaciones policiales. El pa¨ªs sigue en suspenso el caso. Un ejemplo es la nube de periodistas apostada en la calle Tucum¨¢n, frente a la sede del Ministerio P¨²blico Fiscal de Argentina. Dentro del edificio, en ese momento, declara la madre de Nisman. Su testimonio es relevante, ya que fue una de las primeras personas en enterarse de la muerte y en ver el cad¨¢ver. Al lado del enjambre de periodistas y de c¨¢maras de televisi¨®n, un curioso se acerca y dice:
¡ªAqu¨ª todos piensan que lo han matado.
¡ª?Y usted? ?Qu¨¦ piensa usted?
¡ªYo tambi¨¦n pienso que lo han matado.
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