El espejismo de la revoluci¨®n
?Es el acuerdo de Gobierno de Syriza con la derecha nacionalista y antieuropea una nueva edici¨®n del famoso pacto a la griega entre conservadores y comunistas de 1989?
¡°El sol brilla, los cajeros dan dinero y la gente ha ido a trabajar¡±, ha dicho esta ma?ana un portavoz de Syriza. La victoria de la izquierda radical griega no ha supuesto ning¨²n cataclismo como auguraban ¡°las Casandras de dentro y de fuera de Grecia¡±, como dijo este domingo por la noche su l¨ªder Alexis Tsipras, y efectivamente este lunes las calles de Atenas presentaban el mismo aspecto rutinario de un lunes cualquiera. Las extrapolaciones pol¨ªticas de lo ocurrido en este pa¨ªs son tentadoras pero generalmente err¨®neas y el pacto de Gobierno entre Syriza y la derecha nacionalista y antieuropea de ANEL (Griegos Independientes) habr¨¢ desconcertado a quienes imaginaron un tel¨²rico cambio de sistema y la revoluci¨®n un poco m¨¢s cerca.
Ni Espa?a es Grecia ni Syriza es Podemos. Ni por el tama?o de sus econom¨ªas ni por la profundidad y gravedad de la crisis es posible equiparar ambos pa¨ªses. Basten unos datos: Grecia ha perdido en los ¨²ltimos seis a?os una cuarta parte de su riqueza nacional (25% del PIB), y, en una poblaci¨®n de 10 millones, 200.000 funcionarios perdieron sus empleos y otros 200.000 griegos, en su mayor¨ªa j¨®venes, abandonaron el pa¨ªs. Ni en Syriza existen enso?aciones chavistas ni pretensiones de hegemon¨ªa cultural empezando por la falsificaci¨®n de la historia reciente del pa¨ªs.
Tampoco es Izquierda Unida, aunque en el pasado haya existido cierta afinidad. Las ra¨ªces de Syriza se encuentran en el antiguo Partido Comunista del Exterior, eurocomunista, que acab¨® derivando en una coalici¨®n de grupos de izquierdas y ecologistas llamada Synaspism¨®s, que tuvo durante una d¨¦cada una meritoria actividad pol¨ªtica y electoral ¨Cel propio Tsipras dio la sorpresa al lograr un 10,5% de los votos como candidato a la alcald¨ªa de Atenas en 2006- y que es la base del actual partido ganador de las elecciones del domingo, un triunfo alcanzado a lomos de una crisis econ¨®mica, esta s¨ª tel¨²rica, y unas medidas de austeridad asfixiantes para la poblaci¨®n.
Por la misma raz¨®n, resulta temerario establecer paralelismos entre el partido espa?ol Ciudadanos y el griego To Potami (El R¨ªo), un grupo creado el pasado marzo por uno de los m¨¢s prominentes empresarios de la construcci¨®n de este pa¨ªs con un l¨ªder, periodista de televisi¨®n, sin prestigio profesional o intelectual. O preguntarse como hace Financial Times si Tsipras ser¨¢ Lula o Ch¨¢vez. La pregunta correcta m¨¢s bien ser¨ªa si el l¨ªder de Syriza podr¨ªa llegar a ser Andreas Papandreu.
La respuesta no es f¨¢cil. El viejo le¨®n del Pasok inocul¨® el populismo en la pol¨ªtica griega y su carisma marc¨® una ¨¦poca. Su autoritarismo, su liderazgo indiscutido en el partido y su comprensi¨®n del escenario internacional de entonces no parecen darse en el caso de Tsipras. Tampoco tendr¨¢ ¨¦ste ahora la ventaja del generoso flujo de fondos europeos. Pero el viejo Papandreu logr¨® convertir, elecci¨®n tras elecci¨®n, un peque?o partido de izquierdas en una organizaci¨®n de masas y abandonar su exaltada ret¨®rica por el pragmatismo.
Tsipras y Syriza pertenecen al bizantino contexto de la pol¨ªtica griega aunque su ¨¦xito se deba, en gran parte y, esto s¨ª es global, al fracaso de los partidos tradicionales y al descr¨¦dito de las clases dirigentes. El propio pacto de Gobierno si se limita a llevarlo a cabo con la rancia derecha de los Griegos Independientes -contrarios a la separaci¨®n de Iglesia y Estado, al matrimonio gay y al acuerdo permanente con Turqu¨ªa-, sorprendente en otras latitudes, tiene aqu¨ª un precedente: el famoso ¡°pacto a la griega¡± entre conservadores y comunistas con objeto de limpiar (la c¨¦lebre ¡°catarsis¡±) los establos del Estado despu¨¦s de un c¨²mulo de esc¨¢ndalos de corrupci¨®n que se sald¨® con un sonoro fracaso.
El nuevo primer ministro griego va a necesitar reunir un s¨®lido consenso nacional para reforzar su posici¨®n negociadora con la troika (UE, BCE, FMI) y al tiempo manejar con habilidad las enfermedades infantiles del izquierdismo dentro de su propio partido. La esperanza prometida tiene un precio y los acreedores europeos e internacionales no son conocidos por su sentimentalismo. Habr¨¢ que esperar para saber si esa especie de frente de rechazo a Europa acordado con los Griegos Independientes suma o resta. Pero existe el riesgo, como advert¨ªa hace unos d¨ªas el comentarista pol¨ªtico Alexis Papachelas en el diario Kathimerini: ¡°Que el tren de Europa pase por delante de nosotros y ni tan siquiera nos demos cuenta o incluso peor que nos deje atr¨¢s porque esper¨¢bamos en el and¨¦n equivocado a la hora equivocada¡±.
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