Una luz en medio de la nada
Una iniciativa de la ONU lleva iluminaci¨®n a los campos de refugiados donde millones de personas viven en duras condiciones
![Kareem y sus nietos juegan al ajedrez en el campo de refugiados sirios de Al Azrq, en Jordania.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/PXJ2ZWLDVZDHPERNBVEWV2CBMA.jpg?auth=9bd7421460f86fac876835532c58f8aadafa76e569534014a57dc60325896517&width=414)
Hay cosas en el Occidente acomodado que uno da por sentadas: abrir el grifo y que corra el agua; tener hambre y encender el gas para cocinar; si enfermas, acudir a un hospital. Sin embargo, para muchas personas en muchas partes del mundo esto no es verdad, empezando por los 52 millones de personas que en la actualidad viven lejos de su hogar como consecuencia de conflictos, guerras y persecuciones diversas. De estos desplazados, aproximadamente 17 millones son refugiados y de ellos la mayor parte est¨¢n bajo el amparo de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en los cientos de campos que la organizaci¨®n tiene por el mundo. "Muchos est¨¢n viviendo en medio de la nada", explica Maria ?ngeles Siemens, directora general del Comit¨¦ espa?ol de la ACNUR.
¡°En medio de la nada¡± significa eso mismo: ¡°en lugares inh¨®spitos donde lo primero suele ser cavar pozos para aprovisionarse de agua, proporcionarles un techo para cobijarse, comida para sobrevivir y combustible para cocinar¡±. La educaci¨®n y la salud vienen despu¨¦s, pero en muchos casos necesidades menos prioritarias, como tener luz el¨¦ctrica cuando llega la noche, se postergan debido a los imponderables humanitarios. Y, a veces, las consecuencias son tremendas.
Con una simple l¨¢mpara solar las violaciones se reducen y los ni?os pueden estudiar de noche
¡°Es increible c¨®mo le cambia la situaci¨®n a la gente tener luz para continuar su vida despu¨¦s de que cae el sol¡±, cuenta desde Etiop¨ªa el cooperante Jos¨¦ Antonio Le¨®n Barrena, que lleva m¨¢s de seis a?os trabajando con la ACNUR y ha pasado antes por Sudan, Somalia y Afganistan. ¡°Cuando cae la noche los campos de refugiados se convierten en lugares muy inseguros por la falta de iluminaci¨®n. Muchas mujeres sufren abusos sexuales cuando van a las letrinas o al salir a buscar le?a para cocinar¡±, explica Barrena desde la oficina de ACNUR en Adis Abeba, desde donde se atiende la situaci¨®n de 660.000 refugiados de diversos conflictos. ¡°Con una simple luz desciende el n¨²mero de agresiones y de violaciones... Pero no es solo la seguridad. Con una l¨¢mpara los ni?os ya pueden estudiar de noche y las familias reunirse y socializar¡±, asegura.
Con el fin de aliviar esta situaci¨®n, por segundo a?o consecutivo la ACNUR y la Fundaci¨®n IKEA llevan adelante un proyecto conjunto para proporcionar l¨¢mparas solares e instalar iluminaci¨®n sostenible en los campos de refugiados. As¨ª, por cada bombilla LED vendida por la empresa sueca en sus tiendas de todo el mundo desde el 1 de febrero al 28 de marzo, su fundaci¨®n donara un euro para el proyecto El poder de la luz, que el a?o pasado recaud¨® 7,7 millones de euros (500.000 en las 15 tiendas de Espa?a), y benefici¨® a 350.000 refugiados en Etiop¨ªa, Chad, Bangladesh y Jordania. ¡°Este a?o se espera beneficiar a 380.000 refugiados en los mismo paises, y adem¨¢s se agrega Sud¨¢n¡±, indica la directora de la oficina de ACNUR en Espa?a.
Una de las situaciones que hoy m¨¢s preocupa es la de los 3.800.000 refugiados sirios que en poco m¨¢s de dos a?os han desbordado a las organizaciones humanitarias en Turqu¨ªa, Libano y Jordania. En este ¨²ltimo pa¨ªs, en el campo de Al Azraq ¡ªdonde en verano la temperatura puede alcanzar los 46 grados Celsius¡ª se encuentra Kareem. Tiene 65 a?os, y desde que le han proporcionado una l¨¢mpara que se carga con la luz solar puede ense?ar ajedrez a sus nietos en la precaria vivienda que habita con su familia. ¡°Despu¨¦s de la guerra, estos peque?os placeres son la vida¡±, dice.
?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.