Chez Amina, comida africana a la salud de Strauss-Kahn
La mujer que denunci¨® por violaci¨®n al entonces director gerente del FMI regenta un restaurante en el Bronx, en Nueva York
Rodeado de la inevitable nieve de estos d¨ªas en Nueva York, enfrentado a una iglesia pentecostal y flanqueado por una discreta mezquita (¡°Dios es grande¡±), un supermercado, una gestor¨ªa y una tienda de comida halal (elaborada seg¨²n la ley isl¨¢mica), el restaurante Chez Amina no destaca en el paisaje comercial de la Boston Road del Bronx. Una humilde palmera en el luminoso entre las palabras Chez y Amina ofrece un curioso contraste con el entorno helado, pero nada m¨¢s llama la atenci¨®n de los encogidos peatones. Hasta estos d¨ªas, cuando se ha conocido que la due?a del local es Nafissatou Diallo, la limpiadora que acus¨® en mayo de 2011 al entonces director del Fondo Monetario Internacional y aspirante a la presidencia de Francia, Dominique Strauss-Kahn, de atacarla sexualmente en una suite del hotel Sofitel de Manhattan.
Diallo abri¨® el restaurante el 16 de mayo del pasado a?o, seg¨²n reza en la p¨¢gina del local en Facebook. Sin embargo, ha sido necesario el inicio del juicio por proxenetismo en Francia contra Strauss-Kahn nueve meses despu¨¦s para que los medios hayan vuelto a interesarse por la mujer. En las ¨²ltimas horas, buena parte de la clientela del restaurante han sido periodistas hambrientos no de las especialidades culinarias del ?frica occidental, sino de alguna imagen o de las palabras de la inmigrante guineana. Con nulo ¨¦xito hasta el momento.
Este jueves por la ma?ana el local est¨¢ vac¨ªo. Aunque abre temprano, a las 5 de la madrugada, todav¨ªa es pronto para que las mesas se llenen y los contenedores de comida para llevar comiencen a humear. Cuatro mujeres de origen africano cocinan a la vista de todos. Una de ellas atiende a EL PA?S. ¡°No le puedo decir si Nafissatou vendr¨¢ hoy. Le puedo servir comida o caf¨¦, pero no le puedo responder a eso¡±, comenta la joven, procedente de Yibuti, con una educada sonrisa. Detr¨¢s de ella, varios billetes falsos pegados en la pared rodean un aviso para los clientes: ¡°Debido a los problemas actuales con billetes falsos, todos los de m¨¢s de diez d¨®lares deben ser escaneados para comprobar su autenticidad. Por favor, sean pacientes¡±.
Chez Amina, tal y como reza en su toldo, sirve comida africana, americana e hispana. Tambi¨¦n ofrece entregas a domicilio y servicio de c¨¢terin. Sus clientes habituales son los inmigrantes africanos de la zona, taxistas de diversas nacionalidades que paran para reponer fuerzas y trabajadores de los alrededores. ¡°Es un buen restaurante. La comida es buena. S¨¦ qui¨¦n es la due?a, pero no me importa su pasado. Nunca hablamos de eso. Yo vengo, compro mi comida y me vuelvo al trabajo¡±, asegura un inmigrante de Mal¨ª, empleado en la tienda de comida halal cercana, antes de abandonar el local con su almuerzo en una bolsa. El hombre prefiere no dar su nombre.
Otros clientes huidizos abordados estos d¨ªas por los medios aseguran que la due?a es discreta y trabajadora. Que suele colocarse tras la caja o ayuda con las mesas cuando la afluencia de comensales lo exige. Los hechos por los que su rostro recorri¨® el mundo entero son algo extra?o en este local alejado del ajetreo de Manhattan y del esc¨¢ndalo que todav¨ªa mantiene en vilo a Francia. Strauss-Kahn queda muy lejos del multicultural Bronx.
Diallo alcanz¨® un acuerdo econ¨®mico con su agresor, cuyos t¨¦rminos se desconocen, a cambio de retirar la demanda civil que interpuso al no prosperar al procedimiento penal por violaci¨®n y abusos sexuales. La prensa francesa especul¨® con que la mujer recibi¨® 1,5 millones de d¨®lares, pero el dato nunca fue confirmado. Desde ese pacto, alcanzado en diciembre de 2012, Diallo hab¨ªa permanecido fuera de los focos. Fue la prensa francesa la que destap¨® estos d¨ªas la existencia del negocio del Bronx.
¡°Este restaurante es mi nueva vida. Volv¨ª a esta zona porque siempre he vivido aqu¨ª. Yo no s¨¦ permanecer de brazos cruzados. Me esfuerzo en dar a mi hija la mejor vida posible. Tambi¨¦n quiero ofrecer a la ciudad de Nueva York un buen restaurante afroamericano¡±, declar¨® por tel¨¦fono al rotativo Le Parisien. Cuando el autor de la informaci¨®n le pregunt¨® por Strauss-Kahn, Diallo respondi¨® tajante: ¡°Tenemos un acuerdo secreto. No podemos hablar de ello. Nada va a cambiar. Y no puedo hablar con la prensa. ?Est¨¢ claro?¡±. Estos d¨ªas, cuando aparece por el restaurante, se niega a hablar con los periodistas. Su antiguo abogado, Douglas Wigdor, ha advertido en una entrevista reciente que el acoso est¨¢ castigado por las leyes del Estado de Nueva York y que su antigua protegida no tiene previsto hacer declaraciones a los medios.
Chez Amina ofrece comida halal, adem¨¢s de 16 tipos de hamburguesas, sopas, quesadillas de pollo, calamares fritos y otros platos m¨¢s comunes. Los precios de la ¡°mejor cocina de Nueva York¡±, como reza en la carta, oscilan entre los 4,50 d¨®lares de dos huevos fritos con patatas y tostadas para desayunar hasta los 22,99 d¨®lares de un solomillo, el plato m¨¢s caro. El establecimiento no sirve bebidas alcoh¨®licas.
La decoraci¨®n es discreta, sobria, con aroma a nuevo. Sillas y sillones de imitaci¨®n de piel rodean las mesas de madera. Cuatro televisores cuelgan de las paredes. Una pantalla tras el mostrador ofrece los 16 puntos de vista de las c¨¢maras de seguridad, un despliegue que se antoja excesivo para las dimensiones del local. Una de las televisiones muestra im¨¢genes coloristas de un canal senegal¨¦s. En otra, la CNN ofrece en directo el discurso del presidente Barack Obama en el tradicional Desayuno Nacional de Oraci¨®n. "Ning¨²n Dios aprueba el terror¡±, afirma el l¨ªder estadounidense entre la indiferencia de las trabajadoras de Chez Amina.
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