¡°Si no est¨¢n vivos no importa, queremos sus restos¡±
La desaparici¨®n forzada de seis hombres en 2011 al norte de M¨¦xico muestra los excesos en la guerra contra el narco
En el armario de Oralia Villase?or se apilan los regalos que ha comprado a su esposo por el 14 de febrero, el d¨ªa de San Valent¨ªn. ¡°Este a?o le voy a comprar unas sandalias. Se las voy a adornar con peluches o con paletas de corazones¡±, piensa en voz alta mientras habla por tel¨¦fono en la entrevista. En su casa guarda tres obsequios, uno por cada a?o de ausencia. La ¨²ltima vez que vio a Fortino fue el cinco de junio de 2011, cuando ocho marinos de la Armada de M¨¦xico golpearon la puerta de su casa y se lo llevaron.
Oralia y sus hijos viven en un barrio popular de Nuevo Laredo, una ciudad fronteriza con Estados Unidos en Tamaulipas, un Estado al noreste de M¨¦xico que ha sido escenario de la sanguinaria lucha por el territorio que han protagonizado el Cartel del Golfo y Los Zetas desde 2005. La guerra contra el narcotr¨¢fico agreg¨® otro elemento a una complicada ecuaci¨®n: la presencia de las fuerzas armadas. Marinos de la Armada, soldados del Ej¨¦rcito y la Polic¨ªa Federal patrullaron la zona como parte de la estrategia contra el crimen organizado.
¡°Una voz le dijo ¡®Ven, te vamos a tomar las huellas¡¯. Esperamos diez, quince, veinte minutos y no regres¨®¡±, recuerda Oralia. A pocos kil¨®metros otra familia vivi¨® una tragedia similar esa noche. Entre el cuatro y el cinco de junio se perdi¨® el rastro de seis hombres. Fortino Mart¨ªnez, Jos¨¦ Cruz D¨ªaz, H¨¦ctor Rodr¨ªguez, Mart¨ªn Rico, Diego Omar Guill¨¦n y Usiel G¨®mez Rivera fueron detenidos sin ¨®rdenes de aprehensi¨®n o de cateo.
La Secretar¨ªa de Marina neg¨® categ¨®ricamente "que personal naval haya participado en dichas detenciones"
Lo que se sabe de esa noche es gracias a Oralia, que movida por la indignaci¨®n decidi¨® seguir al convoy de marinos que se llev¨® a su esposo. Antes del amanecer llegaron al Motel Santa M¨®nica. ¡°Yo les dec¨ªa: ah¨ª lo tienen, d¨ªganme por qu¨¦. ?Cu¨¢l es el motivo?¡± Oralia y sus familiares grabaron la escena en v¨ªdeo. Las im¨¢genes ayudaron a defenderse de una de las armas usadas por las autoridades: la mentira.
Diez d¨ªas despu¨¦s del arresto la Secretar¨ªa de Marina (SEMAR) hizo p¨²blico el comunicado 195/2011 donde neg¨® categ¨®ricamente ¡°que personal naval haya participado en dichos aseguramientos¡±. Las autoridades dijeron a los familiares que era probable que narcos disfrazados con uniforme hubieran secuestrado a las v¨ªctimas.
El v¨ªdeo de Oralia ech¨® por tierra esa versi¨®n. Esa noche un carro fue grabado entre los veh¨ªculos oficiales de la Armada en el motel. Era el auto de Usiel G¨®mez Rivera, uno de los desaparecidos. Su hermana Ana lo reconoci¨® en las im¨¢genes.
Esto hizo corregir la versi¨®n de la Armada. En otro comunicado (216/2011) admiten que tuvieron ¡°contacto con seis de las personas presuntamente detenidas¡±. La tercera versi¨®n, que sum¨® a la confusi¨®n en torno a este caso, la dio la Procuradur¨ªa General de la Rep¨²blica (PGR; la fiscal¨ªa) a Amnist¨ªa Internacional. La fiscal¨ªa asegur¨® que estas personas hab¨ªan sido amenazadas por los Zetas y que hab¨ªan ofrecido protecci¨®n. Las autoridades aseguraron que hab¨ªan dejado a Fortino y a los otros cinco hombres en una estaci¨®n de autobuses del pueblo Miguel Alem¨¢n el seis de junio. Dos taxistas, dijo la PGR, hab¨ªan sido testigos de eso.
La Comisi¨®n Nacional de Derechos Humanos (CNDH), la defensor¨ªa del pueblo, asegur¨® en una investigaci¨®n que los ch¨®feres citados por las autoridades no exist¨ªan. ¡°Solo diez personas trabajan como taxistas ah¨ª. Ninguna conoce a esas personas¡±, concluy¨® la CNDH en 2012. La investigaci¨®n y las autoridades han dejado claro que ninguno de los desaparecidos formaba parte de alg¨²n grupo del narcotr¨¢fico.
La CNDH emiti¨® una recomendaci¨®n a la Secretar¨ªa de Marina por violaciones graves de derechos humanos. La Armada pag¨® indemnizaciones a las familias de los desaparecidos. ¡°Es una cantidad risible, una burla¡±, asegur¨® Raymundo Ramos, abogado de las v¨ªctimas. ¡°El pago no condiciona a desistir de las demandas¡±, explic¨®. Dos familias han huido a Estados Unidos para tratar de pasar p¨¢gina. Una m¨¢s se ha mudado a Nuevo Le¨®n.
La justicia est¨¢ muy lejos de hacerse presente en este caso. ¡°La averiguaci¨®n contin¨²a abierta, pero a casi cuatro a?os de los hechos no hay un solo marino consignado a pesar de que existe un v¨ªdeo que identifica a los responsables¡±, afirm¨® Ramos. Las familias est¨¢n resignadas. ¡°Quieren conocer el paradero de sus familiares. En las condiciones que se encuentren. Si no est¨¢n vivos no importa, queremos sus restos¡±, dice el abogado.
Este es uno de los casos que ha llegado a Ginebra al comit¨¦ contra desapariciones forzadas de la ONU. En M¨¦xico, Oralia ha buscado una explicaci¨®n para entender las penas que ha dejado en su casa el paso del torbellino de la guerra contra el narcotr¨¢fico. Se ha refugiado en la religi¨®n. Con fe cristiana asegura que ver¨¢ volver a su esposo a casa. Y por gozar un instante de felicidad suele imaginar la cara que pondr¨¢n sus hijos y su suegra cuando Fortino vuelva a cruzar el umbral de casa. Despu¨¦s, con un dejo de amargura, dice:
-¡°Yo le pido a Dios que incomode a los marinos. Que no los deje vivir tranquilos. Le digo: ¡®t¨®cales su coraz¨®n. Que sepan que hicieron mal¡±.
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