El artista a cuya cabeza Al Qaeda puso precio
Los fan¨¢ticos islamistas piden 74.000 euros por ver muerto al sueco Lars Vilks, una cantidad que sube si se le deg¨¹ella
Su cabeza tiene un precio: 74.000 euros. Una cantidad que puede subir hasta los 110.000 euros si se le sacrifica ¡°como a un cordero¡±, que, en t¨¦rminos religiosos, supone ser degollado. Lars Vilks (Helsingborg, Suecia, 1946) lleva en la diana de los fan¨¢ticos islamistas desde que en 2007 exhibi¨® en una galer¨ªa de arte de la ciudad sueca T?llerud un pu?ado de caricaturas del profeta Mahoma con forma de perro.
La exhibici¨®n, que fue rechazada por varios museos por motivos de seguridad, dur¨® muy pocos d¨ªas, pero la mecha de la pol¨¦mica prendi¨® en toda Europa cuando algunos peri¨®dicos suecos decidieron publicarlas. Fue entonces cuando llovieron las amenazas y el terrorista Abu Omar al Baghdahi, vinculado a Al Qaeda, puso precio a su cabeza y a la del director del diario ?rebro, el primero en difundir los dibujos.
Desde entonces, este escultor, al que se le conoce m¨¢s como un te¨®rico del arte que busca poner a prueba los l¨ªmites de lo pol¨ªticamente correcto, sabe que est¨¢ en la lista de los m¨¢s buscados entre los radicales isl¨¢micos. Se ha pasado a?os sin pisar su casa, cambiando de lugar de un d¨ªa para otro, bajo vigilancia policial. En marzo de 2010, de hecho, siete islamistas ¨Ccuatro hombres y tres mujeres- fueron detenidos por planear su asesinato en Irlanda.
En mayo de ese a?o, fue agrediddo en una conferencia en la universidad de Uppsala, en Estocolmo, mientras que en diciembre su nombre aparec¨ªa en un correo electr¨®nico que reivindicaba el primer atentado yihadista en suelo sueco. Los terroristas, que hicieron explosionar dos bombas en el centro de Estocolmo, afirmaron que la causa del ataque era por la presencia de las tropas suecas en Irak y por la existencia del artista sueco.
Vilks siempre ha dicho que el humor forma parte de su forma de ver la vida. Cuando se enter¨® que por su cabeza ped¨ªan 74.000 euros, asegur¨® que le parec¨ªa poco dinero si se ten¨ªan en cuenta las cifras que mov¨ªa el mundo del arte. Poco despu¨¦s, cuando vio que los radicales estaban dispuesto a todo por matarle, confes¨® que esta forma de barbarie era muy preocupante, pero se agarr¨® a una pregunta a la que todav¨ªa muchos buscan respuesta, incluido ¨¦l: "?Por qu¨¦ no se puede criticar al islam cuando se pueden criticar otras religiones?¡±.
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