Estados Unidos, Cuba y Venezuela
El Gobierno de Barack Obama nuevamente llega tarde a una crisis
Ahora le toc¨® a Antonio Ledezma, como antes fue Leopoldo L¨®pez, otro peso pesado, alcalde de Caracas y nuevo preso pol¨ªtico. Cada preso es, precisamente, parte del bot¨ªn de las muchas guerras que libra el r¨¦gimen, rehenes para la negociaci¨®n final. Ello no se refiere solamente a la oposici¨®n. Tampoco se trata de los enemigos dentro del propio chavismo, como Maduro y Cabello. En ¨²ltima instancia la negociaci¨®n en serio ser¨¢ con Estados Unidos y Cuba. Cuanto antes, mejor.
Se puede estar indignado con Maduro y con el r¨¦gimen. Pero un poco de esa indignaci¨®n, o al menos bastante de perplejidad, deber¨ªa estar dirigida al gobierno de Barack Obama, el cual nuevamente llega tarde a una crisis. A veces uno tiene la impresi¨®n que el Departamento de Estado se entera de las noticias como el resto de nosotros, por los peri¨®dicos. Sobre todo cuando se ven los tweets de los altos funcionarios circulando al mismo tiempo que los de uno, sus colegas, sus amigos y sus parientes, y adem¨¢s diciendo b¨¢sicamente lo mismo. La horizontalidad de las redes sociales es fant¨¢stica, pero no es la manera m¨¢s efectiva de hacer pol¨ªtica exterior.
Esto porque es dif¨ªcil creer que Venezuela no haya sido parte de la larga lista de temas que Estados Unidos negocia con Cuba. Cuesta entender que una vez removido el gran obst¨¢culo de la relaci¨®n de Estados Unidos con Am¨¦rica Latina¡ªCuba y el embargo¡ªObama no use esta importante infusi¨®n de capital pol¨ªtico¡ªl¨¦ase, legitimidad y credibilidad¡ªpara tener mayor, no menor, influencia en la regi¨®n. En un plan de m¨¢xima, ello podr¨ªa destrabar esta fat¨ªdica par¨¢lisis venezolana. Pero aun en uno de m¨ªnima, podr¨ªa haberles ahorrado el mal trago a Antonio Ledezma y su familia.
Si Obama no se dio cuenta de ello, y si a su gente en el Departamento de Estado olvid¨® incluir a Venezuela en la negociaci¨®n con Cuba, est¨¢n a tiempo. La buena noticia es que Cuba es un Estado en serio, como ning¨²n otro en Am¨¦rica Latina. Negociar con los cubanos es predecible, porque tienen la suficiente cuota de centralizaci¨®n de autoridad y control territorial para cumplir los compromisos contra¨ªdos. Si no los cumplen es porque no quieren, a diferencia del resto de Am¨¦rica Latina donde no hay capacidad estatal para hacer efectivo ning¨²n acuerdo.
Cuba quiere remesas, turismo y la tarjeta dorada de American Express. ?Resulta tan dif¨ªcil incluir el desmantelamiento de la inteligencia bolivariana¡ªque Cuba controla¡ªen esa negociaci¨®n? Con el subsidio venezolano llegando a su fin, Cuba necesita energ¨ªa y petr¨®leo. Con el boom petrolero estadounidense, ?es imposible negociarlo con la liberaci¨®n de los presos pol¨ªticos? Cuba precisa conectividad, sin la cual adem¨¢s no habr¨¢ American Express. ?A nadie se le ocurri¨® en Washington que la desarticulaci¨®n de la fuerza de choque, esos camisas rojas que solo los cubanos pueden poner en caja, podr¨ªa ser el precio de esa tecnolog¨ªa? Adem¨¢s se tranquilizar¨ªa a la oficialidad venezolana, perturbada por la influencia cubana y la proliferaci¨®n de fuerzas irregulares.
Y as¨ª con muchos otros temas. Es claro que esta ser¨¢ una negociaci¨®n de tres. Al final la oposici¨®n venezolana terminar¨ªa compitiendo con la propia disidencia cubana en una mesa donde los Castro cotizar¨¢n muy alto cualquiera de sus concesiones. Los dem¨®cratas cubanos y los venezolanos deber¨ªan coordinar esta negociaci¨®n. La pr¨®xima cumbre de Panam¨¢ ser¨ªa un lugar y momento adecuados. Es bueno recordar que esta ¨²ltima crisis se precipita despu¨¦s, y subr¨¢yese despu¨¦s, de iniciadas las conversaciones entre Estados Unidos y Cuba. El poder blando americano tal vez nunca haya estado tan alto en la regi¨®n.
Maduro se sabe perdido, pero se anticipa y difiere su inevitable final. A menudo, es despreciado por su escasa preparaci¨®n y su peculiar capacidad para boxear con la lengua castellana. Sin embargo, es un actor con buen sentido de la estrategia. Sus movidas casi siempre alargan su horizonte temporal, parece entender bien la l¨®gica del gambito. No habr¨¢ victoria del r¨¦gimen, sin duda, y una derrota honorable no est¨¢ en el ADN del chavismo. Pero pueden llegar a pedir tablas y tal vez haya que conced¨¦rselas.
A esta altura, solo Estados Unidos y Cuba pueden acabar con este juego perverso. Tienen que apurarse.
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