EE UU evoca en Selma el triunfo incompleto de los derechos civiles
El primer presidente afroamericano visita la localidad donde Martin Luther King desafi¨® a la represi¨®n en defensa de la igualdad
¡°Barack Obama es lo que esperaba al otro lado del puente de Selma¡±. El congresista John Lewis, uno de los l¨ªderes del movimiento por los derechos civiles que en la d¨¦cada de los 60 forz¨® un giro en la pol¨ªtica y la historia de Estados Unidos a favor de la igualdad, defini¨® as¨ª la llegada del dem¨®crata a la Casa Blanca. Este s¨¢bado, 50 a?os despu¨¦s de las marchas en la localidad de Alabama, el primer presidente afroamericano de EE UU regresa a Selma.
Obama participar¨¢ en los actos conmemorativos del ¡®domingo sangriento¡¯ de 1965, una fecha clave para el movimiento que desembocar¨ªa en la mayor protecci¨®n legal en la historia de EE UU del derecho a voto de las minor¨ªas. Entonces, varios centenares de personas intentaron cruzar el puente que conecta Selma con la carretera que lleva a Montgomery, la capital de Alabama. Al otro lado del r¨ªo les esperaban los gases lacrim¨®genos y los golpes de los polic¨ªas a caballo.
Los agentes que agredieron a los manifestantes, en uno de los episodios m¨¢s amargos de la represi¨®n policial del ¡®Deep South¡¯, el Sur profundo, impidieron el avance de esta marcha. Pero su brutalidad convirti¨® lo que hubiera sido una acci¨®n local de desobediencia civil en una noticia de inter¨¦s nacional e internacional al saltar a la portada de The New York Times. El reverendo Martin Luther King Jr. oblig¨® al presidente Lyndon B. Johnson a dedicar su atenci¨®n hacia este asunto interno mientras la Casa Blanca segu¨ªa inmersa en la guerra de Vietnam.
Lewis recordaba que ¡°s¨®lo se pod¨ªa escuchar los pies en marcha de un pueblo decidido¡±
¡°Las marchas estaban dise?adas espec¨ªficamente para dramatizar el hecho de que algunos ciudadanos no pod¨ªan votar¡±, dice Taylor Branch, ganador del Pulitzer por su relato del movimiento de los derechos civiles, en una entrevista para EL PA?S.
Despu¨¦s de m¨¢s de una d¨¦cada de manifestaciones, King necesitaba un golpe de efecto que le ayudara a poner la igualdad de derechos entre las prioridades del pa¨ªs. En la localidad de Alabama encontr¨® el puente Edmund Pettus que lleva hasta la capital del estado. Pettus fue militar secesionista de la Guerra Civil americana. Ese puente era el escenario perfecto donde reclamar el derecho a voto que hab¨ªa sido negado a millones de afroamericanos.
¡°No s¨¦ en cu¨¢ntas marchas he participado a lo largo de mi vida, pero hab¨ªa algo especial en ¨¦sta¡±, escribe John Lewis en su biograf¨ªa, Walking with the Wind. ¡°Era sombr¨ªa, casi como la procesi¨®n de un funeral¡±. Lewis recuerda que ¡°s¨®lo se pod¨ªa escuchar los pies en marcha de un pueblo decidido¡±. Al otro lado del puente, esperaban los agentes de polic¨ªa igual de decididos a impedir su avance.
Branch explica en la obra At Cannan¡¯s Edge, parte de su trilog¨ªa sobre el movimiento junto con Parting The Waters y Pillar of Fire-, que cerca de 48 millones de estadounidenses -un cuarto de la poblaci¨®n- segu¨ªan el estreno televisivo de ¡®El Juicio de Nuremberg¡¯ (1961) cuando la cadena ABC interrumpi¨® la emisi¨®n para proyectar lo ocurrido en Alabama. Fueron 15 minutos seguidos de una grabaci¨®n que acababa de llegar esa misma tarde a los estudios en Nueva York. El ¡®domingo sangriento¡¯ ya formaba parte del imaginario de la ¨¦poca.
¡°Antes de 1964 se hab¨ªa denunciado la discriminaci¨®n racial en programas de vivienda p¨²blica, en educaci¨®n y otros ¨¢mbitos, pero el derecho a voto es lo m¨¢s b¨¢sico de nuestro concepto de ciudadan¨ªa¡±, dice el historiador. El derecho a voto era la ficha que le permit¨ªa al ciudadano afroamericano participar en el sistema democr¨¢tico a trav¨¦s del que podr¨ªa manifestarse en contra de las pol¨ªticas discriminatorias.
Pocos d¨ªas despu¨¦s de aquel ¡®domingo sangriento¡¯, 30.000 personas lograron llegar desde Selma hasta Montgomery. En la escalinata del Capitolio, el reverendo King pronunciar¨ªa una de las frases a las que activistas y pol¨ªticos como Obama m¨¢s han recurrido desde entonces: ¡°El arco del universo moral es largo, pero se inclina del lado de la justicia¡±.
Pocos d¨ªas despu¨¦s de aquel ¡®domingo sangriento¡¯, 30.000 personas lograron llegar desde Selma hasta Montgomery
En apenas tres semanas, los activistas pasaron de la primera y fallida tentativa de cruzar el puente Edmund Pettus a protagonizar los informativos y a ver c¨®mo el presidente Johnson les elevaba con el gospel ¡®We Shall Overcome¡¯ en un discurso a la naci¨®n en el que admiti¨® que la discriminaci¨®n ¡°no es un problema de los negros, no es un problema del Sur, ni un problema del Norte. Es un problema americano¡±.
En apenas tres semanas, el Congreso empez¨® a estudiar el proyecto de la Ley de Derecho a Voto de 1965.
Medio siglo despu¨¦s, con m¨¢s puertas abiertas para los afroamericanos de las que la generaci¨®n de King pudo cruzar -a pesar de que las desigualdades econ¨®micas y sociales siguen desafiando el ideal de justicia de King- EE UU ver¨¢ caminar al primer presidente afroamericano sobre el puente de Selma. Ser¨¢ la segunda vez que Obama, elegido en 2008, recorre las mismas pisadas que el reverendo. All¨ª ofreci¨® uno de sus primeros discursos tras anunciar su candidatura a la presidencia en 2007 present¨¢ndose como ¡°el heredero de la m¨¢s dolorosa de las luchas de Am¨¦rica¡± en palabras de David Remnick, autor de la biograf¨ªa del presidente Obama, titulada precisamente The Bridge, El puente.
¡°No me digan que no vuelvo a casa cuando vengo a Selma, Alabama¡±, pronunci¨® Obama desde el p¨²lpito hace ocho a?os. ¡°Estoy aqu¨ª porque alguien decidi¨® manifestarse. Estoy aqu¨ª porque todos os sacrificasteis por m¨ª. Me apoyo en los hombros de gigantes¡±.
Seg¨²n Branch, Selma ayud¨® al movimiento a ¡°rozar el alma de Am¨¦rica¡± para lograr que m¨¢s ciudadanos conocieran la urgencia de erradicar la discriminaci¨®n. Arrodillados sobre un puente, hombres y mujeres consolidaron la resistencia no violenta como estrategia para reclamar un derecho reconocido en la Constituci¨®n. ¡°Las mismas v¨ªctimas de la discriminaci¨®n ense?aron al resto del pa¨ªs c¨®mo abandonar esa mentalidad¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.