M¨¦xico, una naci¨®n puesta a prueba
El esc¨¢ndalo hundi¨® la imagen del Gobierno y sac¨® de su madriguera al viejo demonio mexicano de la sospecha
M¨¦xico es una naci¨®n puesta a prueba. El desaf¨ªo no procede de un peligro exterior ni de una crisis financiera, ni siquiera de la espiral de violencia. Las fronteras son m¨¢s estables que nunca; la econom¨ªa, aunque lentamente, avanza, y la narcoguerra es menor que en ¨¦pocas pasadas. El reto, esta vez, es interior. M¨¦xico, inmerso en una profunda crisis de confianza, ha dejado de creer en sus pol¨ªticos. Y estos lo saben. El propio presidente, Enrique Pe?a Nieto, cuyos ¨ªndices de popularidad rozan m¨ªnimos hist¨®ricos, ha admitido p¨²blicamente el alcance de esta ola de ¡°incredulidad y desconfianza¡± y, ante el vendaval, ha cuestionado su propio rumbo. ¡°Hay que reconsiderar hacia d¨®nde nos dirigimos¡±, ha declarado. Sus pr¨®ximos pasos son, por ahora, una inc¨®gnita. Pero no le queda mucho tiempo. El clamor es cada d¨ªa m¨¢s amplio. Algo se ha roto. Como ha sentenciado el escritor Fernando del Paso, ¡°la patria se desmorona¡±.
El enorme impulso con que arranc¨® el Ejecutivo y que deb¨ªa detonar este a?o, con la puesta en marcha de su ambicioso plan de reformas, qued¨® congelado despu¨¦s del verano. Tres golpes lo frenaron. El primero lleg¨® con la muerte a sangre fr¨ªa de 15 civiles en Tlatlaya a manos de militares. El ocultamiento de los asesinatos, quebrado gracias a una testigo, dej¨® en evidencia al Ej¨¦rcito. Luego vino la tragedia de Iguala. La matanza de los estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, perpetrada por sicarios con apoyo de la polic¨ªa municipal, expuso en toda su crudeza la connivencia entre el poder pol¨ªtico y el crimen organizado. La indefensi¨®n de las v¨ªctimas, la enloquecida brutalidad de los asesinos, la complicidad de las autoridades locales desataron una gigantesca ola de rechazo. M¨¦xico, unido en el dolor, clam¨® contra la barbarie. Y fue justo entonces cuando salt¨® la ¨²ltima estocada: en una imparable tanda de revelaciones period¨ªsticas, qued¨® al descubierto que tanto la esposa del presidente como el todopoderoso secretario de Hacienda hab¨ªan comprado sus casas de lujo a uno de los grandes contratistas de la Administraci¨®n. Ella a plazos, y el secretario gracias a un cr¨¦dito concedido por el propio empresario. Luego, tambi¨¦n se descubri¨® que el presidente hab¨ªa incurrido en una pr¨¢ctica parecida en su etapa de gobernador.
El esc¨¢ndalo hundi¨® la imagen del Gobierno y sac¨® de su madriguera al viejo demonio mexicano de la sospecha. El pa¨ªs volvi¨® al pasado. Ya no estaba en tela de juicio ¨²nicamente el paradero de los 43 normalistas, sino los 23.000 desaparecidos desde el inicio de la guerra contra el narco. Tampoco se debat¨ªa ya un conflicto de inter¨¦s por la compra de una casa sino la corrupci¨®n del sistema entero. La duda pas¨® a ocupar el carril central de la pol¨ªtica.
¡°Estamos en los albores de una revoluci¨®n moral. Hay una gran frustraci¨®n, una gran confusi¨®n y un gran des¨¢nimo. Y el centro de todo ello es la corrupci¨®n, el conflicto de inter¨¦s. Esta vez, no se va a resolver con el olvido ni con el paso de tiempo. Como ocurri¨® en los a?os ochenta con el fraude electoral, hay un clamor para que se cambien las reglas del juego. Eso es innegociable¡±, afirma el escritor e intelectual H¨¦ctor Aguilar Cam¨ªn.
Al descr¨¦dito y la desconfianza se ha a?adido un factor inesperado: la crisis del petr¨®leo
El incendio ha sido advertido por los estrategas del Gobierno. En diciembre mismo el presidente trat¨® de desactivar el descontento con una segunda agenda de reformas, destinada a reforzar la seguridad y combatir la impunidad. El paquete legislativo inclu¨ªa la disoluci¨®n paulatina de la polic¨ªa municipal. Pasadas las navidades, ha vuelto a la carga. Consciente de que se enfrenta a una crisis de dimensiones hist¨®ricas, el Ejecutivo ha abandonado el discurso triunfal de la etapa reformista, ha admitido errores y prometido m¨¢s receptividad. Como cortafuegos ante los esc¨¢ndalos inmobiliarios, Pe?a Nieto ha designado un zar anticorrupci¨®n con la encomienda de investigar los casos en los que ¨¦l mismo, su esposa y secretario de Hacienda se han visto envueltos. En el terreno de la seguridad, ha apretado el acelerador de las capturas. En apenas una semana han ca¨ªdo el l¨ªder de Los Caballeros Templarios, el cartel cuya extrema brutalidad desat¨® la revuelta de las autodefensas, y el ¨²ltimo cabecilla de Los Zetas, la m¨¢s sanguinaria de las organizaciones criminales. Y para pasar p¨¢gina en el caso Iguala, ha reemplazado al procurador general, Jes¨²s Murillo Karam, el pol¨ªtico que personific¨® la investigaci¨®n del caso y que estableci¨® como ¡°verdad hist¨®rica¡± una versi¨®n oficial rechazada por los padres. En su puesto, ha situado a una senadora priista, muy vinculada al Poder Judicial y hermana de un vicepresidente de Televisa.
Los efectos de ambos nombramientos est¨¢n por ver, aunque dif¨ªcilmente tendr¨¢n capacidad por s¨ª mismos para dar un vuelco a la crisis de confianza. Murillo Karam, profundamente erosionado por las aristas de Iguala, era desde hace meses un cad¨¢ver pol¨ªtico. En el caso del zar anticorrupci¨®n, el hecho de haber sido designado por el presidente y de que sea un hombre pr¨®ximo al secretario de Hacienda han diluido, en origen, su credibilidad.
¡°Los mexicanos estamos disgustados, desolados, hartos, decepcionados, desesperados. Lo que sorprende es que, a pesar de que el presidente ha reconocido que en M¨¦xico hay desconfianza y escepticismo, no se est¨¦n tomando medidas para enfrentar esa situaci¨®n. Me refiero a medidas dr¨¢sticas como una crisis de gabinete¡±, indica Mar¨ªa Amparo Casar, catedr¨¢tica de Estudios Pol¨ªticos del CIDE.
¡°Las salidas han sido en falso, no han logrado restablecer la conversaci¨®n entre el Gobierno y los ciudadanos, los mensajes no han cambiado el estado de ¨¢nimo, porque han sido muy superficiales¡±, a?ade Edna Jaime, directora del think tank independiente M¨¦xico Eval¨²a.
La partida pol¨ªtica a¨²n est¨¢ por jugarse, pero las cartas no son buenas. Al descr¨¦dito y la desconfianza se ha a?adido un factor inesperado: la crisis del petr¨®leo. En un pa¨ªs altamente dependiente de los ingresos del crudo, la ca¨ªda de precios ha enfriado la econom¨ªa y forzado recortes en el gasto y las previsiones (en torno al 3%). La inestabilidad de algunas zonas, como Guerrero, donde hasta Coca-Cola ha dejado de distribuirse por los continuos asaltos de la izquierda radical, no hacen sino ensombrecer el horizonte de recuperaci¨®n. El consumo, temeroso, a¨²n no ha roto aguas y el sue?o del despegue econ¨®mico ha sido aplazado un a?o m¨¢s. ¡°Soy moderadamente pesimista. No veo una recesi¨®n ni una crisis grave, pero s¨ª un problema estructural que no se ha resuelto: el mercado interno no se recupera, y mientras eso ocurra, la econom¨ªa no despegar¨¢, seguir¨¢ frenada¡±, afirma Gerardo Esquivel, profesor-investigador del Colegio de M¨¦xico.
Todo ello confluye en un momento clave para M¨¦xico. El 7 de junio se celebran las elecciones parciales (C¨¢mara de Diputados, 1.015 ayuntamientos, 17 C¨¢maras estatales y 9 gobernadores). Los comicios ser¨¢n inevitablemente una rev¨¢lida para Pe?a Nieto y para su partido, el PRI. Pero tambi¨¦n para las otras fuerzas.
La tragedia de Iguala y las fuerzas liberadas por el estallido popular que le sigui¨® han alcanzado de lleno a la izquierda. El PRD, que en las pasadas presidenciales qued¨® en segundo puesto, ha perdido el pulso. Su fundador y patriarca, Cuauht¨¦moc C¨¢rdenas, ha abandonado sus filas, y el que fuera su m¨¢s carism¨¢tico candidato electoral, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, ha fundado su propio partido, Movimiento de Regeneraci¨®n Nacional (Morena), con un solo objetivo: disputar la presidencia en 2018.
Con sus dos mayores adversarios divididos, el PRI se enfrenta a las elecciones con cierta calma
Un poco mejor sit¨²an las encuestas al PAN. La formaci¨®n que en 2000 logr¨® acabar con 71 a?os de dominio ininterrumpido de poder priista, se mantiene en torno al 25% para la C¨¢mara de Diputados, un resultado similar al obtenido en las presidenciales. El porcentaje le ubica como segunda fuerza, pero muy lejos de cualquier ambici¨®n presidencial. Y en su horizonte se atisba una cruenta batalla interna. La facci¨®n que perdi¨® las primarias de mayo frente a Gustavo Madero, un pragm¨¢tico que apoy¨® los pactos con Pe?a Nieto, se ha reagrupado para un nuevo combate en torno a Margarita Zavala, la esposa del expresidente Felipe Calder¨®n (2006-2012) y principal detractor de los acuerdos.
Con sus dos mayores adversarios divididos, el PRI se enfrenta a las elecciones con cierta calma. Es la ¨²nica formaci¨®n que mantiene sin demasiado desgaste su tercio electoral. Encabeza las encuestas con un 30%, y, para completar su mayor¨ªa, cuenta con una formaci¨®n sat¨¦lite, el Partido Verde, una chirriante amalgama que igual pide la pena de muerte que el cierre de los circos, pero cuya intensa campa?a medi¨¢tica le coloca en la disputa por la tercera plaza.
¡°Van a quedar dos grandes partidos, el PRI y el PAN, y luego tres intermedios PRD, Morena y Partido Verde. Es inevitable que las elecciones se vean como un plebiscito presidencial, pero Pe?a Nieto va estar fuera de la contienda. Ya no es un activo para el PRI y el partido no quiere cargar con su desprestigio¡±, se?ala el analista pol¨ªtico Roy Campos.
La victoria del PRI en un entorno tan hostil confirmar¨ªa que es la maquinaria pol¨ªtica m¨¢s adaptada al abrupto territorio mexicano. Pero ni un triunfo electoral dar¨ªa descanso a Pe?a Nieto. La verdadera partida, la gran apuesta, son las presidenciales de 2018. En un sistema donde la reelecci¨®n no es posible, el presidente, que a diferencia de todos sus antecesores priistas, es el ¨²nico forjado en la experiencia seminal de la oposici¨®n, tiene como tarea dejar la puerta abierta a su sucesor. Para lograrlo, como se?alan los expertos consultados, tendr¨¢ que volver al punto inicial que le llev¨® al poder. Recuperar la confianza y lograr el despegue econ¨®mico. Muchos obst¨¢culos se interponen. El descr¨¦dito es posiblemente el mayor de ellos. M¨¦xico, como ha dicho el propio Pe?a Nieto, es una naci¨®n puesta a prueba. Su presidente, tambi¨¦n.
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