Un pa¨ªs empriantanado
Las cr¨ªticas de Gonz¨¢lez I?¨¢rritu, Guillermo del Toro o Fernando del Paso exhiben la falta de moral de las ¨¦lites m¨¦xicanas
"Los gobiernos ya no son parte de la corrupci¨®n, el Estado es la corrupci¨®n", dijo Gonz¨¢lez I?¨¢rritu hace unos d¨ªas, para confirmar que su cuestionamiento al Gobierno de M¨¦xico no hab¨ªa sido una ocurrencia al calor del ?scar recibido sino el resultado de una reflexi¨®n calculada. D¨ªas m¨¢s tarde su colega Guillermo del Toro fue a¨²n m¨¢s lejos: "Me encantar¨ªa sentarme con la clase pol¨ªtica y prenderles fuego para que hubiera voluntad hist¨®rica, no nom¨¢s voluntad de robar. A muchos de nosotros nos van a olvidar, pero a ellos, las chingaderas que hacen, las va a recordar la historia". Fernando del Paso, el laureado escritor de Noticias del Imperio, se lament¨® porque "nuestra patria parece desmoronarse... algo se est¨¢ quebrando en todas partes" y agreg¨®: "Me da pena aprender los nombres de los pueblos mexicanos que nunca aprend¨ª en la escuela y que hoy me s¨¦ s¨®lo cuando en ellos ocurre una tremenda injusticia".
No es frecuente una cr¨ªtica pol¨ªtica tan acerva por parte de artistas e intelectuales que han llegado a la cima del ¨¦xito. Por lo general, muchos de ellos lo han logrado a la sombra del ¨¢rbol generoso y c¨®mplice del Estado; otros, simplemente, prefieren mantenerse al margen de la pol¨ªtica para no lastimar oportunidades presentes o futuras.
No es el caso de Gonz¨¢lez I?¨¢rritu, Guillermo del Toro o Fernando del Paso, cuyo ¨¦xito internacional de alguna forma les blinda de las represalias que puede provocar una irritaci¨®n de parte del gobierno mexicano.
Gonz¨¢lez I?¨¢rritu, Guillermo del Toro o Fernando del Paso, poseen un ¨¦xito internacional que les blinda de las represalias de sus cr¨ªticas al Gobierno
Con todo, se requiere valor y honestidad para propinar un coscorr¨®n a ese statu quo que se inclina para venerarlos, con el prop¨®sito de apropiarse de un pedacito de los laureles internacionales que ellos han cosechado. En cierta forma las nuevas declaraciones de Gonz¨¢lez I?¨¢rritu constituyen una forma de sacudirse el tuit que Pe?a Nieto difundi¨® instantes despu¨¦s de que el Negro obtuviese la estatuilla ("qu¨¦ merecido reconocimiento a tu trabajo, entrega y talento. ?Felicidades! M¨¦xico lo celebra junto contigo").
El comportamiento de estos artistas exhibe a las ¨¦lites (y bien podr¨ªamos incluir a Alfonso Cuar¨®n, quien en repetidas ocasiones ha vertido duros cuestionamientos al estado de la pol¨ªtica y la corrupci¨®n en nuestro pa¨ªs). Un garbanzo de libra que hace m¨¢s visible la complicidad de las dirigencias pol¨ªticas, empresariales e intelectuales con la enorme corrupci¨®n institucional que padece M¨¦xico.
Justamente por eso es tan certera la caracterizaci¨®n que hace Gonz¨¢lez I?¨¢rritu: el Estado es la corrupci¨®n. La debacle no se reduce al hecho de que una generaci¨®n de funcionarios y pol¨ªticos voraces haya tomado el poder. Se trata de que las ¨¦lites nacionales han dado la espalda de manera sistem¨¢tica a toda consideraci¨®n moral. Los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n dentro del primer c¨ªrculo de poder son cuestionados por una opini¨®n p¨²blica difusa, pero no por los protagonistas que resultan decisivos en la definici¨®n de la agenda nacional. Los grandes empresarios son evasores sistem¨¢ticos de impuestos y beneficiarios de privilegios de toda ¨ªndole; los dirigentes de la oposici¨®n medran en sus negociaciones con el poder; los legisladores han cobrado en oro su complicidad; y los grandes medios de comunicaci¨®n venden caro su amor; artistas e intelectuales cuidan como pueden los escasos islotes que a¨²n persisten, permanentemente amenazados por la crisis y por el desprecio de funcionarios incultos; jueces y ministros de la corte siguen siendo una rama del poder pol¨ªtico (y la designaci¨®n de Eduardo Medina Mora el martes pasado no hace sino confirmarlo).
El Gobierno puede cometer cualquier arbitrariedad ya que no hay mecanismos de rendici¨®n de cuentas y tampoco una reprobaci¨®n moral?
En cierta forma lo que atestiguamos es el triunfo absoluto del PRI: logr¨® imponer sus valores al resto de la sociedad, o por lo menos a aquella parte de la sociedad que influye. Los panistas llegaron al poder y se convirtieron en una mala copia de los priistas; peor a¨²n, la clase pol¨ªtica en su conjunto ha hecho suya la moral del partido tricolor.
Pe?a Nieto y sus funcionarios pueden cometer cualquier arbitrariedad sin temer mayor contratiempo. No s¨®lo porque no existen los mecanismos de rendici¨®n de cuentas, sino porque ni siquiera hay una reprobaci¨®n moral en los c¨ªrculos sociales en los que ellos se mueven. Basta con que omita leer la prensa extranjera y limite sus apariciones exclusivamente a sitios "pre producidos". No habr¨¢ cejas levantadas en Las Lomas y en Santa Fe, en Canc¨²n y en Los Cabos, en San Pedro, Nuevo Le¨®n. No hay reservas morales desde las cuales sus pares puedan reclamar una comitiva de 200 personas para una breve visita a Londres (doctores y estilistas incluidos). ?C¨®mo cuestionar la existencia de mansiones de valor inexplicable cuando todos ellos tambi¨¦n las tienen?
El PRI ha convencido a las ¨¦lites de las ventajas de chapotear en el lodo y de paso ha convertido la vida p¨²blica en un pantano infesto en el que todos ellos abrevan. En efecto, algo se quebr¨® y no parece tener compostura.
Twitter: @jorgezepedap
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