Hillary Clinton vuelve a luchar por la Casa Blanca
La ex secretaria de Estado prev¨¦ hacer oficial el domingo su candidatura electoral
La fecha largo tiempo esperada ya est¨¢ aqu¨ª. Lo inevitable siempre acaba por pasar. La ansiedad que ha tenido a la prensa escrutando cada gesto y cada comentario de la ex secretaria de Estado de Estados Unidos en los ¨²ltimos meses para adivinar el cu¨¢ndo y d¨®nde proclamar¨ªa su candidatura a las elecciones presidenciales de 2016 ha terminado. Hillary Rodham Clinton anunciar¨¢ este domingo sobre el mediod¨ªa que lanza el guante para convertirse en la primera mujer presidenta de EE UU. El campo dem¨®crata contar¨¢ ya con un candidato a suceder a Barack Obama.
El formato elegido por la ex secretaria de Estado no puede ser de m¨¢s bajo perfil, ya que seg¨²n citan todos los medios norteamericanos, bas¨¢ndose en fuentes cercanas a una campa?a todav¨ªa no iniciada, Clinton usar¨¢ Twitter para lanzar su candidatura y unir¨¢ el anuncio a diferentes plataformas de las redes sociales con un v¨ªdeo que supuestamente ya est¨¢ grabado.
Todo para evitar los errores cometidos en 2008, cuando a la exsenadora de Nueva York se le criticaron sus aires de grandeza. En esta ocasi¨®n, Hillary Clinton quiere acercarse a la gente, llamar puerta a puerta, evitar la atm¨®sfera de coronaci¨®n que puso en escena entonces y la sensaci¨®n que le qued¨® al votante de que se cre¨ªa con derecho a ganar la nominaci¨®n por ser quien era.
Cuando se produzca el anuncio, Clinton respirar¨¢ hondo y arrancar¨¢ la s¨¢bana a su primer fantasma al iniciar viaje a Iowa, territorio enemigo y donde la ex primera dama fue vapuleada en 2008 por Barack Obama y John Edwards, al quedar en una vergonzante tercera posici¨®n en los primeros caucus de la naci¨®n. A Iowa le seguir¨¢ New Hampshire. La conquista por la Casa Blanca en noviembre de 2016 ya habr¨¢ empezado y las ansiedades ser¨¢n otras.
Si en su anterior carrera hacia la Casa Blanca, Clinton estableci¨® su centro de campa?a en Arlington, a las afueras de Washington, ahora ha elegido un sencillo edificio de ladrillo en el distrito neoyorquino de Brooklyn. La elecci¨®n puede interpretarse como una declaraci¨®n de intenciones: Clinton se aleja del establishment, del poder de Washington, y se acerca al perfil de votantes que dio la victoria a Obama en 2008.
El n¨²mero 1 de Pierrepont Plaza est¨¢ en el coraz¨®n de Brooklyn Heights, un barrio vibrante y en auge, con diversidad racial y ¨¦tnica, y una poblaci¨®n joven. Todo para calmar los recelos del flanco izquierdista del partido, a quien le rechinan los lazos de Clinton con la ¨¦lite y Wall Street.
En la b¨²squeda de ese gesto que resolviera el enigma de cu¨¢ndo dejar¨ªa Clinton la tranquilidad que asegura haber vivido desde que dej¨® el Departamento de Estado ¡ªy su nuevo papel como abuela¡ª, la noticia, la semana pasada, de la firma del alquiler de dos plantas de oficinas fue un reflejo de que el anuncio de la candidatura era inminente: la ley electoral permite que solo pasen 15 d¨ªas entre el inicio de actividades de campa?a y el tr¨¢mite para optar a los comicios.
Al establecerse en Brooklyn, Clinton se aleja del establishment y se acerca al perfil de votantes que dio la victoria a Obama en 2008
¡°No tengo ni idea¡±, replica el conserje del edificio al preguntarle por el desembarco de Clinton. Tambi¨¦n se muestra sorprendido un trabajador de la tienda de alimentaci¨®n y diarios ubicada en la planta baja. ¡°Pero es emocionante, ser¨ªa una muy buena presidenta¡±, dice, confiado en que sus ventas crezcan. Otro empleado del edificio s¨ª conoce la noticia, que ha propiciado un debate en su oficina. ¡°Es bueno para el barrio, atraer¨¢ a gente¡±, se?ala.
Entre los inquilinos del edificio -con vistas al East River y Manhattan- hay bancos, consultas m¨¦dicas y la fiscal¨ªa del distrito. En la elecci¨®n se intuyen gui?os personales y pol¨ªticos. Hillary fue senadora por Nueva York, un feudo dem¨®crata, y en Manhattan est¨¢n su oficina personal, la de la fundaci¨®n familiar y la de su marido, Bill.
Intencionado o no, justo detr¨¢s del edificio est¨¢ la calle Clinton. Enfrente, hay una estatua de Bobby Kennedy, el senador dem¨®crata que, como su hermano expresidente, fue asesinado. Y en los alrededores, entre tiendas, caf¨¦s y restaurantes (algunos de moda, otros sencillos), hay varias sedes judiciales. Quiz¨¢ sea un eco de los estudios en Derecho de Hillary en Yale, donde conoci¨® a Bill.
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