¡°Las c¨¢rceles de Bolivia son como las de las novelas de Dickens¡±
El 75% de los presos del pa¨ªs andino se encuentran detenidos sin condena y los penales sufren un hacinamiento de hasta el 500%
Lupe Andrade, periodista y exalcaldesa de La Paz, pas¨® 192 d¨ªas privada de libertad por un proceso del que al final result¨® sobrese¨ªda. De aquella experiencia, acaba de publicar La jaula, un libro con las cr¨®nicas que escribi¨® en 2000, cuando estuvo detenida en la c¨¢rcel de mujeres de La Paz, que alberga m¨¢s del doble de presas de lo que permite su capacidad. En el caso de los varones, el hacinamiento es del 500%. ¡°Las c¨¢rceles bolivianas son como las de las novelas de Dickens, un microcosmos en el que se realizan todas las actividades y se refleja lo bueno y lo malo de la sociedad¡±, asegura Andrade.
El 75% de los internos en estas y otras c¨¢rceles se hallan en ¡°prisi¨®n preventiva¡±, es decir, detenidos sin condena. Esto convierte a Bolivia ¡ªseg¨²n el estudio ?Cu¨¢nto cuesta la prisi¨®n sin condena?, de Guillermo Zepeda¡ª en el segundo pa¨ªs del mundo que m¨¢s sufre este problema, s¨®lo superado por Andorra.
Lupe Andrade cumpli¨® su prisi¨®n preventiva ¡ªpor la que ahora est¨¢ demandando al Estado boliviano ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos¡ª en condiciones privilegiadas: tuvo que compartir una celda min¨²scula con otras dos internas y un ba?o individual con siete mujeres y dos ni?os, en un ¨¢rea consagrada a las detenidas m¨¢s pudientes y de alto perfil medi¨¢tico. Las presas ¡°plebeyas¡±, en cambio, ocupan habitaciones de unas 20 camas, en las que algunas duermen con uno o m¨¢s hijos, los que pueden acompa?ar a sus madres hasta los siete a?os.
La situaci¨®n en las c¨¢rceles provinciales es a¨²n peor. Un estudio del Ministerio de Justicia de la ¡°carceleta¡± de Riveralta, en el departamento del Beni, revela la existencia de una celda ¡°de reflexi¨®n¡± de 40 x 40 cent¨ªmetros. En las otras celdas, dice el informe, entran hasta 25 personas en condiciones incre¨ªbles: cada interno duerme al lado del otro; muchos pasan la noche debajo de las pocas camas que hay; el resto lo hace en el patio, a la intemperie, pero esto los condena a contraer enfermedades como el reumatismo. Para alimentarse, los presos deben preparar su propia comida y conseguir, con los responsables del penal, alimentos a cr¨¦dito, porque el ¡°prediario¡± o manutenci¨®n diaria, que es de 5,50 bolivianos (0,7 d¨®lares por persona), siempre "llega atrasado".
Para alimentarse, los presos deben preparar su propia comida
Seg¨²n el testimonio de uno de los internos, Claudio Arellano, ¡°hay personas que incluso cuidan a sus animales dentro del penal: les hacen un techo con calaminas o lona¡ Aqu¨ª dormimos como los chanchos (cerdos), aunque somos seres humanos¡±.
Andrade y sus compa?eras estaban obligadas a dejar su habitaci¨®n cada ma?ana y permanecer todo el d¨ªa en diversos recintos comunales. Las que pod¨ªan, compraban peque?os cub¨ªculos construidos por las propias internas. ¡°El acceso al espacio del penal no es gratuito, sino que es un privilegio y se rige por las leyes del mercado. Conseguir una celda c¨®moda en una zona segura depende de la capacidad econ¨®mica de cada interno¡±, admite otro informe, esta vez del Ministerio de Gobierno. Por su cub¨ªculo, Andrade entreg¨® unos 150 d¨®lares a la anterior ocupante, y las autoridades se limitaron a testificar la transacci¨®n. Sin embargo, seg¨²n el citado informe, ¡°esta forma de acceder a espacios constituye generalmente un importante negocio para los gobernadores y alcaides¡±.
Todo el trabajo de la prisi¨®n est¨¢ a cargo de las reas, pero algunas contratan a otras para poder escaquearse. Por unos pesos, algunas reciben y pasan los mensajes telef¨®nicos, o informan a las presas de que tienen visitas. Son ¡°las taxis¡±. Otras preparan comida para vender, usando para ello cuchillos y otros instrumentos supuestamente vedados. No faltan las que poseen un puesto de venta de alimentos enlatados y otras mercanc¨ªas. O talleres artesanales. Todas se hallan en constante actividad. Y los d¨ªas de visita, all¨ª se instala unas tiendas de campa?a dentro de las cuales las mujeres tienen relaciones sexuales con sus maridos y novios, prohibidas por los reglamentos.
¡°Al principio pens¨¦ que era una locura¡±, asegura Andrade, ¡°pero luego me di cuenta de que esa constante laboriosidad y contacto evitaba que nos deprimi¨¦ramos y, curiosamente, evitaba la violencia. Hab¨ªa discusiones, pero nunca peleas f¨ªsicas¡±.
Por su parte, el informe citado se?ala que ¡°la ausencia del Estado en los establecimientos ha derivado en que los propios reclusos hayan tenido que organizarse para resolver sus problemas, dando lugar a un tipo de convivencia que, adem¨¢s de ser una respuesta a un hacinamiento b¨¢rbaro, refleja las ra¨ªces de la cultura boliviana: la solidaridad y la reciprocidad¡±.
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