Katmand¨², un hormiguero humano con infraestructuras devastadas
No es la primera vez que la cat¨¢strofe se ceba con la ciudad milenaria, rodeada de un halo m¨ªtico de aventura y leyenda
No es la primera vez que un terremoto sacude la capital de Nepal. Katmand¨², la hist¨®rica ciudad crecida en el valle del mismo nombre como eje de caminos del comercio transhimalayico entre India y China, est¨¢ acostumbrada a estas sacudidas de la tierra y la destrucci¨®n de la torre Dharahara en el se¨ªsmo de esta ma?ana no es la primera ni ser¨¢ la ¨²ltima p¨¦rdida de su ingente patrimonio de templos, estupas, palacios y monasterios levantados desde ¨¦poca medieval y que le valieron la declaraci¨®n de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Katmand¨² es un hormiguero humano abandonado sobre unas infraestructuras devastadas, y no precisamente por los temblores de tierra. Para el viajero occidental, Katmand¨² es el caos. Una ciudad an¨¢rquica que, sin embargo, parece tener reglas ocultas que regulan esos laberintos de confusiones para hacer que todo fluya. Ca¨®ticamente, pero fluye.
Katmand¨² es el sonido irritante de miles de claxon, pitos que pitan por pitar, como vicio mundano aunque no haya necesidad de hacerlo. Es el mosaico imposible del pavimento roto y agujereado de sus calles, como si hubiera acaecido un bombardeo, donde cada metro cuadrado es de un color, una textura y un material diferentes. Son las calles sucias y polvorientas por las que cientos de motos, rickshaw y coches tratan de abrirse paso con constante lucha por avanzar, como leucocitos de un torrente sangu¨ªneo que parece no ir ni venir de ning¨²n lado: simplemente, han sido fabricados para moverse sin cesar por esta ciudad, atascada a todas horas, intentando desenmara?ar un ovillo invisible.
Una telara?a de cables corre sobre las cabezas de la multitud, formando un pentagrama an¨¢rquico sobre el cielo deslavazado por la contaminaci¨®n. Los edificios de ladrillo de terracota muestran ventanas de madera ricamente tallada que un d¨ªa fueron espl¨¦ndidas, pero que hoy languidecen desvencijadas en una decrepitud que se sujeta a s¨ª misma.
La joya de Katmand¨² es la plaza Durbar, un conjunto de m¨¢s de 50 edificios distribuidos en dos espacios cuadrangulares que resume lo mejor de la arquitectura de los reinos malla y rana, que durante la Edad Media hicieron de esta ciudad uno de los centros de poder y de creaci¨®n art¨ªstica m¨¢s poderosos al sur del Himalaya. La plaza fue el centro del poder real hasta el siglo XIX y alberga edificios tan singulares como el Kumari bahal (el templo de la diosa-ni?a) o el Hanuman Dhoka, la antigua residencia real, hoy abierta como atracci¨®n tur¨ªstica.
Desde lo alto de la torre del palacio, Katmand¨² parece el fondo plano de un mar desecado y salpicado de rocallas de coral llenas de agujeros, que son las ventanas de los edificios. De entre la capa negra de polvo y poluci¨®n que cubre ese viejo mar emergen cual islas tropicales algunas colinas verdes, como la del templo de Swayambhunath, coronado por su gran estupa blanca, refulgente al sol de mediod¨ªa.
No lejos de all¨ª, en el abigarrado barrio de Thamel, donde cada metro cuadrado de sus laber¨ªnticas calles est¨¢ dedicado a los negocios tur¨ªsticos, los mochileros deambulan felices en el descubrimiento del exotismo de una ciudad que sus abuelos hippies convirtieron en una quimera de paz, amor y cannabis. Pero quedan ya pocos hippies en Freak Street; murieron o se hicieron viejos. Los mochileros de ahora llevan smartphone y tarjeta Visa.
Katmand¨² es una ciudad inclasificable. Si vienes desde Europa te parece un tumulto insoportable; en cambio, si llegas desde India, crees que has llegado a una ordenada ciudad suiza. Una ciudad intensa, vibrante, llena de vida para tomarla a sorbos peque?os. La puerta de acceso a un pa¨ªs fascinante. Pero en cualquier caso, Katmand¨² agota, exige un esfuerzo tit¨¢nico para soportar el calor h¨²medo y la sobrecarga de est¨ªmulos sensoriales que a cada segundo bombardea el sistema nervioso del forastero.
Las noticias son a¨²n escasas, por lo que habr¨¢ que esperar a que las autoridades puedan cuantificar finalmente los da?os para saber c¨®mo ha afectado este ¨²ltimo terremoto a una ciudad monumental hecha a golpe de sacudidas.
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