Humillar e ignorar al profesor se puede. Sofocarlo y herirlo no
Lo que se puede infligir a un educador sin causar indignaci¨®n se?ala el tama?o del agujero de la educaci¨®n p¨²blica en Brasil
¡ªEst¨¢n dispar¨¢ndonos.
La frase atraviesa v¨ªdeos sobre la masacre de los profesores, ejecutada por la Polic¨ªa Militar (PM) del estado brasile?o de Paran¨¢, a servicio del Gobierno de Beto Richa (PSDB), el 29 de abril. Profesores que se desmayan, profesores que se marean con las bombas de gas lacrim¨®geno, profesores heridos por pelotas de goma. Un perro pit bull de la PM arranca pedazos de la pierna de un camar¨®grafo. Hay sangre en la plaza de Curitiba, frente a la "casa del pueblo", la Asamblea Legislativa del estado. Al final, hay cerca de 200 heridos. Pero m¨¢s que las im¨¢genes, es esa frase an¨®nima, en voz femenina, que me golpea con m¨¢s fuerza. Porque hay en ella una incredulidad, un signo de interrogaci¨®n herido en las entrel¨ªneas y finalmente la comprensi¨®n de haber llegado a un punto de no retorno. Despu¨¦s de haber sido humillada por los bajos sueldos, despu¨¦s de haber dado clase en escuelas en descomposici¨®n, despu¨¦s de haber sido insultada por padres y por alumnos, ahora la PM tambi¨¦n pod¨ªa dispararle. Y disparaba. Y, si las bombas de gas, las bombas de efecto in-moral no la matan, al menos no de inmediato, la sensaci¨®n es de muerte.
El susto provocado por la percepci¨®n de que ya no hab¨ªa l¨ªmite a lo que se le pod¨ªa infligir a un profesor era la prueba de que un profesor ya no era un profesor. Toda el aura que rodea a aquel que ense?a se desvanec¨ªa en sangre en la plaza de Curitiba. Los polic¨ªas a cuyos hijos, posiblemente, les dan clase aquellos educadores, ten¨ªan autorizaci¨®n para disparar. Este extremo, el de la frontera rota, caus¨® una conmoci¨®n nacional. Y viene dibujando el infierno del gobernador Beto Richa, explicitado por una crisis en el Gobierno de Paran¨¢ que ha llevado hasta el momento a la renuncia de dos secretarios, el de Educaci¨®n y el de Seguridad P¨²blica, y a la del comandante de la Polic¨ªa Militar.
?Por qu¨¦ la pelota de goma y la bomba de gas son la ruptura que produce indignaci¨®n?
De pronto, algo se deshilach¨® y se volvi¨® inaceptable para una parte significativa de la sociedad. A¨²n hubo quienes intentasen transformar a los profesores en "v¨¢ndalos", la palabra utilizada para criminalizar a aquellos que protestan desde las manifestaciones de 2013. A¨²n hubo en la prensa quien denominase la masacre "enfrentamiento", el truco para transmitir la idea de que eran fuerzas equivalentes en conflicto. Pero las im¨¢genes y los relatos eran demasiado evidentes. Las redes sociales en internet una vez m¨¢s cumplieron el papel de amplificar las voces y garantizar un mayor n¨²mero de narraciones para abarcar la complejidad del 29 de abril. Los colectivos de medios independientes tuvieron una innegable importancia en la documentaci¨®n de la historia en movimiento.
Da miedo que algunos hayan tratado de justificar, en plena democracia, la masacre en plaza p¨²blica de los profesores de Paran¨¢. En este intento de criminalizar a aquellos que protestan y, al mismo tiempo, legitimar la acci¨®n policial, como si las fuerzas de seguridad del Estado no se hubiesen comportado como fuerzas criminales, hay algo en curso a lo que debemos prestar mucha atenci¨®n. No hay un equ¨ªvoco de inocencia en esta versi¨®n. Pero me gustar¨ªa aqu¨ª detenerme en algo que tambi¨¦n parece un tanto perturbador, aunque al rev¨¦s.
Es una se?al de esperanza que una gran parte de la sociedad brasile?a, en la que me incluyo, se conmueva ante la violencia contra los profesores. No hay duda de ello. Pero caben al menos dos preguntas. La primera es: ?por qu¨¦ este es el l¨ªmite que produce indignaci¨®n? La segunda: ?cu¨¢nto lo que se ha hecho visible apenas revela y refuerza una invisibilidad mayor?
Al presenciar las manifestaciones de repudio a la masacre de Curitiba, siento esa mezcla de esperanza y de incomodidad. Esperanza por motivos obvios. ?Qui¨¦n sabe no abrimos los ojos, todos nosotros, al agujero de la educaci¨®n en Brasil? Incluso porque la p¨¦rdida de popularidad del gobernador Beto Richa y la crisis instalada en el Gobierno se han convertido en una pesadilla muy viva para el resto de los gobernantes.
Ahora, la incomodidad. ?Qu¨¦ revela este l¨ªmite sobre lo que no es un l¨ªmite? Es loable que la gente se subleve al ver a los profesores sangrado o desmay¨¢ndose o siendo amenazados por perros pit bull. Si no nos sublev¨¢semos ni con eso ser¨ªa a¨²n m¨¢s dram¨¢tico. Pero ?por qu¨¦ presenciar durante d¨¦cadas que los profesores brasile?os, en los diversos estados del pa¨ªs, ganen un sueldo incompatible con una vida digna es un hecho con el que parece posible convivir, tan posible que hemos llegado a ese punto despu¨¦s de 30 a?os de democracia? ?Por qu¨¦ escuelas cay¨¦ndose literalmente a pedazos, naufragando con cada lluvia, en una materializaci¨®n expl¨ªcita de la situaci¨®n cr¨®nica de la educaci¨®n p¨²blica, es algo a lo que la mayor¨ªa se ha acostumbrado? ?Por qu¨¦ el hecho de que los profesores sean amenazados por alumnos y a veces por padres de alumnos en las aulas, en un enfrentamiento entre desesperados, una versi¨®n urbana de la guerra de los miserables que atraviesa los rincones de Brasil, es algo que se tolera?
Repetir que la educaci¨®n debe ser una prioridad en el pa¨ªs es la flatulencia del Brasil actual
En pocas palabras: se pueden pagar sueldos indecentes, se puede echar a gente a ense?ar y gente a aprender bajo un techo que puede caer, se puede casi todo. Solo no se puede herir con pelotas de goma y sofocar con bombas de gas lacrim¨®geno. Ah, el pit bull tambi¨¦n queda mal. Bueno, los gobernantes acaban de aprender que no pueden hacer eso sin causar el repudio de los electores. Pero el resto... Tal vez en este sentido se pueda justificar cierta perplejidad de la Polic¨ªa Militar, del Gobierno de Paran¨¢ y de algunos sectores de la sociedad brasile?a y de la prensa tradicional: ?c¨®mo, no podemos pegarles a esos hooligans que deber¨ªan estar en el aula y no en la plaza protestando? ?No podemos darles unas hostias a esos "v¨¢ndalos" que tienen la desfachatez de creer que la casa del pueblo es del pueblo?
Al menos se ha descubierto que hay un l¨ªmite a lo que se le puede infligir a un profesor, una frontera demarcada por la reacci¨®n de la sociedad a la masacre de Curitiba. Pero qu¨¦ l¨ªmite desvergonzado, el nuestro.
Cualquier persona, en cualquier clase social, en cualquier esfera de poder va a repetir que "la educaci¨®n debe ser una prioridad" o que "la educaci¨®n es el mayor desaf¨ªo para el pa¨ªs" o que "sin mejorar la educaci¨®n Brasil jam¨¢s ser¨¢ un pa¨ªs desarrollado". Es un consenso, casi una perogrullada. Pero, una vez m¨¢s, es un consenso bastante desvergonzado. Es el consenso m¨¢s vac¨ªo del Brasil contempor¨¢neo, es casi una flatulencia. Que no se note cu¨¢nto apesta es solo un signo m¨¢s de esa hipocres¨ªa de sal¨®n.
De hecho, una buena parte de aquellos que tienen voz y poder de presi¨®n para cambiar esa situaci¨®n est¨¢n poco preocupados con ella. Porque "la ¨¦lite brasile?a es tonta", como ya ha dicho aqu¨ª en este espacio mi colega Luiz Ruffato. Principalmente porque la ¨¦lite brasile?a cree que sus hijos est¨¢n a salvo. Esa ilusi¨®n de que "mis" hijos est¨¢n a salvo, pero de los hijos de los "otros" siento pena, lo lamento, disc¨²lpeme, quer¨ªa sinceramente que fuese diferente, pero no me molesta lo suficiente como para hacer de esa una gran cuesti¨®n en mi vida. A final de cuentas, ?qui¨¦n tiene tiempo para eso cuando tiene que matarse para pagar los precios exorbitantes de una escuela privada que transforma la educaci¨®n en una mercanc¨ªa cara?
Inclusi¨®n social en Brasil significa entrar en el barco de los que pueden salvarse. La clase media cree que sus hijos est¨¢n a salvo y una parte de aquellos que ascendieron, en la d¨¦cada pasada, a lo que se llama Clase C hicieron grandes esfuerzos para matricular a sus hijos en escuelas particulares tan pronto como la situaci¨®n financiera se lo permiti¨®. Los hijos en una escuela privada ¡ªy por lo tanto supuestamente a salvo de la p¨¦sima educaci¨®n p¨²blica¡ª forman parte de lo que significa ser clase media en Brasil. De los m¨¢s ricos, ni se habla.
La escuela privada, como gueto de iguales, es una reproductora de privilegios, pero tambi¨¦n una reproductora de ignorancias
Es obvio ¡ªo deber¨ªa ser¡ª que la mala calidad de la educaci¨®n ofrecida a esa entidad llamada "pueblo brasile?o" en alg¨²n momento va a afectar a los privilegios de los m¨¢s ricos. La mano de obra no cualificada es un problema grave en Brasil, con impacto en cualquier proyecci¨®n de futuro. As¨ª que, aunque por ego¨ªsmo o por pragmatismo, la ¨¦lite econ¨®mica deber¨ªa preocuparse, lo que ya viene ocurriendo con muy pocos empresarios, pero la preocupaci¨®n a¨²n es inmensamente menor que las dimensiones de la cat¨¢strofe.
Tal vez hubiese un cambio real de posici¨®n si la gente se diese cuenta de que sus hijos est¨¢n menos a salvo de lo que creen estar. En primer lugar, porque escuela privada y educaci¨®n de calidad no son sin¨®nimos. Lejos de eso. Solo algunas escuelas, por lo general las m¨¢s caras, la ¨¦lite de la ¨¦lite, tienen calidad reconocida. Aun as¨ª, son apenas medianas con relaci¨®n al nivel de sus similares en pa¨ªses del mundo en los que la educaci¨®n es una prioridad.
En segundo lugar, la educaci¨®n est¨¢ lejos de ser apenas contenido formal. La educaci¨®n es un proceso mucho m¨¢s complejo, en el que la diversidad de las experiencias es fundamental. Est¨¢ claro que aquella ¨¦lite que se habitu¨® durante siglos a decodificar la diferencia como inferioridad tiene dificultades para entender la diversidad de experiencias como riqueza. Para esta, el diferente era primero el esclavo, luego el empleado o subalterno, alguien de quien no hab¨ªa nada que aprender, ya que su ¨²nica funci¨®n era servir.
Hay, sin embargo, una ¨¦lite intelectual y una clase media con otro origen, de la que se podr¨ªa esperar una visi¨®n menos est¨²pida. De lo que muchos padres no se dan cuenta es de que la escuela privada, como gueto de iguales, es una reproductora de privilegios, pero tambi¨¦n una reproductora de ignorancias. Es tambi¨¦n una reproductora de pobrezas no materiales. En un ejemplo muy trivial, en alg¨²n momento tal vez los padres puedan notar que adolescentes que ya han andado bastante por el mundo en viajes protegidos pero nunca tomaron un metro en S?o Paulo o un autob¨²s de l¨ªnea en cualquier lugar pueden tener alguna dificultad para afrontar la vida tal como es. Porque la vida tal como es les llega a todos en alg¨²n momento y en alguna medida. Y pueden, principalmente, haber perdido un universo de experiencias creadoras y creativas, no solo por no ser capaces de cruzar los puentes, sino por ni siquiera sospechar que es importante cruzarlos.
En un pa¨ªs con la educaci¨®n p¨²blica en ruinas nadie est¨¢ a salvo, ni siquiera los hijos de la ¨¦lite. Aunque sea obvio que estos est¨¢n mucho m¨¢s a salvo que todos los dem¨¢s. Lo que quiero enfatizar es la hip¨®tesis de que la ilusi¨®n de estar a salvo juega un papel decisivo en el mantenimiento de las ruinas como ruinas. Y en la convivencia con lo que no deber¨ªa poderse convivir, en la aceptaci¨®n de la indignidad como algo ya dado, en la tolerancia a lo intolerable que es la situaci¨®n de los profesores y de las escuelas en Brasil. Lo que quiero decir es que la conmoci¨®n p¨²blica ante la masacre de Curitiba, si es loable, tambi¨¦n se?aliza la quiebra de la sociedad brasile?a, inclusive ¨¦tica. Ya que es por los l¨ªmites que tambi¨¦n entendemos la l¨®gica de una sociedad. Y el l¨ªmite aqu¨ª es: se puede humillar a un profesor, se puede pagarle mal, se puede someterlo a condiciones insalubres de trabajo. No se puede herir expl¨ªcitamente su cuerpo.
Vale la pena entender que la ampliaci¨®n del acceso a la educaci¨®n formal es muy reciente en Brasil. Y el salto que deber¨ªa haberse dado y se qued¨® por la mitad. Para muchos padres de las clases m¨¢s pobres, ellos mismos analfabetos o hijos de analfabetos, solo el hecho de conseguir matricular al hijo en una escuela, aunque sea una instituci¨®n de mala calidad, ya es un avance. Como lo ha sido para los padres de Clase C tener un hijo con diploma universitario, aunque de una universidad de tercera l¨ªnea.
El pelda?o siguiente de aquel que hist¨®ricamente estuvo sometido no es convertirse en ciudadano, sino en cliente
La soluci¨®n encontrada por los m¨¢s pobres, en una lecci¨®n aprendida de la clase media tradicional, es individual. Por eso, una de las primeras medidas de ascensi¨®n social es reproducir el ciclo: matricular al hijo en una escuela privada y dejarles la p¨²blica a los m¨¢s fr¨¢giles, los menos visibles, aquellos con poca o ninguna voz. El pelda?o siguiente de aquel que hist¨®ricamente estuvo sometido no es convertirse en ciudadano, sino en cliente. Parece m¨¢s f¨¢cil sumarse a la l¨®gica del mercado. Quienes a¨²n no han conseguido hacer la conversi¨®n desean hacerla. Acogen la versi¨®n perversa de que la mejora est¨¢ en sus manos, de que son el padre y la madre de familia los que necesitan cambiar de clase si quieren darles una buena educaci¨®n a sus hijos.
En el Brasil a¨²n infectado por la mentalidad de la esclavitud, tantas veces reactualizada para permanecer en vigor, a¨²n es dif¨ªcil para muchos entender la educaci¨®n como el derecho fundamental que es. Y exigirlo del Estado por el camino de la ciudadan¨ªa. Es tambi¨¦n a causa de esa mentalidad, en la que la calidad de la educaci¨®n se convierte en un problema con soluci¨®n individual y privada, y no una lucha p¨²blica y colectiva, que se sofoca la revuelta y los profesores se convierten en parias, vaciados de dignidad, lugar y sentido.
Es as¨ª que camina el "Brasil, patria educadora", un pa¨ªs que tiene uno de los peores sueldos de profesor del mundo. El lema del segundo mandato de la presidenta Dilma Rousseff (PT) es apenas una se?al m¨¢s del absurdo, de una especie de realismo de perdici¨®n.
La tensi¨®n, sin embargo, existe. Y es grande. El hecho de que las escuelas p¨²blicas sufran constantes depredaciones, si es una se?al de violencia creciente, es tambi¨¦n una se?al de que la escuela falla como un lugar de acogida de los conflictos, as¨ª como espacio para la construcci¨®n de sentidos y para la cualificaci¨®n del deseo. Aunque las causas sean varias y complejas, es bastante obvio que, sin otros canales para expresar la traici¨®n de una educaci¨®n que no educa, queda la violencia m¨¢s primaria. Tambi¨¦n porque la escuela p¨²blica, que deber¨ªa dar condiciones de representaci¨®n, no representa. Y as¨ª va fracasando al ser reducida a un intento perverso de contener la tensi¨®n causada por la fractura racial brasile?a.
La depredaci¨®n de las escuelas p¨²blicas muestra que los alumnos han aprendido la lecci¨®n dada por el Estado: tanto ellos como los profesores valen muy poco
La depredaci¨®n de las escuelas por parte de alumnos es tambi¨¦n una respuesta a la depredaci¨®n original, la del Estado, que deja que las escuelas se pudran, dando as¨ª pruebas evidentes de que se considera a aquel que all¨ª est¨¢ un ciudadano de segunda o tercera categor¨ªa. La violencia directa de alumnos y, a veces, tambi¨¦n de padres de alumnos contra profesores es tambi¨¦n la se?al de que la lecci¨®n dada por el Estado se ha entendido bien: el profesor vale poco, casi nada.
Mientras alumnos y profesores se violentan unos a otros, no se molesta a aquellos que tienen la responsabilidad de cambiar esa situaci¨®n. Es conveniente que las v¨ªctimas se agredan entre s¨ª, muchas veces dentro de escuelas cada vez m¨¢s parecidas a b¨²nkeres para protegerse de la comunidad, lo que en s¨ª ya expone el tama?o de la tragedia. Si esa realidad va m¨¢s all¨¢ de los muros de la escuela para ocupar espacios geogr¨¢fica y simb¨®licamente m¨¢s centrales, se llama a la PM. Que los polic¨ªas militares, ellos tambi¨¦n servidores mal remunerados del Estado, hagan el trabajo sucio. Y entonces hombres p¨²blicos como Beto Richa se sienten c¨®modos para declarar, con la cara compungida: "No hay nadie m¨¢s herido que yo. Y estoy herido en el alma. El m¨¢s perjudicado hoy soy yo".
No, gobernador. De verdad que no. Se aprecia el intento, pero no cuela.
Ahora, la segunda pregunta que lanc¨¦ al inicio de este art¨ªculo, y que guarda relaci¨®n con el juego entre lo visible y lo invisible. O, repitiendo: ?cu¨¢nto lo que se ha hecho visible apenas revela y refuerza la invisibilidad de fondo? La sangre de los profesores en la masacre de Curitiba los hizo visibles para el pa¨ªs, pero esa visibilidad es un tanto ilusoria. En este momento, huelgas de profesores vac¨ªan aulas en varios estados y municipios brasile?os. ?Y d¨®nde est¨¢ la sorpresa? ?D¨®nde el susto? ?D¨®nde los titulares? ?D¨®nde la indignaci¨®n? Son mucho m¨¢s peque?os de lo que el sentido com¨²n y la cat¨¢strofe educativa brasile?a sugerir¨ªan.
Por eso. Porque se puede. En la pr¨¢ctica se ha hecho aceptable que los m¨¢s pobres se queden sin tener clase o tengan una educaci¨®n de mala calidad. Solo no se puede sofocar a los profesores con gas ni herir a los profesores con pelotas de goma en el centro. Ah¨ª se pasa de los l¨ªmites. Ah¨ª has exagerado, no, t¨ªo. Ah¨ª la sociedad grita. No deja de ser una versi¨®n del "viola, pero no mates".
Tal vez el paradigma sea el estado de S?o Paulo, gobernado desde hace m¨¢s de 20 a?os por el PSDB. En S?o Paulo, los profesores est¨¢n en huelga desde hace casi dos meses, pero el gobernador Geraldo Alckmin ha llegado a afirmar: "En realidad no existe una huelga de profesores". Falt¨® explicitar en qu¨¦ realidad.
Geraldo Alckmin, subestimado por su estilo ins¨ªpido, es tal vez el pol¨ªtico que m¨¢s merece la atenci¨®n del pa¨ªs en este momento
Geraldo Alckmin es quiz¨¢s el pol¨ªtico que m¨¢s merezca la atenci¨®n del pa¨ªs en este momento, incluso m¨¢s que su colega Beto Richa. Subestimado con el apodo de "picol¨¦ de chuchu" ("helado de chayote", o sea, algo ins¨ªpido), lo que apuntar¨ªa a una supuesta falta de personalidad, parece ser con mucho una de las criaturas pol¨ªticas m¨¢s nebulosas del Brasil actual. Acerca de Alckmin, la academia deber¨ªa estar escribiendo tesis, y la prensa, perfiles de peso. El apodo no tiene ning¨²n lastre en la pr¨¢ctica concreta del Gobierno.
El gobernador de S?o Paulo ha escogido en su expresi¨®n p¨²blica, en el trato con la poblaci¨®n y con la prensa, la pol¨ªtica de la negaci¨®n. Lo que perjudica su imagen y sus ambiciosos planes electorales no existe. No existe el racionamiento de agua, no existe la huelga de los profesores. Y, lo m¨¢s sorprendente: funciona. Geraldo Alckmin consigui¨® ser reelegido en la primera vuelta en plena crisis h¨ªdrica, diciendo que no hab¨ªa crisis. Ahora, afronta la huelga de los profesores con la misma flema. Mientras Beto Richa, que estaba empezando a convertirse en un exponente del PSDB, le mand¨® a la Polic¨ªa Militar que masacrase a los profesores, Alckmin prefiere fingir que los profesores en huelga no existen. ?D¨®nde est¨¢ la mayor perversi¨®n? ?O la mayor astucia? Beto Richa con la popularidad cayendo en picado, llamado "Rixa" ("Pelea") e incluso "Ritler" en art¨ªculos y publicaciones en las redes sociales; Alckmin, el "helado de chayote", avanzando, a pesar de todas las crisis, con los ojos fijos en la elecci¨®n presidencial de 2018.
Solo puedo sugerir que Geraldo Alckmin conoce bien a sus electores.
Eliane Brum es escritora, reportera y documentalista. Autora de los libros de no ficci¨®n Coluna Prestes - O avesso da lenda, A vida que ningu¨¦m v¨º, O olho da rua, A menina quebrada, Meus desacontecimentos y de la novela Uma duas. Sitio web: desacontecimentos.com. Email: elianebrum.coluna@gmail.com. Twitter: @brumelianebrum
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