Raqqa, el para¨ªso de los yihadistas
Privilegios para los combatientes y represi¨®n para los locales. As¨ª es la vida en Raqqa.
La ciudad de Raqqa (Siria), que hace un a?o pocos hubieran sabido ubicar en el mapa, protagoniza una gu¨ªa tur¨ªstica para yihadistas y se ha llenado de combatientes extranjeros y sus familias que pululan por las tiendas, caf¨¦s y restaurantes desde que Abu Baker al Bagdadi, l¨ªder del Estado Isl¨¢mico (EI), la convirti¨® en capital del autoclamado califato. ¡°Hay extranjeros rubios de ojos azules, paquistan¨ªes, europeos del Este o asi¨¢ticos¡±, explica Ibrahim, un treinta?ero de Raqqa refugiado en Beirut.
La mitad del cuarto de mill¨®n de sirios que viv¨ªa en Raqqa ha huido. Para ellos, la ciudad no es exactamente como la describe el yihadista Abu Rumaysah al Britani (de Reino Unido) en una gu¨ªa publicada en Internet: ¡°Deliciosa comida, un clima mediterr¨¢neo formidable y un transporte p¨²blico accesible¡±.
Los vecinos que han huido o a¨²n viven bajo el yugo del reino del terror describen su vida en Raqqa como el infierno en la Tierra. ¡°La semana pasada presenci¨¦ c¨®mo un ni?o de 10 a?os era atado en una cruz y recib¨ªa 25 latigazos, por haber supuestamente robado¡±, relata en una conversaci¨®n tel¨¦fono por Internet Munir el Raqqawi, un apodo para proteger su identidad. ¡°Le han tenido cuatro d¨ªas de dos a siete de la tarde bajo el sol, sin agua, en un jard¨ªn en pleno centro. No puedes m¨¢s que bajar la mirada impotente. Si hablas te matan¡±, declara.
Nada de eso cuenta la tuitera Muhajirah in Sham (Emigrada en Siria): ¡°Restaurante chino en Raqqa, ?qu¨¦ ganas de probarlo!¡±, o ¡°?No hay tiendas en el califato? Mirad esta tienda de especias, que visit¨¦ recientemente¡±, son dos de las decenas de entusiastas posts acompa?ados de im¨¢genes y emoticonos que semanalmente publica en su cuenta de Twitter en ingl¨¦s.
Latigazos por fumar
El miedo reina en Raqqa bajo la dictadura de los yihadistas que patrullan sus calles: 25 latigazos por fumar, 100 euros por afeitarse la barba y as¨ª una retah¨ªla de penas para llenar las arcas del califato. ¡°El EI est¨¢ perdiendo mucho dinero con los bombardeos de los pozos de petr¨®leo, por lo que este mes han incrementado los impuestos, ahogando a los locales¡±, asegura Abu Ibrahim, de 23 a?os y activista del grupo Raqqa est¨¢ siendo sacrificada, que denuncia las atrocidades desde all¨ª en Facebook y Twitter.
El EI intenta reformatear la sociedad local. Los diplomas de profesiones liberales han sido cancelados y se requieren unos nuevos expedidos por el EI. Los carn¨¦s de identidad sirios han sido reemplazados por otros con el sello del califato. Los tel¨¦fonos no funcionan y los vecinos apenas disponen de unos minutos al d¨ªa para conectarse a las redes turcas de Internet. ¡°Hablar con extranjeros nos puede costar la vida¡±, balbucea en una llamada v¨ªa WhatsApp desde Raqqa el abogado Omar. La conversaci¨®n se corta cada minuto. Omar habla entre susurros. ¡°Todos tenemos dos m¨®viles, uno en casa y otro para la calle. Por si la hisbah [polic¨ªa religiosa] nos para y registra el tel¨¦fono¡±.
Las vecinas de Raqqa sufren una doble prisi¨®n: condenadas a la casa o al velo integral. Si salen, deben ir acompa?adas de un hombre por ley. ¡°La vida en Raqqa est¨¢ segregada por sexos. Las mujeres viven una vida paralela, y ninguna menor de 45 a?os puede abandonar la ciudad¡±, asegura el activista Abu Ibrahim.
¡°Aparte de la polic¨ªa religiosa tenemos que lidiar con las jansa [las agentes femeninas]¡°, logra relatar por Skype Um el Ward, apodo elegido por una mujer de 26 a?os que huy¨® recientemente a Turqu¨ªa gracias a un traficante de personas. Las jansa son la rama de mujeres del EI, lideradas por una extremista brit¨¢nica.
Su tarea es llamar la atenci¨®n a aquellas cuyo velo es ligeramente transparente, o portan guantes "inapropiados". Se encargan tambi¨¦n de cachear a las sospechosas. ¡°Los kurdos avanzan desde el norte de Raqqa combatiendo al EI, y varios de sus miembros lograron entrar en Raqqa disfrazados de mujeres para atentar contra los yihadistas. En las ¨²ltimas semanas, los controles de las jansas se han intensificado¡±, asevera Abu Ibrahim.
Existe segregaci¨®n por sexo y con los for¨¢neos. ¡°La polic¨ªa religiosa no deja que los extranjeros interact¨²en con locales¡±, asegura el activista Abu Ibrahim. ¡°La mayor¨ªa de extranjeros vino para luchar, pero tambi¨¦n hay familias que vienen para vivir bajo la ley isl¨¢mica. Raqqa es un lugar seguro, cosmopolita y disponen de escuelas en ingl¨¦s para sus hijos. Adem¨¢s reciben las mejores casas¡±, a?ade.
Los combatientes europeos cobran entre 1.000 y 1.400 euros mensuales, una fortuna cuando un funcionario sirio cobra 150. Atrapados en el limbo, los locales se ven obligados a elegir entre perderlo todo o vivir bajo las reglas del califato: ¡°Si abandono Raqqa dar¨¢n mi casa y propiedades a una familia de yihadistas extranjeros. Es la ley¡±, se lamenta Munir.
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