La mujer que quiso ser negra
La identidad en Estados Unidos pueder ser difusa y maleable: Rachel Dolezal, activista por los derechos civiles, es el ¨²ltimo caso
Rachel Dolezal se identifica como negra desde los cinco a?os. Sus hermanos adoptivos eran negros. Estudi¨® en Howard, una universidad afroamericana en Washington, DC. Se cas¨® con un negro y sus hijos son negros. Se dedic¨® al activismo en favor de los derechos de los afroamericanos. Acab¨® presidiendo la secci¨®n local en Spokane, en el Estado de Washington, de la NAACP. La Asociaci¨®n Nacional para el Avance de las Personas de Color, fundada en 1909, es la principal organizaci¨®n en favor de los derechos civiles de Estados Unidos.
En una semana Dolezal, de 37 a?os, ha visto c¨®mo sus padres aseguraban que naci¨® blanca y que se hab¨ªa hecho pasar por negra. Ha dimitido del cargo en la NAACP. Los medios de comunicaci¨®n exponen su pasado e investigan otros posibles enga?os en su carrera.
¡°Me identifico como negra¡±, se defendi¨® hace unos d¨ªas ante la cadena NBC. Aquella desconocida activista de una peque?a ciudad de 210.000 habitantes en el noroeste de Estados Unidos se ha convertido en una figura nacional, en uno de aquellos personajes que parecen salidos de la nada y en los que, sin quererlo ellos ni desearlo, este pa¨ªs proyecta sus fantasmas.
Dolezal ha tocado una fibra. Con las protestas recientes en Baltimore y otras ciudades por la represi¨®n policial, la matanza el mi¨¦rcoles en una iglesia negra en Carolina del Sur, la herencia de la esclavitud, la segregaci¨®n y la discriminaci¨®n pervive.
¡°Me identifico como negra", se defendi¨® hace unos d¨ªas ante la cadena NBC
El caso Dolezal ilumina otro aspecto del trauma: la identidad. ?Qu¨¦ es ser negro? ?Puede alguien decidir que lo ser¨¢? ?Puede decirse de la identidad afroamericana lo que Jordi Pujol dec¨ªa de la identidad catalana, que es catal¨¢n quien vive y trabaja en Catalu?a y adem¨¢s tiene voluntad de ser catal¨¢n? ?Es negro quien tiene voluntad de ser negro? ?O se es negro, se quiera o no?
Cient¨ªficamente s¨®lo hay una raza, la humana. Cuando hablamos de raza, podemos estar hablando de la pigmentaci¨®n de la piel y aqu¨ª cualquier clasificaci¨®n es subjetiva y arbitraria, lo que el historiador Henry Louis Gates, Jr. ha llamado ¡°las convenciones de la estratificaci¨®n del color¡±. En la Nueva Orleans de principios del siglo XX, record¨® Gates en un libro de los a?os noventa, ¡°los negros de piel clara se casaban con frecuencia con otros negros de piel clara¡±.
La one-drop rule, la norma racista en algunos Estados seg¨²n la cual quien tenga una sola gota de sangre negra es autom¨¢ticamente negro, determin¨® durante d¨¦cadas estas clasificaciones. Otra posibilidad, m¨¢s s¨®lida: que la raza sea una categor¨ªa social y cultural. Cuando decimos negro, no hablamos del color de la piel: hablamos de una identidad. Y las identidades se heredan, pero tambi¨¦n pueden elegirse, moldearse y adaptarse.
El caso Dolezal ilumina otro aspecto del trauma: la identidad. ?Qu¨¦ es ser negro?
Dolezal oscureci¨® su piel tomando mucho el sol y se riz¨® el cabello. Y opt¨® por identificarse como negra, con toda la historia de vejaciones y resistencia. Sin tener antepasados esclavos ni africanos, asumi¨® como propia la memoria com¨²n de los afroamericanos.
Tambi¨¦n Barack Obama asumi¨® esta memoria. Hijo de una blanca de Kansas y un negro de Kenia, el presidente creci¨® con su madre y sus abuelos blancos y s¨®lo vio a su padre ocasionalmente. Sin embargo, todav¨ªa se le describe como el primer presidente negro. ?Por la one-drop rule, la norma de la ¨²nica gota?
Existe una diferencia sustancial entre Dolezal y Obama, m¨¢s all¨¢ de si la activista de Spokane no tiene antepasados africanos conocidos y el presidente de Estados Unidos s¨ª. Dolezal decidi¨® ser negra, pero podr¨ªa haber sido blanca y puede volver a serlo: viejas fotos difundidas por sus padres muestran una ni?a rubia y blanca. Obama, aunque construy¨® su identidad al llegar a la edad adulta y se sumergi¨® en los c¨®digos y la memoria com¨²n de la Am¨¦rica negra en Chicago, ha explicado que no le qued¨® m¨¢s remedio que ser negro.
¡°Si en esta sociedad tienes aspecto de afroamericano¡±, dijo durante la campa?a que le llev¨® a la Casa Blanca en 2008, ¡°te tratan como afroamericano¡±.
No siempre ha sido as¨ª. Hay una tradici¨®n larga de negros ¡ªnegros de piel clara¡ª que decidieron dejar de serlo y lo lograron. Durante la Segunda Guerra Mundial, hubo casos de negros que se inscribieron en las Fuerzas Armadas como blancos para evitar regresar a la vida civil como ciudadanos de segunda clase. Lo explic¨® el periodista Brent Staples en un art¨ªculo de 2003 en The New York Times. ¡°Un dem¨®grafo¡±, escribi¨® Staples, ¡°calcul¨® que m¨¢s de 50.000 personas negras zarparon hacia la blanquitud durante los a?os cuarenta, se casaron con personas blancas y probablemente cortaron amarras con sus familias negras¡±.
Uno de los negros que se hicieron pasar por blancos fue Anatole Broyard, temible cr¨ªtico literario del Times en los a?os ochenta y noventa. Broyard naci¨® en 1920 en Nueva Orleans de padre y madre negros. Excepto su hermana, el resto de la familia eran negros de piel clara. Emigraron a Nueva York. En el Greenwich Village de mediados de siglo, Anatole Broyard era una estrella. Era elegante, inteligente, seductor. No se identificaba como negro. Corr¨ªan rumores, pero pocos conoc¨ªan su origen. Sus hijos no lo supieron hasta poco antes de morir ¨¦l, en 1990. ¡°La sociedad hab¨ªa decretado que la raza era una cuesti¨®n de ley natural, pero ¨¦l quer¨ªa que fuese una afinidad electiva¡±, escribi¨® Henry Louis Gates, Jr. en 1996 en un art¨ªculo de la revista The New Yorker que sac¨® a Broyard del armario racial. En su novela La mancha humana, publicada cuatro a?os despu¨¦s, Philip Roth invent¨® un personaje, el profesor Coleman Silk, que se parec¨ªa mucho a Broyard.
Para Dolezal, como para Silk o Broyard, ser negra parece ser una afinidad electiva, pero este no es el ¨²nico reproche que ahora se le hace. La NAACP ha dejado claro que el problema de Dolezal no era que fuese blanca ¡ªla NAACP ha tenido l¨ªderes blancos¡ª, sino su credibilidad, las dudas sobre su honestidad respecto a sus or¨ªgenes.
Estados Unidos es el pa¨ªs de la tabla rasa, de la meritocracia y de los hombres y mujeres hechos a s¨ª mismos, el pa¨ªs que permite comenzar de cero. Dolezal lo ha intentado.
La inc¨®gnita es si es una impostora o un personaje genuinamente estadounidense: una mujer libre, que modela sin l¨ªmites su vida y su identidad.
Rachel ten¨ªa cinco a?os y se sent¨ªa negra. El veredicto sigue abierto.
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