La pol¨¦mica por la bandera sure?a reabre heridas en Estados Unidos
El debate sobre la ense?a confederada, s¨ªmbolo racista para muchos, irrumpe en la campa?a presidencial de 2016
Es una bandera peque?a, de unos cincuenta cent¨ªmetros por lado, sobre un m¨¢stil de unos seis metros. Pero en ella se concentran los traumas raciales del sur de Estados Unidos y la dificultad de recordar un pasado inc¨®modo. La muerte de nueve negros en una iglesia de Charleston, a tiros de un racista blanco, reabre viejos debates sobre la bandera confederada que ondea frente al Capitolio de Columbia, la capital de Carolina del Sur. La controversia ha irrumpido en la campa?a para las elecciones presidenciales de 2016.
El debate no es nuevo, ni en Carolina del Sur ni en otros Estados sure?os. Pero ahora resulta m¨¢s perturbador: Dylann Roof, el blanco de 21 a?os acusado de la matanza del mi¨¦rcoles en la hist¨®rica iglesia afroamericana Emanuel, en Charleston, aparece en varias im¨¢genes en Internet con la bandera confederada de los Estados secesionistas que se enfrentaron a los unionistas del norte en la Guerra Civil (1861-65) y confes¨® a la polic¨ªa que quer¨ªa iniciar una ¡°guerra racial¡±.
La pol¨¦mica por la bandera creci¨® este lunes y se empezaron a ver movimientos pol¨ªticos que podr¨ªan llevar a su retirada. La gobernadora de Carolina del Sur, la republicana Nikki Haley, convoc¨® una reuni¨®n este mediod¨ªa con l¨ªderes pol¨ªticos estatales. En el pasado, Haley defendi¨® la bandera colocada frente al Capitolio pero, al calor de la pol¨¦mica tras la matanza de Charleston, se ha mostrado abierta a revisarla. La decisi¨®n depende de la Asamblea General, en la que el Partido Republicano ostenta la mayor¨ªa. El congresista local dem¨®crata James Smith asegur¨® este lunes que hay un ¡°creciente consenso¡± bipartidista en resolver a corto plazo la controversia.
Los detractores identifican la ense?a con esclavitud, segregaci¨®n racial y fundamentalismo blanco. Los partidarios defienden su peso hist¨®rico e identitario
La pol¨¦mica en Columbia, de 133.000 habitantes y en el interior del Estado, fuerza a muchos pol¨ªticos a hacer equilibrios, sobre todo en el Partido Republicano, que, desde el fin oficial de la segregaci¨®n racial en 1964, ha levantado un feudo en el sur, donde apela a votantes blancos, conservadores y rurales.
A la urgencia de opinar sobre la bandera, el partido sum¨® el domingo un nuevo quebradero de cabeza relacionado con Charleston al revelarse que tres candidatos republicanos a las elecciones de 2016 -Ted Cruz, Rick Santorum y Rand Paul- recibieron donaciones del l¨ªder de un grupo supremacista blanco que, seg¨²n un manifiesto en Internet, habr¨ªa inspirado al autor de la matanza racista. Cruz y Paul anunciaron que devolver¨¢n las donaciones, y Santorum no se pronunci¨®.
La bandera toca sensibilidades. Apoyarla o rechazarla ha dado disgustos a varios pol¨ªticos. Es un s¨ªmbolo que coloca al sur ante el espejo del pasado. ¡°Esta no es mi herencia¡±, rezaba una pancarta la noche del s¨¢bado en una festiva protesta frente al Capitolio contra la bandera. ¡°Deber¨ªas estar en un museo¡±, dec¨ªa otra. Se concentraban unas 1.500 personas, la mayor¨ªa blancas y de todas las edades.
La controversia por la bandera ha irrumpido en la campa?a del Partido Republicano para las elecciones presidenciales de 2016
Las banderas estadounidense y estatal, en la c¨²pula del edificio, ondear¨¢n hasta el viernes a media asta en homenaje a las v¨ªctimas de Charleston. No ocurre lo mismo con la bandera de la Confederaci¨®n. Al ser patrimonio hist¨®rico, deber¨ªan aprobarlo dos tercios de los legisladores.
Los detractores identifican la ense?a -un aspa azul con estrellas blancas sobre un fondo rojo- con todos los males del sur de EE UU: la esclavitud que imper¨® hasta la derrota de la Confederaci¨®n en la Guerra Civil, los linchamientos a afroamericanos hasta bien entrado el siglo XX, la segregaci¨®n racial de los negros que fue legal hasta hace cincuenta a?os y el fundamentalismo blanco de personas como Roof y grupos como el Ku Klux Klan, que sigue visible en partes de Carolina del Sur.
Los partidarios, en cambio, consideran la bandera una se?a de identidad y un legado hist¨®rico que es independiente de su connotaci¨®n racial. Es habitual ver reproducciones de la confederada en el sur, ya sea en camisetas o en la parte trasera de los coches. Muchos blancos la asocian con una forma de vida rural y conservadora. Es tambi¨¦n un modo de honor tras la derrota en la Guerra Civil. Carolina del Sur fue el primer Estado que se emancip¨® de la Uni¨®n y el conflicto estall¨® en Charleston. Para algunos, es incorrecto atribuirlo ¨²nicamente a la defensa o repulsa de la esclavitud entre el sur y el norte.
En el Partido Republicano, hay divisi¨®n de opiniones. Mitt Romney, el candidato en las elecciones de 2012, ha pedido quitar la bandera de Columbia esgrimiendo su componente divisivo. Jeb Bush, aspirante a la nominaci¨®n en las de 2016 y exgobernador de Florida, ha recordado que en Florida est¨¢ en los museos. En cambio, se han mostrado ambiguos otros dos aspirantes republicanos: los sure?os Lindsey Graham (Carolina del Sur) y Ted Cruz (Texas).
Tres presidenciables republicanos recibieron donaciones del l¨ªder de un grupo supremacista blanco que inspir¨® al autor de la matanza
La confederada se coloc¨® en la c¨²pula del Congreso de Carolina del Sur en 1962 como homenaje a la Guerra Civil, en lo que se consider¨® un gesto desafiante al entonces floreciente movimiento de los derechos civiles de los negros en el sur. En el 2000, tras intensas protestas y amenazas de boicot empresarial, se traslad¨® al parque frente al edificio.
En la concentraci¨®n de la noche del s¨¢bado, se percib¨ªa una sensaci¨®n de ahora o nunca. En una encuesta a finales de 2014, un 62% de la poblaci¨®n estatal ten¨ªa una valoraci¨®n positiva o neutral de la confederada. Sin embargo, la atrocidad racista de Roof ha encendido los ¨¢nimos.
La retirada de la bandera ser¨ªa su primera consecuencia palpable. Mandar¨ªa un mensaje de cambio en un Estado que fue el ¨²ltimo en instaurar -en el 2000, 17 a?os despu¨¦s de aprobarlo el presidente republicano Ronald Reagan- un d¨ªa festivo para el l¨ªder de los derechos civiles, el reverendo negro Martin Luther King. Y que, como otros Estados sure?os, mantiene calles con nombres de h¨¦roes de la Guerra Civil que rechazaban el fin de la esclavitud.
¡°No queremos que esas nueve vidas se hayan perdido por nada¡±, dec¨ªa una de las manifestantes, Susan Robinson, blanca de 65 a?os. ¡°Ese joven [Roof] creci¨® en un ambiente que fomentaba sus creencias, sin hacerle dudar. Es inaceptable¡±. A poca distancia, una mujer negra de 40 a?os que declin¨® dar su nombre agregaba: ¡°Esto es solo el principio. Carolina del Sur tiene un largo camino que avanzar¡±.
Pero algunas cosas empiezan a cambiar. El sur de EE UU es cada vez m¨¢s urbano y menos blanco, lo que beneficia te¨®ricamente al Partido Dem¨®crata. La gobernadora Haley es de origen indio. Y el pasado noviembre, el republicano de Carolina del Sur Tim Scott se convirti¨® en el primer senador negro en ganar una elecci¨®n en el sur desde el fin de la Guerra Civil.
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