Argentina y Grecia, moralejas del corralito y el ¡®default¡¯
Por cada deudor irresponsable, hay un acreedor que juega a la ruleta rusa
En griego, la palabra m¨¢s escuchada es corralito. Es un argentinismo que resum¨ªa las restricciones a los retiros bancarios que impuso el gobierno de De la R¨²a a fines de 2001. El siguiente gobierno declar¨® el default, para luego convertir los dep¨®sitos en d¨®lares a moneda argentina y devaluar. Ello porque los d¨®lares ya no estaban, los bancos no pod¨ªan hacer frente a sus obligaciones sin la pesificaci¨®n. Habr¨ªan quebrado.
Algo parecido est¨¢ sucediendo en Grecia, que ya tiene corralito y t¨¦cnicamente esta en cesaci¨®n de pagos, aunque no puede devaluar por no contar con moneda propia. Tampoco declar¨® el default con un gran espect¨¢culo pol¨ªtico, como fue el caso de Rodr¨ªguez Sa¨¢ en Argentina, un presidente de siete d¨ªas. Al menos, no todav¨ªa. Comparar siempre supone examinar similitudes y diferencias, incluso entre gemelos. Veamos.
El primer tema es el de los or¨ªgenes de la crisis. En el caso argentino se remonta a comienzos de los noventa, cuando la estrategia anti-inflacionaria de Menem y su ministro Cavallo fue anclar el tipo de cambio acompa?ado por la convertibilidad. Por cada peso en circulaci¨®n hab¨ªa casi un d¨®lar en reserva. Dio resultado, los argentinos conocieron la estabilidad y Menem alcanzo su objetivo: cambiar la constituci¨®n y reelegirse. El problema es que la macroeconom¨ªa no miente: con la paridad nominal se aprecia el tipo de cambio real, por simple inercia inflacionaria, y la econom¨ªa pierde competitividad. Se acumul¨® as¨ª un d¨¦ficit de cuenta corriente, que hab¨ªa que financiar, y una consecuente recesi¨®n, que hab¨ªa que gobernar.
Durante una d¨¦cada, Argentina se endeud¨® para financiar importaciones y para intervenir en el mercado y defender la paridad. Ni Menem, ni De la R¨²a m¨¢s tarde, aceptaron modificar la regla monetaria y devaluar. No fue por ¡°populistas¡±, palabra a¨²n m¨¢s abusada que corralito, sino por ser lo opuesto. Su objetivo era satisfacer a la ortodoxia monetaria y las finanzas internacionales, pero el desmadre fue tal que, al llegar 2001, Argentina pagaba intereses hasta cuatro veces el promedio internacional. La cuesti¨®n no era si habr¨ªa default, sino cuando. Pero los bancos igual segu¨ªan prest¨¢ndole, cobrando por el riesgo, naturalmente.
En el caso de Grecia, una uni¨®n monetaria ¡°a medio cocer¡± explica una buena parte de su crisis. El arreglo institucional basado en pol¨ªtica monetaria r¨ªgida, pero sin coordinaci¨®n ni supervisi¨®n del gasto fiscal y el endeudamiento, combin¨® ¡°lo peor de ambos mundos¡± para las econom¨ªas menos competitivas de la regi¨®n, y no solo Grecia. No pudiendo hacer pol¨ªtica contrac¨ªclica con emisi¨®n monetaria y tasa de inter¨¦s, eso le pertenece a Frankfurt, quedaron en libertad para endeudarse. Como Argentina, Grecia tom¨® deuda para hacer frente a obligaciones y, en la abundante liquidez anterior a 2008, los bancos estaban m¨¢s que dispuestos a prestarle.
Primera moraleja: por cada deudor irresponsable, hay un acreedor que juega a la ruleta rusa
Un segundo tema es que el potencial ¡°Grexit¡±, que ser¨ªa con una inevitable devaluaci¨®n, renueva el debate sobre soberan¨ªa monetaria. Esa es la pregunta, como lo fue para Argentina en 2001. Para algunos es una cuesti¨®n de identidad nacional. Para ser tal, un Estado tiene himno, bandera, ej¨¦rcito y moneda. No ser¨ªa un tema menor en el Reino Unido dejar de tener Libras y dejar de verle la cara a la reina Isabel al abrir la billetera.
Pero no solo se trata de sentimientos nacionalistas, la moneda propia permite autonom¨ªa en la pol¨ªtica monetaria. Espec¨ªficamente, permite hacer pol¨ªtica contrac¨ªclica, como hizo Obama con el est¨ªmulo fiscal que recuper¨® el crecimiento y el empleo mientras Europa contin¨²a en la larga penumbra de su ortodoxia. Pi¨¦nsese tambi¨¦n en Suecia, por cierto que un buen alumno, sin populismo ni corrupci¨®n, prolijo en sus cuentas p¨²blicas, que ha mantenido la Krona. De hecho, ese fue el resultado del refer¨¦ndum de septiembre de 2003 que rechaz¨® la uni¨®n monetaria para conservar capacidad de usar la pol¨ªtica monetaria ante los ciclos econ¨®micos. Esa hab¨ªa sido su experiencia keynesiana durante la Gran Depresion, tanto como el rescate bancario en la crisis de 1992.
Segunda moraleja: la autonom¨ªa monetaria es m¨¢s que papel pintado con los s¨ªmbolos nacionales.
El tercer tema es el de las consecuencias pol¨ªticas de la recesi¨®n prolongada. Argentina emergi¨® de la crisis de 2001 con la gente gritando ¡°que se vayan todos¡± en las calles. El descr¨¦dito de la elite pol¨ªtica, que todav¨ªa hoy se observa, y la interminable fragmentaci¨®n de los partidos, que a¨²n hoy se padece, dan una idea. Ello ha da?ado el tejido social y la civilidad democr¨¢tica, premiando formas autoritarias de hacer pol¨ªtica. Los Kirchner son el mejor ejemplo.
Grecia no necesariamente est¨¢ igual de fragmentada, pero s¨ª dividida, una divisi¨®n que el gobierno Syriza, con menos opciones a medida que se desarrolla la crisis, parece haber optado por profundizar. No es solo que hasta el lenguaje del refer¨¦ndum fomenta esa divisi¨®n, para no hablar de la confusi¨®n del electorado. Es tambi¨¦n que el gobierno no habla con una sola voz, lo cual sugiere divisiones, ni parece tener claro sus objetivos, lo cual confunde al pa¨ªs y a los acreedores. En el desorden conceptual y de pol¨ªtica, se prolonga la recesi¨®n y se malgasta el capital pol¨ªtico que Tsipras tuvo al ser electo. Gane o pierda el refer¨¦ndum, las lunas de miel rara vez se repiten.
La amarga verdad es que en una naci¨®n sobre endeudada la austeridad siempre llega. Si no es por las recetas de la ortodoxia, en este caso por la Troika, llega por la estanflaci¨®n del default cum devaluaci¨®n y, por temporaria que pueda ser, por la p¨¦rdida de la inversi¨®n. El c¨¢lculo es cu¨¢l de las dos opciones es m¨¢s larga y m¨¢s profunda, y optar por la otra. No es un c¨¢lculo para cualquier clase de gobierno. Y esta ha sido la tercera y ¨²ltima moraleja.
Twitter @hectorschamis
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