Europa es el lugar de Grecia
Atenas puede ser un problema, pero es parte esencial del contrato de la UE consigo misma
El resultado del refer¨¦ndum no deber¨ªa cambiar algo esencial: que la Uni¨®n Europea (UE) es el lugar de Grecia. Porque Grecia es el primer hogar de Europa.
As¨ª lo ha querido no ya la historia antigua, sino la contempor¨¢nea. Hace casi dos siglos, el Estado griego independiente, desgajado del Imperio otomano, fue pensado por las potencias europeas como Estado-tap¨®n o dique frente al gran imperio musulm¨¢n del momento. Y luego, como valladar frente al expansionismo del Imperio sovi¨¦tico.
En su calidad de Estado nacional, goz¨® de una soberan¨ªa escasa, condicionada, miserable, cuasi colonial. Y la dilapid¨® al modo espa?ol coet¨¢neo, pol¨ªticamente inestable (guerras civiles y dictaduras); econ¨®micamente atrasado (apenas Revoluci¨®n Industrial); geoestrat¨¦gicamente exc¨¦ntrico.
En realidad, la hoy Rep¨²blica hel¨¦nica solo ha conocido la soberan¨ªa nacional desde que ingres¨® a la Europa comunitaria, en 1981. Y en Europa se trata de un formato de soberan¨ªa compartida, indivisa, limitada, paccionada, consorciativa. Nada que ver con la ilusa ilusi¨®n de las independencias nacionales de otras ¨¦pocas, especialmente en lo econ¨®mico (la moneda ¨²nica, el presupuesto acordado), pero tambi¨¦n en la acci¨®n exterior y en la pol¨ªtica (democr¨¢tica).
El paradigma nacional de Grecia ¡ªhuyamos del ¡°destino nacional¡± joseantoniano, que esto no es una agencia de viajes¡ª no es ya el de triste periferia de un imperio retr¨®grado, ni la enf¨¢tica autarqu¨ªa de los Estados liberales inmersos en s¨ª mismos, sino la cogesti¨®n plurinacional interactiva: ese invento generado por Europa y del que la UE sigue siendo laboratorio mundial, pr¨¢cticamente en exclusiva.
Solo el club europeo es capaz de proporcionarle el indispensable apoyo econ¨®mico (a veces mal calculado, con errores arduos de asumir) en los voraces vaivenes de la tormenta globalizadora. Y tambi¨¦n la dimensi¨®n de seguridad externa (ante poderosos vecinos, como Rusia y Turqu¨ªa) necesaria para desarrollar una pol¨ªtica interna propia, aut¨®noma, s¨ª, pero para nada independiente. Si acaso, interdependiente.
Si la UE es el lugar de Grecia es tambi¨¦n porque Grecia es hogar fundacional de Europa. Es obvio que ni Alexis Tsipras ni Andonis Samar¨¢s son Pericles. Pero los valores humanistas de esta Europa se anclan en su tiempo y circunstancia, y la H¨¦lade cl¨¢sica es su primer emblema, m¨¢s que la Roma imperial.
Es un s¨ªmbolo clave para la narrativa europea: el comercio (el emporio), la plaza p¨²blica (el ¨¢gora), la ciudad (la polis), la raz¨®n (el logos), el poder del pueblo (la dimo-krat¨ªa). Y para sus intereses: la continuidad geogr¨¢fica con los Balcanes por el Este; la fluidez mediterr¨¢nea con el polo atl¨¢ntico portugu¨¦s (historia paralela) en el extremo occidental; la esclusa de Oriente (como con acierto percibe China, que compra el puerto de Pireo para entrar en el Mar por antonomasia). Grecia quiz¨¢s sea siempre un problema, pero es parte esencial del contrato de Europa consigo misma.
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