Sic transit gloria mundi
Si no mediara una tempestad, Dilma Rousseff jam¨¢s recurrir¨ªa a la Casa Blanca en busca de un respirador
La visita de Dilma Rousseff a los Estados Unidos escenific¨® la situaci¨®n que atraviesan las dos mayores democracias de Am¨¦rica. Y record¨®, por si alg¨²n insensato la hab¨ªa olvidado, una ley universal: cuando los gobiernos no consiguen se?alar un horizonte detr¨¢s de un ajuste econ¨®mico severo, el poder adquiere una volatilidad aterradora.
La gira de Rousseff debi¨® producirse en octubre de 2013. Pero en septiembre de aquel a?o se conocieron las operaciones?de espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad sobre el gobierno brasile?o y, un detalle llamativo, sobre Petrobras. En protesta, Rousseff comunic¨® que faltar¨ªa a la cita. No le alcanz¨® con eso. Su canciller¨ªa despidi¨® al embajador Tom Shannon, la figura m¨¢s relevante de la diplomacia norteamericana para Am¨¦rica Latina, con un almuerzo presidido por un funcionario de tercera l¨ªnea, cuyo discurso fue tan agraviante que hizo llorar a la esposa del "agasajado". Obama qued¨® en una posici¨®n casi mendicante.
Al cabo de veinte meses los roles cambiaron por completo. Aquel presidente que en 2013 padec¨ªa un crisis abrumadora, que lo conducir¨ªa un a?o despu¨¦s a la derrota, recibi¨® a Dilma en una semana ol¨ªmpica: la Corte legaliz¨® el Obamacare y el matrimonio igualitario; el Congreso concedi¨® facultades especiales para negociar un acuerdo de libre comercio con Asia; y La Habana y Washington reanudaron relaciones.
La recepci¨®n prevista en 2013 redujo su formato. La prensa local apenas le dio espacio y se suprimi¨® la cena de homenaje. As¨ª y todo, para Rousseff fue un viaje de placer: los Estados Unidos le permitieron salir por tres d¨ªas del infierno. La presidenta perdi¨® el favor de la opini¨®n p¨²blica. Su imagen positiva no supera el 9%. El 65% de los brasile?os la repudia. El partido no la reconoce como l¨ªder. Y Lula da Silva, su mentor, no sirve como escudo: debe defenderse de las acusaciones de corrupci¨®n por el esc¨¢ndalo de Petrobras. S¨®lo falta que una ma?ana lo lleven a declarar a un tribunal.
Dilma tampoco controla su gobierno. El gabinete es una torre de Babel en la que cada ministro lanza una ocurrencia
La ¨²ltima novedad es que Dilma tampoco controla su gobierno. El gabinete es una torre de Babel en la que cada ministro lanza una ocurrencia. El de Industria, Armando Monteiro, propuso un inimaginable acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos. Y la de Agricultura, Katia Abreu, anunci¨® que se firmar¨¢ un tratado similar con Europa, sin la Argentina. En otras circunstancias, estas declaraciones hubieran enardecido al PT. Ahora pasan sin respuesta, como si nadie tomara en serio nada.
El Congreso tambi¨¦n ha perdido la cabeza. Mientras el ministro de Hacienda, Joaquim Levy, ordena recortes draconianos, el Senado aprob¨® un aumento de sueldos judiciales de hasta 78%. Exquisita estrategia de los legisladores para enemistarse tambi¨¦n ellos con los ciudadanos.
Con una presidenta que pierde consenso, no disciplina a sus colaboradores y carece del sost¨¦n de su partido, el gobierno se va anarquizando. Las que antes eran hip¨®tesis clandestinas se explicitan en la prensa. ?Dilma ser¨¢ acorralada por el Tribunal Fiscal porque las cuentas de su anterior per¨ªodo son un desaguisado? En tal caso, el poder ir¨ªa a su vice, Michel Temer. ?O arrastrar¨¢ tambi¨¦n a Temer porque su campa?a recibi¨® dinero negro, como confes¨® el ¨²ltimo arrepentido? Entonces deber¨ªa asumir el mando el presidente de la C¨¢mara de Diputados, Eduardo Cunha. En cualquier caso, los dirigentes del PMDB, aliados del PT, son los ¨²nicos con algo para ganar en la tormenta. Mientras la ?lite especula con el derrumbe, Rousseff homenajea por TV a la mandioca y a la mulher sapiens.?
La presidenta perdi¨® el favor de la opini¨®n p¨²blica. Su imagen positiva no supera el 9%. El 65% de los brasile?os la repudia
Si no mediara una tempestad, esta antigua guerrillera, l¨ªder de un partido anti-norteamericano, jam¨¢s recurrir¨ªa a la Casa Blanca en busca de un respirador. Obama, por su parte, est¨¢ atribulado por Estado Isl¨¢mico, Rusia, Grecia, y un problema destinado a durar siglos: China. Es l¨®gico que quiera saldar conflictos marginales antes de dejar la presidencia: Cuba, Brasil y Venezuela, donde Shannon realiza una diplomacia subterr¨¢nea.
Dilma aprovech¨® la oportunidad para un recorrido dise?ado con la mano derecha. Visit¨® a Kissinger, Murdoch, Condoleeza Rice y a una decena de banqueros. Hizo bien. La presidenta gira en un hurac¨¢n donde hay un solo punto fijo: la racionalizaci¨®n econ¨®mica que, plagada de dificultades, gestiona Levy. Hace dos a?os, reprend¨ªa a Obama como no se animaron a hacerlo otros espiados, ll¨¢mense Merkel o Calder¨®n. Sic transit gloria mundi.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.