El flagelo de ser bonita
Nadie rechazar¨ªa combustibles gratuitos en el subsuelo, pero la historia demuestra que tal bendici¨®n termina siendo una condena
Hay personas a quienes les estorba el atractivo f¨ªsico. Hombres y mujeres que caminan por la vida con un rostro que provoca suspiros, aunque en su alma anide una fractura paralizante. Como si haber crecido dotados del beneficio est¨¦tico que abre puertas y corazones inhibiera en las bellas y en los apuestos el desarrollo de otras herramientas de sobrevivencia.
M¨¢s o menos lo mismo piensan los economistas sobre las naciones con recursos petroleros. Nadie en su sano juicio rechazar¨ªa un mar de combustibles gratuitos en el subsuelo y, sin embargo, la historia demuestra que tal bendici¨®n termina siendo una condena. El fen¨®meno ha sido ampliamente demostrado y se le conoce como "paradoja de la abundancia" o "maldici¨®n de los recursos". En los ¨²ltimos treinta a?os, el crecimiento del PIB per c¨¢pita ha sido mucho menor en los pa¨ªses de la OPEP que en el resto del mundo. Y para no ir m¨¢s lejos, en Am¨¦rica Latina Venezuela y M¨¦xico, las potencias petroleras, exhiben tasas de crecimiento por debajo del resto de los pa¨ªses medios y grandes de la regi¨®n.
Las razones para este extra?o fen¨®meno no tienen nada de esot¨¦ricas. Las rentas extraordinarias que proceden del petr¨®leo con un m¨ªnimo de esfuerzo producen efectos inhibitorios en el resto de la econom¨ªa. Los ingresos f¨¢ciles quitan incentivos para que el resto del aparato productivo sea competitivo en el mercado internacional. La sociedad genera el s¨ªndrome del rentista de h¨¢bitos parasitarios; los cuantiosos recursos que maneja el Estado (gracias a la explotaci¨®n directa o a la exacci¨®n de impuestos petroleros) producen una estructura pol¨ªtica clientelar y populista que dificulta el surgimiento de un tejido institucional democr¨¢tico. En suma, econom¨ªa, sociedad y estructura pol¨ªtica salen tan contaminados como los r¨ªos y los mantos fri¨¢ticos.
Desde hace algunos meses, M¨¦xico ha comenzado a sufrir escasez de gasolinas por primera vez en su historia
Desde hace algunos meses, M¨¦xico ha comenzado a sufrir escasez de gasolinas por primera vez en su historia. En una media docena de entidades federativas los letreros de desabasto en las estaciones de servicio aparecen cada vez con mayor frecuencia. Y peor a¨²n, donde la hay, el precio por litro es superior a la cotizaci¨®n internacional.
Pemex ha atribuido el desabasto a los problemas log¨ªsticos (es decir, ineficiencia) y escasez por robo y tomas clandestinas. A los motivos anteriores, los especialistas a?aden la creciente dependencia del mercado externo en materia de derivados de petr¨®leo; el pa¨ªs es deficitario, importa poco m¨¢s de 450.000 barriles diarios para satisfacer el mercado interno. Mal negocios pues: vendemos petr¨®leo crudo barato, compramos petr¨®leo derivado caro.
Parecer¨ªa que vivimos lo peor de los dos mundos. Un pa¨ªs con problemas de obesidad que a¨²n no se libra de la desnutrici¨®n end¨¦mica. Padecemos muchas de las desventajas y distorsiones de un pa¨ªs petrolero, pero la gasolina para los autos y los combustibles para las industrias son caros y comienzan a escasear. Nos hemos quedado con finanzas p¨²blicas adictas a la renta petrolera (la recaudaci¨®n fiscal por otras v¨ªas es baj¨ªsima), con un Estado de costumbres clientelares, abrumado por la burocracia y la corrupci¨®n sindical, pero sin los recursos para sostenerlo. Y, todo indica, nos dirigimos a una dependencia cr¨®nica en materia energ¨¦tica.
Somos el chico guapo que se acostumbr¨® al ¨¦xito r¨¢pido y gratuito y que 15 a?os despu¨¦s se encuentra obeso y desfigurado por los excesos, sin las herramientas para competir y hacerse respetar por m¨¦ritos propios. Algo tendremos que hacer para recuperar el tiempo perdido. La reforma energ¨¦tica de Pe?a Nieto puede dar resultado o no, de la misma manera en que las dietas y el gimnasio podr¨ªan evocar algo de la belleza perdida. Al margen de ello, es imprescindible que M¨¦xico y los mexicanos asumamos que no hay atajos para el ¨¦xito, salvo aquello que lleva a mejorar nuestra productividad. Nada recibiremos por nuestra linda cara o nuestros yacimientos. Sobre todo, cuando esa cara ha dejado de ser linda y los yacimientos est¨¢n por agotarse.
@jorgezepedap
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