Libertad e independencia para Grecia
Los griegos deber¨ªan redefinir su noci¨®n de orgullo patrio, retirarse voluntariamente de lo que se ha vuelto para ellos la tiran¨ªa del euro y buscar su propio destino
S¨ªsifo, personaje de la mitolog¨ªa griega, pec¨® de orgullo y lo pag¨® caro. Por enga?ar a los dioses fue condenado a cargar una roca hasta la cima de una monta?a pero, al cumplir su misi¨®n, la roca rodaba cuesta abajo al lugar donde empez¨®. S¨ªsifo descend¨ªa la monta?a, recog¨ªa la roca y otra vez para arriba. Siempre, y para siempre, con el mismo resultado.
Hoy se repite la historia. Grecia es S¨ªsifo. Los griegos enga?aron a los dioses de la Uni¨®n Europea cuando falsificaron sus cuentas para poder cumplir los requisitos de admisi¨®n al euro; y Syriza, la coalici¨®n gobernante electa en enero, ha fracasado en su pretensi¨®n de negociar con los eurodioses como iguales. Ahora el pueblo griego se enfrenta a la condena de cargar la roca de sus deudas y sus errores per saecula saeculorum.
R¨ªos de tinta y algoritmos se han derramado en el intento de diagnosticar el problema pero pocos dan con el fondo humano de la cuesti¨®n. Se trata de algo tan eterno como sencillo, contado hace 2.500 a?os en las tragedias griegas. El h¨¦roe cae como resultado de un ¡°fallo tr¨¢gico¡±. En casi todos los casos el fallo tr¨¢gico acaba siendo una variante del mismo tema, el orgullo que ciega al protagonista a sus propias limitaciones. Por falta de humildad y autoconocimiento excede las fronteras que el destino le ha impuesto, generando una espiral de calamidades que lo lleva a su destrucci¨®n.
He aqu¨ª el fallo tr¨¢gico que ha llevado a Grecia a la ruina. Los griegos, anclados en un orgullo ancestral, que poca relaci¨®n tiene con la realidad moderna de su pa¨ªs, no han querido reconocer que simplemente no est¨¢n capacitados para competir en el mismo terreno, obedeciendo las mismas reglas econ¨®micas de juego, que Alemania y Francia, o incluso Espa?a e Italia. Lo m¨¢s parecido a un consenso entre los expertos que han participado en la gran pol¨¦mica de los ¨²ltimos meses es que la entrada de Grecia en el euro fue un error. No es ning¨²n secreto por qu¨¦. Lo cont¨® el autor estadounidense Michael Lewis en su bestseller mundial Boomerang: Viajes al nuevo tercer mundo europeo, publicado en 2011. El pa¨ªs menos europeo y m¨¢s tercermundista que Lewis visit¨® fue Grecia.
Los griegos hoy tienen una opci¨®n que S¨ªsifo no tuvo: una segunda oportunidad
Lewis descubri¨® un pa¨ªs que festej¨® su incorporaci¨®n al euro a principios de siglo, y su acceso a los cr¨¦ditos bancarios del norte, viviendo muy por encima de sus posibilidades. Siguieron con la antigua costumbre del soborno y la trampa para no pagar impuestos, recaudando para el Estado una rid¨ªcula proporci¨®n de lo que correspond¨ªa, pero en poco m¨¢s de una d¨¦cada los salarios en el sector p¨²blico griego se duplicaron ¡ªy eso en un pa¨ªs con dos veces m¨¢s funcionarios estatales que el Reino Unido, cuya poblaci¨®n es casi seis veces mayor¡ª. El sistema de educaci¨®n p¨²blica griego es uno de los peores de Europa pero a Lewis le asombr¨® ver que empleaba m¨¢s profesores por alumno que el finland¨¦s, n¨²mero uno en el r¨¢nking mundial. La edad de jubilaci¨®n en Grecia era, y sigue siendo, 57 a?os (en muchos casos menos) mientras que en Alemania los jubilados no reciben sus pensiones estatales hasta los 67 a?os. Lewis cita en su libro a un exministro de finanzas, Stefanos Manos, que declar¨® una vez que tal era la ineficiencia, corrupci¨®n y exceso salarial en el sistema nacional de ferrocarriles que le resultar¨ªa m¨¢s barato al Estado pagar para que todos los griegos viajaran en taxi.
Habl¨¦ hace un par de a?os en Atenas con Stefanos Manos que se lamentaba del primitivismo cultural detr¨¢s del funcionamiento econ¨®mico de su pa¨ªs. ¡°Todo se maneja sobre favores personales¡±, dijo. ¡°La gente sigue creyendo que puede atenerse a una sinecura y no hacer nada, para siempre¡±.
Deber¨ªan retirarse voluntariamente de la tiran¨ªa del euro
Hoy la fiesta se acab¨®. Lo ¨²nico que no han perdido los griegos es el orgullo. Lo dec¨ªa la semana pasada Haridimos Tsoukas, un acad¨¦mico del Warwick Business School de Inglaterra: ¡°Grecia es una naci¨®n orgullosa¡ Hist¨®ricamente la naci¨®n griega deriva su autoestima, si no de Plat¨®n y de Arist¨®teles, de la batalla contra sus opresores¡±. Resistir es todo. Por eso, y por m¨¢s ineficaces que hayan resultado ser las negociaciones del gobierno con los alemanes y dem¨¢s divinidaes europeas, muchos griegos han celebrado las poses bravuconas de sus l¨ªderes electos frente a los ¡°chantajistas¡±, ¡°terroristas¡± e incluso ¡°Nazis¡± que les exigen apegarse a las reglas de juego del mundo real. Por eso, optaron por un ¡°no¡± rotundo a las medidas de austeridad impuestas por los dioses del norte en el refer¨¦ndum del domingo pasado, medidas que el propio gobierno griego aceptar¨ªa pr¨¢cticamente en su totalidad cuatro d¨ªas despu¨¦s.
El refer¨¦ndum, cuyo resultado fue celebrado en las calles de Atenas como si Grecia hubiera ganado un Mundial, fue absurdo en cuanto a utilidad pr¨¢ctica. Tuvo valor ¨²nicamente como ejercicio de terapia colectiva para un pueblo pobre y humillado que no se reconcilia con la verdad de que, como dec¨ªa el autor Eduardo Mendoza la semana pasada, ¡°desde que muri¨® Arist¨®teles no ha dado un palo al agua¡±.
Fue tan in¨²til el gesto del refer¨¦ndum como si S¨ªsifo, al llegar a la cima de la monta?a y ver la roca rodando hacia abajo, decidiera negar su impotencia y emitir un grito de rebeld¨ªa hacia los dioses ¡ªantes de darse media vuelta y rendirse una vez m¨¢s a su inexorable destino¡ª.
Los griegos de hoy tienen, sin embargo, una opci¨®n que S¨ªsifo no tuvo. Una segunda oportunidad. Pueden mirarse en el espejo, reconocer sus limitaciones, dejar de enga?arse a s¨ª mismos, aceptar qui¨¦nes son y entender que su lugar por naturaleza no es en los cielos de la eurozona sino solos, a su manera, en la agreste y noble tierra helena. Para el bien de ellos y de todos los europeos deber¨ªan redefinir su noci¨®n de orgullo patrio, retirarse voluntariamente de lo que se ha vuelto para ellos la tiran¨ªa del euro y buscar su propio destino en la independencia y la libertad.
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