Poca juerga en la noche nuclear
La tibia demostraci¨®n de alegr¨ªa por el acuerdo nuclear contrasta con la envergadura del paso dado por Teher¨¢n


Faltos de otras alternativas de ocio, los j¨®venes iran¨ªes, sobre todo en Teher¨¢n, suelen aprovechar cualquier pretexto ¨Csea una campa?a electoral o un ¨¦xito deportivo-- para echarse a las calles y convertirlas en una verbena. Incluso, cuando los polic¨ªas no miran, ponerse a bailar. As¨ª que cuando el martes se anunci¨® el acuerdo nuclear periodistas, fot¨®grafos y c¨¢maras salimos en busca de esa escena festiva que reflejara la alegr¨ªa de una generaci¨®n deseosa de abrirse al mundo.
Era lo que nos hab¨ªan contado desde que se anunci¨® aquel ahora lejano Plan de Acci¨®n en noviembre de 2013. Apoyaban la iniciativa, deseaban que tuviera ¨¦xito y que su pa¨ªs saliera del club de los parias al que le ha confinado su enfrentamiento permanente con Occidente. Pero hubo poca juerga en la noche nuclear.
Tras haber cubierto la explosi¨®n popular que caus¨® la elecci¨®n de Jatam¨ª en 1997, la fiesta que se desat¨® la madrugada en que la selecci¨®n iran¨ª de f¨²tbol gan¨® a EE. UU. en 1998, o el alboroto preelectoral de 2009, qued¨¦ defraudada. No hubo mensajes de Instagram o WhatsApp convocando a la celebraci¨®n. Nos dirigimos a los sitios donde en otras ocasiones se han dado cita los j¨®venes. En el cruce de Parkway, hab¨ªa una docena de reporteros. A las diez de la noche, tras una hora de espera, apareci¨® una joven con un cartel. La devoraron los flashes. Es la foto que public¨® este peri¨®dico.
M¨¢s al sur, en la plaza de Vanak, se hab¨ªan concentrado tres o cuatro centenares. ¡°Hab¨ªa m¨¢s gente el d¨ªa que ganamos al voleibol a Estados Unidos¡±, se sorprend¨ªa una fot¨®grafa iran¨ª, en referencia al partido del pasado junio.
Cierto que poco a poco, seg¨²n se corri¨® la voz y avanzaba la noche, algunas de las principales avenidas de la capital se animaron con varios miles de personas que hac¨ªan sonar los cl¨¢xones de sus coches, o ped¨ªan la liberaci¨®n de los l¨ªderes del Movimiento Verde (en detenci¨®n domiciliaria desde que cuestionaron la reelecci¨®n de Ahmadineyad hace seis a?os) entre los vivas a Zarif y Rohani. Pero Teher¨¢n es una ciudad de 15 millones de habitantes. ?No estaban contentos?
En decenas de entrevistas realizadas estos d¨ªas, todos dec¨ªan alegrarse de que por fin se fueran a levantar las sanciones. Sin embargo, la demostraci¨®n de entusiasmo fue tibia. Tal vez sea el cansancio tras 20 meses de negociaci¨®n y a?os de promesas rotas; tal vez, tras la experiencia de 2009, el miedo a unos ultras que dijeron que celebrarlo enviaba la se?al err¨®nea y que se hicieron visibles en algunas calles a modo de advertencia. El mi¨¦rcoles se volvi¨® a la rutina.
¡°Bueno, ahora hace falta que se ponga en pr¨¢ctica lo acordado¡±, justifican varios preguntados dejando entrever cierto escepticismo. Mi impresi¨®n es que los iran¨ªes se sienten como quien va a cobrar una vieja deuda. Se alegran, por supuesto, pero no es como si les hubiera tocado la loter¨ªa.
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