¡°Echamos de menos la URSS¡±
La localidad de Gr¨¢bovo, donde hace un a?o se estrell¨® el vuelo MH17, ilustra las graves dificultades que atraviesa el Este de Ucrania desde el estallido del conflicto
Vlad¨ªmir Berezhn¨®i, el alcalde de Gr¨¢bovo, en la regi¨®n rebelde de Ucrania que no reconoce la autoridad de Kiev, dirige personalmente los preparativos para conmemorar el aniversario de la ca¨ªda del Boeing de las L¨ªneas A¨¦reas de Malasia, el 17 de julio de 2014. Un cami¨®n descarga grava sobre el sendero que lleva al punto donde se alzar¨¢ el monolito en memoria de las 298 v¨ªctimas. Est¨¢ a la entrada del pueblo, en el punto m¨¢s pr¨®ximo alcanzado por la siniestra lluvia de restos humanos, equipajes, objetos y fragmentos del aparato, que se abati¨® sobre una vasta extensi¨®n de girasoles y cebada.
Una cruz, un letrero a mano invitando a detenerse y a rezar, unos peluches y unas flores recuerdan la tragedia. Berezhn¨®i dice que el monolito ha sido "financiado por empresarios de Donetsk". Se inaugurar¨¢ tras una misa en la iglesia y una procesi¨®n y se espera que el l¨ªder de la autodenominada Rep¨²blica Popular de Donetsk (RPD), Alexander Zaj¨¢rov, acuda al evento.
El informe internacional definitivo sobre las causas del siniestro del vuelo MH17 de ?msterdam a Kuala-Lumpur se publicar¨¢ en octubre. El comit¨¦ investigador de Holanda, responsable del documento, ha repartido ya la versi¨®n provisional entre los participantes en las pesquisas, incluida Rusia, para que la examinen y comenten. De entrada, Ucrania acus¨® a los separatistas prorrusos de haber derribado el avi¨®n utilizando el sistema antia¨¦reo BUK, pero el Estado Mayor ruso acus¨® a los ucranios de haber disparado desde otro avi¨®n. En Mosc¨² la empresa Almaz-Antei, fabricante de los BUK, admiti¨® en junio que uno de estos equipos pod¨ªa haber participado en el derribo, pero neg¨® que fuera ruso.
"Desear¨ªa poder volver al a?o 2013, cuando a¨²n no hab¨ªa comenzado esta pesadilla", dice Irina, una de las funcionarias del Ayuntamiento de Gr¨¢bovo. En el pasado, este pueblo de 730 habitantes, viv¨ªa de la agricultura y del trabajo en las minas de los alrededores. La mayor¨ªa de las minas de la zona est¨¢n cerradas, sea por falta de rentabilidad ya antes de la guerra, sea a causa de las refriegas. En cuanto a la agricultura, el empresario que arrendaba los terrenos dej¨® de explotarlos despu¨¦s de que la cosecha de 2014 se viera afectada por los combates. La granja av¨ªcola vecina est¨¢ cerrada y los peque?os anuncios fijados a un poste en el centro del pueblo hablan por s¨ª mismos: "compro vacas, bueyes y pieles", "vendo carb¨®n", "servicios de transportes".
"En las cercan¨ªas de Gr¨¢bovo los combates entre los ucranios leales a Kiev y los insurgentes de la RPD comenzaron a principios de junio [de 2014]. Se tiroteaban desde los dos bosques vecinos", afirma Tatiana, otra funcionaria del Ayuntamiento. Las hostilidades, dice, duraron hasta febrero pasado y el pueblo tuvo suerte, porque se libr¨® de la destrucci¨®n que ha castigado a localidades vecinas, como Shajtersk. Tan solo la valla del cementerio y el asfalto de la carretera fueron alcanzados por los proyectiles. Antes, el 11 de mayo de 2014, Gr¨¢bovo celebr¨® el refer¨¦ndum convocado por los insurgentes prorrusos. "La gente vot¨® masivamente, motivada por los muertos que se hab¨ªan registrado en Slaviansk", afirma Tatiana, refiri¨¦ndose a la ciudad de la regi¨®n de Donetsk que ya en abril fue sacudida por la violencia.
Aquel 17 de julio de 2014, el alcalde, que lleva cinco a?os en el cargo, no vio caer el avi¨®n, seg¨²n dice, porque estaba en el interior de su casa. "Solo a las 16,40 o¨ª una explosi¨®n; era el dep¨®sito del Boeing que reventaba", puntualiza. "Sent¨ª impotencia, miedo e incluso un poco de p¨¢nico", confiesa. "Despu¨¦s me pas¨¦ dos semanas sin dormir. No quisiera que esto volviera a sucederle a alguien", sentencia y abandona el consistorio para inspeccionar la descarga de la grava.
Hoy es mi¨¦rcoles y, antes de salir, el alcalde pide a las funcionarias que acudan el jueves al trabajo "vestidas con ropa deportiva" para blanquear la fachada del modesto ayuntamiento. "Aqu¨ª hay que hacer de todo, aunque no nos paguen para ello", exclama Irina, cuyo sueldo, seg¨²n dice es de 4.000 rublos al mes (cerca de 66 euros), mil rublos menos que su compa?era Tatiana. La autodenominada RPD, que controla este territorio, paga los salarios de los funcionarios en moneda rusa (al cambio de dos rublos por grivna), porque la moneda ucrania escasea cada vez m¨¢s debido al cese de las actividades bancarias y del pago de las n¨®minas de la administraci¨®n as¨ª como a las crecientes dificultades de desplazamiento por los controles con los que Kiev les separa del resto de Ucrania. La frontera con Rusia est¨¢ a una hora de viaje de Gr¨¢bovo.
"Antes cultivaba algunas verduras por placer. Ahora, mi huerto es un pesado trabajo del que no puedo prescindir porque no puedo vivir con mi sueldo. Los precios se han disparado", afirma Irina. En las tiendas, incluido el colmado de Gr¨¢bovo, las mercanc¨ªas rusas sustituyen a las ucranias y son m¨¢s caras que ¨¦stas.
"Echamos de menos la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Entonces a nadie le importaba si uno era ucranio, ruso o georgiano. Viv¨ªamos en paz y pod¨ªamos viajar al B¨¢ltico, a los C¨¢rpatos o al mar de Azov. Ahora estamos aislados y para salir de aqu¨ª hay que hacer colas que a veces duran m¨¢s de un d¨ªa (en los puestos de control entre los territorios no controlados por Kiev y el resto del Ucrania). ?Y nosotras que so?¨¢bamos con desarrollar el turismo rural!", exclama Irina.
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