Panyihadismo en ?frica
La guerra se extiende por doquier, no son solo actos terroristas o guerrillas
?frica subsahariana se envuelve poco a poco en el torbellino yihadista. Se trata de una ofensiva global. El 22 de julio, dos atentados suicidas en un centro comercial de Maroua, en el norte de Camer¨²n, se cobraron como m¨ªnimo 13 muertos y decenas de heridos. Autores supuestos: la secta fan¨¢tica Boko Haram, que ha declarado, por otra parte, una verdadera guerra contra Nigeria, donde dos ataques tambi¨¦n han provocado la muerte de decenas de civiles. En N¨ªger, Chad, Somalia, Mal¨ª y Kenia, el yihadismo golpea sin contenerse. Los atentados suicidas de estos ¨²ltimos meses fueron perpetrados, eso es nuevo, por j¨®venes mujeres, a veces todav¨ªa adolescentes. La guerra se extiende por doquier, a mano de un panyihadismo militarizado saliendo de las entra?as profundas del mundo ¨¢rabe y del ?frica subsahariana. ?La guerra!, no solo actos terroristas o guerrillas. Boko Haram es un ej¨¦rcito, el Estado Isl¨¢mico tambi¨¦n.
En los a?os 2000, la estrategia de Al Qaeda consist¨ªa en movilizar terroristas individuales y mandarlos a la muerte de manera indiscriminada. Ahora, se trata de formar grupos permanentes de combatientes para ocupar territorios. Al Qaeda formaba n¨²cleos n¨®madas, hoy se construyen ej¨¦rcitos m¨®viles, a menudo con fuerzas nacionales. Es el modelo del Grupo Islamista Argelino, creado en los a?os 1990 antes del surgimiento de Al Qaeda, el que se est¨¢ generalizando. Se trata de una situaci¨®n cualitativamente nueva, que demuestra el debilitamiento de los Estados naciones y el fortalecimiento de un islamismo pol¨ªtico militarizado, postnacional, funcionando a base de fanatismo radical.
Ahora bien, salvo Egipto y Camer¨²n, todos los pa¨ªses blancos han jugado, en un momento u otro, con el islamismo pol¨ªtico para debilitar a la oposici¨®n democr¨¢tica y secularizada. Durante d¨¦cadas, Arabia Saud¨ª ha incentivado al integrismo ideol¨®gico, tanto en el mundo ¨¢rabe como en Asia y ?frica subsahariana. Billones han sido gastados para sembrar lo que podr¨ªamos llamar la infraestructura mental sobre la que se cosecha hoy el integrismo. El monstruo creado para oponerse a la modernizaci¨®n pol¨ªtica y democr¨¢tica se escapa de las manos de sus due?os y se vuelve contra ellos.
Que esta guerra total toque a ?frica subsahariana es particularmente grave. El islam subsahariano siempre ha sido moderado, conservador y apol¨ªtico. Estamos asistiendo, frente al fracaso del Estado-naci¨®n y del desarrollo social inclusivo, a una versi¨®n renovada de islamizaci¨®n postestatal, que tiende a redise?ar las fronteras heredadas del periodo colonial. De ah¨ª el car¨¢cter transfronterizo de todos los grupos militarizados yihadistas.
De Somalia a Mal¨ª y de Kenia a Libia, los reg¨ªmenes vigentes no han podido, ni, quiz¨¢s, querido contener el peligro. La fuerza africana multinacional impulsada por Francia, que deb¨ªa entrar en acci¨®n a finales de julio, se encuentra a¨²n lejos de hacerlo. Ahora bien, sabemos que, desgraciadamente, las ¨²nicas batallas que se pierden seguramente, son las que no se libran.
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