En familia
A diferencia de sus vecinos Rafael Correa y Evo Morales, Ollanta busc¨® ser multilateralmente aceptable, especialmente por EE UU. Lo logr¨®, pero pag¨® un precio
En su juventud, en la d¨¦cada de los 50 del siglo pasado, Isaac Humala fue un marxista testarudo y decidido a quien los miembros del grupo comunista de estudios Cahuide (entre quienes se encontraba el a¨²n m¨¢s joven Mario Vargas Llosa) recib¨ªan con frecuencia para escucharlo hablar ¨C como record¨® d¨¦cadas despu¨¦s el escritor¨C ¡°infaliblemente de los ilotas de Grecia y de la rebeli¨®n de Espartaco¡±.
Con los a?os, don Isaac se hizo patriarca y ese cambio de condiciones objetivas, para decirlo con el lenguaje apropiado, modific¨® su visi¨®n del poder, sobre todo de c¨®mo llegar a ¨¦l.
Don Isaac se aboc¨® a preparar a sus hijos para que por lo menos uno de ellos fuera presidente del Per¨². Para ello, hizo que los dos m¨¢s aptos ingresaran al Ej¨¦rcito para empezar una carrera militar cuya culminaci¨®n deber¨ªa ser la presidencia de la Rep¨²blica.
Sus hijos, Ollanta y Antauro Humala, comandante el uno, mayor retirado el otro, se sublevaron juntos en octubre de 2000 contra el agonizante gobierno de Fujimori y Montesinos. Luego de entregarse al nuevo r¨¦gimen democr¨¢tico y ser prontamente amnistiados en diciembre de ese a?o, continuaron carreras complementarias en la milicia y desde la pol¨ªtica radical, que llevaron a Ollanta a rozar la presidencia en 2006 y a Antauro a la c¨¢rcel poco antes, luego de un putsch fallido en Andahuaylas.
Cinco a?os despu¨¦s, en 2011, don Isaac asisti¨® a la investidura presidencial de Ollanta, triunfador doblemente sorpresivo de la elecci¨®n presidencial, tanto por haberle ganado a la favorita Keiko Fujimori, como por hacerlo en representaci¨®n de los valores democr¨¢ticos triunfantes el a?o dos mil, a diferencia de su candidatura protochavista cinco a?os atr¨¢s.
Si el patriarca pens¨® que visitar a uno de sus hijos en Palacio de Gobierno y al otro en la c¨¢rcel, iba a ser una an¨¦cdota de corta duraci¨®n en la ¨¦pica del clan, pronto vio que ese no era el caso. Ollanta no indult¨® a Antauro y cuando este protagoniz¨® algunas insubordinaciones penitenciarias, autoriz¨® imponerle un inusual rigor carcelario.
Ollanta demostr¨® pronto darle mucho mayor importancia a la opini¨®n y el protagonismo de su esposa, Nadine Heredia, que a la del patriarca. La visi¨®n cumplida de don Isaac ¨C el hijo presidente¨C, pas¨® a ser una iron¨ªa. Ollanta no solo cumpli¨® su juramento de sostener y defender la democracia, sino adopt¨® las pol¨ªticas econ¨®micas mal llamadas neoliberales y se qued¨® con tecn¨®cratas que siguen, con pocas variaciones entre s¨ª, la rima y la m¨¦trica de la ortodoxia econ¨®mica multilateralmente aceptable.
A diferencia de sus vecinos Rafael Correa y Evo Morales ¨Cpor no hablar del impresentable Maduro¨C Ollanta busc¨® tambi¨¦n ser multilateralmente aceptable, especialmente por Estados Unidos. Lo logr¨®, pero pag¨® un precio.
Su hermano Antauro lo llam¨® traidor. Buena parte de sus bases populares se unieron al coro antaurista. Muchos congresistas de su partido renunciaron a la bancada y le hicieron perder la mayor¨ªa. Y una de las voces opositoras m¨¢s ¨¢cidas fue la del propio patriarca, don Isaac, que vio c¨®mo la llegada de Ollanta a la presidencia le cerr¨® al clan las puertas del poder.
Irreductible, don Isaac asegur¨® que cada uno de sus siete hijos es presidenciable. Con apenas una carta jugada, quiz¨¢ dos, el patriarca ratifica un optimismo aritm¨¦tico impermeable a la noci¨®n de que no se puede jugarle partidas a la Historia cuando uno quiere sino cuando esta lo permite.
Las familias, sus funciones y disfunciones, juegan un papel en la forma de ganar el poder en el Per¨² ¨Cvean si no el caso paralelo de Keiko Fujimori¨C. Tambi¨¦n en c¨®mo perderlo.
En su ¨²ltimo a?o en la presidencia, imagino que Ollanta Humala debe contemplarla como un oso polar el t¨¦mpano de hielo en el que navega rumbo al ecuador. Bajo una lluvia de cr¨ªticas, varias pertinentes, muchas exageradas, niveles de aprobaci¨®n en ca¨ªda constante, Humala habr¨¢ podido ver que gran parte de estas proviene de los sectores mejor favorecidos por su gobierno: los grupos adinerados y los medios que los representan, que sienten d¨¦bil a quien anta?o los asust¨® y no le perdonan, pese a la conversi¨®n, la derrota que les infligi¨® el 2011.
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