Una amigable contrarrevoluci¨®n en Cuba
La embajada de Estados Unidos en La Habana reconducir¨¢ sus v¨ªnculos con los disidentes
En aplicaci¨®n de la doctrina Obama, y contrariamente a los usos y costumbres, la nueva embajada de Estados Unidos en La Habana reconducir¨¢ sus v¨ªnculos con los disidentes, para prestar mayor atenci¨®n a la interlocuci¨®n con el gobierno cubano y al trabajo con las delegaciones que viajen a Cuba en previsi¨®n del levantamiento del embargo. Nuevos tiempos, nuevas prioridades, entre ellas una amigable contrarrevoluci¨®n interna. Los servicios de inteligencia de las oficinas diplom¨¢ticas de Cuba y Estados Unidos tuvieron barra libre durante el m¨¢s de medio siglo de conflicto bilateral y todo indica que seguir¨¢ siendo as¨ª, pero con una hoja de ruta adaptada a la inercia del deshielo.
El contacto de los disidentes cubanos con los jefes de la misi¨®n norteamericana en La Habana fue f¨¢cil y frecuente durante las presidencias del partido republicano y la diplomacia de cowboy, pero el nivel de acceso a los principales despachos de la embajada que inaugura el secretario de Estado, John Kerry, se redujo desde la distensi¨®n el 17 de diciembre: desde que Obama y el partido dem¨®crata llegaron a la conclusi¨®n de que la apuesta por la subversi¨®n y el activismo opositor era bald¨ªa, socialmente irrelevante en Cuba y causaba problemas en la relaci¨®n de Estados Unidos con Am¨¦rica Latina.
Previsiblemente, la nueva embajada ampliar¨¢ el n¨²mero de funcionarios consulares y t¨¦cnicos comerciales encargados de atender la multiplicaci¨®n de visitas tur¨ªsticas y culturales, de directivos de grandes compa?¨ªas americanas y de lobistas de los estados agr¨ªcolas interesados en el mercado cubano. A corto plazo, el objetivo pol¨ªtico del encargado de negocios, Jeffrey DeLaurentis, ser¨¢ mantener viva la distensi¨®n binacional hasta las presidenciales norteamericanas de noviembre del pr¨®ximo a?o, a ser posible consiguiendo nuevas cesiones cubanas en el campo de las libertades, para argumentar en campa?a que el embargo es una antigualla y el hist¨®rico envite del pasado a?o mereci¨® la pena.
Pero el acercamiento diplom¨¢tico y el cambio de prioridades no significan que la mutua desconfianza haya desaparecido. Ninguna de las partes ha bajado la guardia y probablemente el r¨¦gimen interior de la nueva embajada, al igual que el de Cuba en Washington, seguir¨¢ sujeto a las restricciones de seguridad de siempre. Tampoco terminar¨¢n la guerra de micr¨®fonos, los seguimientos y el espionaje del contrario sobre el terreno, pero se abre paso una interlocuci¨®n entre gobiernos de amplio espectro.
Hasta ahora las negociaciones se hab¨ªan limitado a los apagafuegos puntales, al di¨¢logo cuando lo exig¨ªan las crisis, y a la gesti¨®n de asuntos rutinarios: migraci¨®n, combate contra narcotr¨¢fico y aprobaci¨®n de sobrevuelos en casos de inter¨¦s com¨²n, como la detecci¨®n de huracanes.
Estados Unidos pretende aplicar el palo y la zanahoria en Cuba con m¨¢s inteligencia, seg¨²n confes¨® Hillary Clinton. Ayuda y sanciones, seg¨²n convenga. Sin marginar a los disidentes, pero sin incorporarlos a la sala de maquina de la nueva hoja de ruta, el equipo de DeLaurentis y los visitantes apadrinados por la nueva embajada tratar¨¢n de intensificar el di¨¢logo con todos los estamentos de la administraci¨®n y del Partido Comunista de Cuba (PCC). Para buscar entre sus filas al Gorbachov cubano, al hombre dispuesto a promover la econom¨ªa de mercado y el pluralismo pol¨ªtico. El gobierno de Ra¨²l Castro tambi¨¦n participa de la b¨²squeda pero con otras intenciones.
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