Los indignados brasile?os descubren un nuevo h¨¦roe
El rechazo de la corrupci¨®n y el aplauso al juez Moro han sido tan rotundos que han ahogado la cr¨ªtica a la crisis econ¨®mica
Entre las novedades de la nueva manifestaci¨®n de protesta contra el Gobierno de Brasil, celebrada este domingo? en los 26 Estados del pa¨ªs, lo m¨¢s significativo ha sido el que los brasile?os han encontrado un nuevo h¨¦roe. Han cambiado a su antiguo ¨ªdolo pol¨ªtico, el expresidente Luiz In¨¢cio Lula da Silva (considerado el nuevo padre de los pobres y que acab¨® su segundo mandato con un 85% de consenso popular) por el juez S¨¦rgio Moro, el Savonarola de la justicia, el hombre ara?a que est¨¢ poniendo al descubierto las v¨ªsceras de la corrupci¨®n pol¨ªtica y empresarial en la operaci¨®n Lava Jato.
Mientras la imagen del juez Moro campaba gloriosa en pancartas y camisetas (¡°Je suis Moro¡± o ¡°Moro no nos abandones¡±), Lula entr¨® esta vez con fuerza en la mira de los indignados, que lo presentaron como un mu?eco vestido de presidiario, o con alusiones mafiosas como la de ¡°El Jefe¡±, y con manifestantes rasgando la imagen de su rostro. Fue llamado hasta de ¡°traidor¡±, con rabia dolorida.
Estos dos hechos, este cambio de h¨¦roe, quiz¨¢s haya sido m¨¢s significativo que el grito de ¡°Fuera Dilma¡±, que reson¨® por todas las calles y plazas ocupadas por los manifestantes.
Que los brasile?os est¨¢n insatisfechos con el Gobierno, al que culpan de la crisis econ¨®mica que est¨¢ tocando el bolsillo de la gente, era ya evidente antes de las manifestaciones, puesto que las encuestan le dan un m¨ªsero 8% de aprobaci¨®n popular. Y esta era la tercera manifestaci¨®n nacional del a?o contra su gesti¨®n.
Lo nuevo es que, por primera vez, la gran apuesta de la sociedad brasile?a es la de la lucha contra la corrupci¨®n, contradiciendo a los que segu¨ªan defendiendo que Brasil se acomodaba con ella, ya que era algo consustancial con la idiosincrasia de este pa¨ªs, reflejada en el famoso jeitinho brasile?o (algo parecido a la picaresca).
Hasta el genial novelista, el fallecido Jo?o Ubaldo, ironizaba en sus cr¨®nicas sobre el tema. Dec¨ªa que era dif¨ªcil que la corrupci¨®n tocase la indignaci¨®n de los brasile?os ya que el sue?o de muchos de ellos era ¡°tener un corrupto en la familia¡± que aliviase sus apuros econ¨®micos.
Las manifestaciones del domingo han rescatado la conciencia contra la corrupci¨®n con su apoyo al juez Moro para que contin¨²e su limpieza ¨¦tica, encarcelando a los corruptos para que Brasil pueda ser un ¡°pa¨ªs decente¡±, dec¨ªan los indignados.
La embestida contra el h¨¦roe Lula, contra Dilma Rousseff y el partido de ambos, el Partido de los Trabajadores (PT), est¨¢ relacionada justamente con el descubrimiento del nuevo h¨¦roe Moro, que mantiene en la c¨¢rcel a figuras de relieve del PT, acusados no solo de haber usado dinero ilegal para financiar al partido sino de haberse enriquecido personalmente.
Lula, considerado no solo el fundador sino el alma indiscutible del PT, sin el cual, dicen, desaparecer¨ªa, se ve hoy arrastrado por la misma ola de indignaci¨®n popular contra la corrupci¨®n.
Si un d¨ªa Brasil se vest¨ªa del rojo del PT en las manifestaciones de calle, impensables sin su presencia, hoy los brasile?os han cambiado de color y han adoptado el verde y amarillo que domina todas las manifestaciones. Se dir¨ªa que Brasil ha encontrado el gusto de ser solo brasile?o.
Los analistas lo ven como un crecimiento de la sociedad y una importante toma de conciencia de que Brasil es m¨¢s que un partido por importante que este sea, como el PT, con su apoyo a las pol¨ªticas sociales y sus promesas de traer ¨¦tica a la pol¨ªtica.
Y es seguramente ese sentimiento de traici¨®n lo que se empieza a respirar cada vez con mayor fuerza en las manifestaciones y que ha tocado esta vez de lleno a su viejo h¨¦roe, el exsindicalista Lula.
No es f¨¢cil profetizar hasta d¨®nde llegar¨¢n esos sentimientos de disgusto contra la corrupci¨®n pol¨ªtica del hombre de la calle.
Pero ha sido tan rotundo el rechazo de la corrupci¨®n que hasta ha ahogado, en parte, las cr¨ªticas a la grave crisis econ¨®mica.
El futuro inmediato depender¨¢ ahora de si hay alguna fuerza pol¨ªtica que pueda heredar, con credibilidad, el legado del h¨¦roe hoy herido, pero que sigue vivo y puede a¨²n dar sorpresas.
?Y Rousseff? Lo que se dice es que ella es Lula. Respira por su boca. Ambos se salvar¨¢n o se hundir¨¢n juntos.
Por ahora, la calle tiene a¨²n mucho que decir y el joven y serio juez Moro (a qui¨¦n le cuesta re¨ªr, un h¨¦roe a las ant¨ªpodas del efusivo, carism¨¢tico y exuberante Lula) tiene a¨²n muchas telas de ara?a para arrancar, lo que hace temblar a Brasilia.
Mejor, pues, que el Gobierno y los partidos, as¨ª como el Congreso, no caigan en la tentaci¨®n de minimizar los gritos de los indignados que, en un pa¨ªs considerado como uno de los m¨¢s violentos del mundo, ha dado un ejemplo inequ¨ªvoco y admirable de no violencia, convirtiendo la dura protesta en una fiesta popular, muy a la brasile?a.
Y contra los no violentos, la fuerza del poder, o el poder de la fuerza, acaba siempre estrell¨¢ndose.
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