Legalmente corruptos
M¨¦xico sigue siendo un pa¨ªs de muchas leyes y poco Estado de Derecho
Cuando parece que el cinismo, la corrupci¨®n y el abuso est¨¢n llegando a un l¨ªmite, los mexicanos vivimos otro episodio que nos recuerda lo lejos que estamos de un pa¨ªs donde el Estado de Derecho est¨¦ por encima de caprichos e intereses personales. Ante el esc¨¢ndalo de la casa blanca que puso en evidencia el conflicto de inter¨¦s entre la Presidencia de la Rep¨²blica y grupo Higa, el presidente Pe?a Nieto reabri¨® la Secretar¨ªa de la Funci¨®n P¨²blica nombrando a un titular cuya credibilidad fue cuestionada desde el primer momento. ?Podr¨ªa un amigo y subalterno del presidente juzgar imparcial y eficazmente lo que para millones de mexicanos ha sido tan evidente?
Al momento de instruir a Virgilio Andrade como Secretario de la Funci¨®n P¨²blica y responsable de aclarar el caso, el presidente dijo estar absolutamente comprometido con la transparencia y la rendici¨®n de cuentas. Por ello orden¨® la investigaci¨®n para determinar si hab¨ªa conflicto de inter¨¦s en las obras p¨²blicas o contratos otorgados por dependencias federales a las empresas que celebraron compraventas de inmuebles con su esposa, con el Secretario de Hacienda y con ¨¦l mismo.
El presidente intent¨® que los mexicanos crey¨¦ramos que ser¨ªa una investigaci¨®n apegada a la ley pero fracas¨®
El presidente intent¨® que los mexicanos crey¨¦ramos que ser¨ªa una investigaci¨®n apegada a la ley pero fracas¨®. Primero, porque por definici¨®n, cualquier instancia u ¨®rgano responsable de evaluar al gobierno debe de ser aut¨®nomo. El primer conflicto de inter¨¦s es ser juez y parte. Un secretario del gabinete, subordinado del presidente, no puede juzgar al jefe, as¨ª de f¨¢cil. Segundo, porque la ley, lejos de sancionar se interpret¨® y utiliz¨® para solapar y encubrir desde el poder. Una vez m¨¢s se puso en evidencia lo vulnerable que es el Estado de Derecho al no existir instituciones confiables que obliguen a todos a cumplir la ley.
El Secretario de la Funci¨®n P¨²blica dej¨® claro que ni el presidente, ni su esposa, ni el Secretario de Hacienda son culpables. La investigaci¨®n y sus conclusiones dan se?ales de alerta. La conclusi¨®n es que M¨¦xico sigue siendo un pa¨ªs de muchas leyes y poco Estado de Derecho, en donde cualquier autoridad o funcionario p¨²blico puede incurrir en abusos y conflictos de inter¨¦s sin enfrentar ning¨²n tipo de consecuencia. La ley se puede interpretar y utilizar a su gusto y antojo. Buscamos combatir la corrupci¨®n sobre el cimiento de la impunidad. Ah¨ª la raz¨®n de nuestro fracaso.
La corrupci¨®n se ha convertido en una expresi¨®n cotidiana de millones de mexicanos entrelazados en una cadena interminable en donde peque?os actos tolerados una y otra vez, mentiras repetidas sistem¨¢ticamente y complicidades a todos los niveles hacen pr¨¢cticamente imposible resolver el problema con leyes e incluso reformas constitucionales. Si bien es cierto que los casos m¨¢s recientes nos recuerdan el tal¨®n de Aquiles de nuestras leyes y del sistema judicial en su conjunto, en realidad tendr¨ªamos que repensar la forma como funcionan los tres poderes empezando por el legislativo, pues es ah¨ª en donde se hacen las leyes que tan f¨¢cilmente se violan.
Dicen que un pueblo que elige corruptos no es v¨ªctima, es c¨®mplice. Por error u omisi¨®n, los mexicanos somos c¨®mplices de esta cadena interminable de corrupci¨®n. Los protagonistas de estas historias que tanto averg¨¹enzan y da?an al pa¨ªs son un reflejo de nuestra sociedad, de lo que valoramos y permitimos, de lo que toleramos y aplaudimos. Vaya espejo tan desafortunado. ?Nos parece inaceptable? Empecemos por romper la cadena en donde estamos parados. Ya basta de tanta hipocres¨ªa.
En un pa¨ªs donde las leyes reflejan el poder de quienes gobiernan en lugar de limitarlo, en donde se premia el compadrazgo por encima del m¨¦rito, en donde taparse unos a otros es la regla, no la excepci¨®n, en donde la justicia sigue siendo selectiva y la ley es capaz de justificar todo lo anterior; el veredicto final es contundente: somos legalmente corruptos (y c¨ªnicos, tal como escribi¨® el poeta Jos¨¦ Manuel Ruiz).
Qu¨¦ iron¨ªa, al tiempo que violan la ley, la utilizan para justificar su ¡°inocencia¡±. En pocas palabras, tenemos leyes que se ajustan a la medida de cada uno en el tiempo y forma que m¨¢s convengan a la autoridad. Abramos los ojos para darnos cuenta que la factura cuyo valor se aprecia m¨¢s r¨¢pido que el d¨®lar, est¨¢ a nombre de todos los mexicanos. El mayor riesgo es olvidar que la corrupci¨®n es la gasolina del populismo. Aunque no parezca, todav¨ªa se puede poner mucho peor.
Armando Regil Velasco es Presidente Fundador del Instituto de Pensamiento Estrat¨¦gico ?gora A.C. (IPEA). Twitter: @armando_regil
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