Las ¡°voces invisibles¡± del conflicto colombiano

Joaqu¨ªn Canoles no volvi¨® nunca m¨¢s a la escuela despu¨¦s de que su t¨ªo fuera asesinado a palazos. Quienes se escondieron en el monte, como ¨¦l, y lograron salvarse de la masacre que el 14 de octubre del a?o 2010 acab¨® con la vida de 15 campesinos, tuvieron que abandonar Macayepo, un lugar enterrado en el norte de Colombia. Ese d¨ªa el sal¨®n de clases donde estudiaba cuarto de Primaria qued¨® vac¨ªo. Su pueblo, tambi¨¦n. Las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), fueron las responsables.

¡°Mi t¨ªo sali¨® al camino y lo cogieron. ?l pregunt¨® qu¨¦ iban a hacer y le dijeron que lo iban a matar porque ¨¦l era colaborador de la guerrilla. Le dieron golpes en la cabeza y lo mataron¡±. Su relato forma parte del libro El derecho a la verdad de las v¨ªctimas y la sociedad, un documento impulsado por Unicef con el apoyo de la Embajada de Suecia, que busca darle voz a los ni?os y j¨®venes que han sido v¨ªctimas del conflicto colombiano, que dura ya m¨¢s de 50 a?os y ha afectado a m¨¢s de siete millones de personas.

¡°Yo no volv¨ª a estudiar. La escuela se cay¨®. La tumb¨® la soledad, todos nos fuimos y qued¨® eso, la soledad tumba casas¡±, cuenta ahora Canoles desde su condici¨®n de desplazado por la violencia.

Mario G¨®mez, abogado y autor del texto, repas¨® sentencias, leyes y consult¨® casos particulares para trazar un panorama sobre la importancia que deben tener en el proceso de paz que se negocia con las FARC desde hace casi tres a?os, los testimonios de las ¡°voces invisibles¡±, como ¨¦l llama a los ni?os y j¨®venes, que representan m¨¢s del 30% del total de las v¨ªctimas que ha dejado cincuenta a?os de violencia armada.

¡°Es una alerta para evitar la impunidad y lograr un proceso de perd¨®n real¡±, dice G¨®mez, quien destaca, por ejemplo, que en su investigaci¨®n encontr¨® que en el pa¨ªs tan solo se han dado dos sentencias condenatorias por casos de menores que fueron perjudicados por minas antipersona. Una cifra m¨ªnima frente los m¨¢s de 300 hechos en los que un menor result¨® herido por este tipo de artefactos, entre 1985 y 2012, seg¨²n el informe ?Basta ya!, del Centro de Memoria Hist¨®rica.

M¨¢s de dos millones y medio de ni?os han sido desplazados a causa de la violencia

Entre los testimonios tambi¨¦n est¨¢ el de Fierleidis, una menor de 14 a?os, que cuenta c¨®mo una noche las llamas acabaron con Machuca, su pueblo, ubicado en el departamento de Antioquia. Esa vez no fueron las AUC sino los guerrilleros del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN), quienes los obligaron a huir. ¡°Estaba durmiendo y sent¨ª calor. Me levant¨¦ y le pregunt¨¦ a mi mam¨¢ qu¨¦ estaba pasando. Se levant¨® y nos dijo que corri¨¦ramos, nos sac¨® de la casa y nos fuimos al monte¡±. Al volver, cuenta en su relato, todo estaba quemado. Ocurri¨® en la madrugada del 18 de octubre de 1998. El ELN hab¨ªa dinamitado un oleoducto, que provoc¨® un incendio en el que murieron de 84 personas y m¨¢s de 40 casas quedaron destruidas. La mitad de las v¨ªctimas fueron menores de edad.

La verdad de los ni?os

Seg¨²n el Centro de Memoria Hist¨®rica, m¨¢s de dos millones y medio de ni?os han sido desplazados a causa de la violencia, 154 desaparecidos forzosamente y m¨¢s de 150 asesinados en confrontaciones armadas en Colombia.

Para G¨®mez, es importante ¡°destacar que los menores tienen mucho que contar, pues han sido v¨ªctimas de este conflicto y tambi¨¦n tienen mucho que aportar para la construcci¨®n de paz¡±. Por eso, dice que ahora que en el pa¨ªs se habla de la creaci¨®n de una Comisi¨®n de la verdad, como parte clave de la justicia transicional, para que todos los actores del conflicto reconozcan sus responsabilidades, es fundamental reflexionar sobre cu¨¢l ser¨¢ el papel de los menores en un proceso que garantice la no repetici¨®n.

En el texto, el autor repasa casos como el de Carmen, una ni?a reclutada a los 14 a?os por las FARC y obligada a cargas fusiles y limpiar los machetes de los comandantes, que creci¨® y permaneci¨® contra su voluntad en el grupo armado y fue obligada a abortar en dos ocasiones. ¡°Me faltaba una semana para cumplir los ocho meses de embarazo. Como ya no se pod¨ªa con sonda, me abrieron el est¨®mago y me sacaron el ni?o. Era un ni?o. Antes de abrirme, me hicieron tomar unas pastillas para matarlo¡±, retoma G¨®mez una historia publicada en un diario nacional para retratar la crueldad de la guerra.

Roberto de Bernardi, representante de Unicef Colombia, quien acompa?¨® al autor del libro durante la presentaci¨®n reiter¨® la importancia de darle voz a los ni?os que desde cualquiera de las partes del conflicto ha sufrido las consecuencias. ¡°Su verdad es tan v¨¢lida como los adultos. Debemos o¨ªr tambi¨¦n sus historias¡±.