Hungr¨ªa vuelve a cerrar la estaci¨®n de Budapest a los refugiados
El ¨²nico de tren con exiliados que ha partido ha sido desalojado en una ciudad cercana
Hungr¨ªa se ha convertido en una trampa para miles de refugiados que, huyendo de Siria y otros pa¨ªses en conflicto, pretenden alcanzar la frontera alemana. La peor crisis migratoria despu¨¦s de la II Guerra Mundial se palpa en la estaci¨®n internacional de Keleti, en el centro de Budapest. Este jueves 2.500 refugiados continuaban acampados, en condiciones de miseria, en los andenes y los alrededores. Sin informaci¨®n y sin apoyo informativo o log¨ªstico oficial, cientos de migrantes fueron trasladados bajo enga?o a un campo de acogida cuando cre¨ªan viajar hacia Austria.
Keleti y sus alrededores son un enjambre de refugiados. Sus historias se repiten. Son sirios, dicen en su mayor¨ªa, y han llegado aqu¨ª despu¨¦s de varias semanas de viaje por Turqu¨ªa, Grecia, Macedonia y Serbia. La alcald¨ªa de Budapest ha instalado media docena de retretes port¨¢tiles en la plaza de la estaci¨®n, pero tanto estos como los fijos est¨¢n encharcados y huelen a orines.
Toda la zona desprende un hedor desagradable. Es un lugar ya insalubre donde se amontonan tiendas de campa?a y gente que vive entre desperdicios durmiendo al raso. Y hay muchos ni?os. Much¨ªsimos. Duermen en el suelo, sobre una manta o un edred¨®n, junto a sus padres y hermanos. A veces, ajenos a la tragedia que protagonizan, juegan al bal¨®n y disfrutan de los peluches que les han dado los voluntarios de Migration Aid, una organizaci¨®n local a todas luces desbordada que este jueves ped¨ªa a la ciudadan¨ªa sacos de dormir, agua, zumos, fruta y colchonetas de c¨¢mping. En las embajadas, de manera espont¨¢nea, se han generado grupos de apoyo. ¡°Necesitamos mantas. Las noches va a empezar a ser muy fr¨ªas¡±, dice un diplom¨¢tico espa?ol.
El desconcierto es general. A primera hora de la ma?ana, la polic¨ªa abandon¨® la estaci¨®n y cientos de refugiados se precipitaron a los andenes. Unos 300, entre forcejeos y ni?os empujados a trav¨¦s de las ventanillas, lograron entrar en un viejo intercity con destino a Sopron, localidad h¨²ngara pr¨®xima a la frontera con Austria.
Tras horas de espera, el tren, abarrotado, par¨® a solo 40 kil¨®metros, en Bicske, donde hay un centro de acogida. All¨ª, hubo m¨¢s forcejeos. Esta vez contra los polic¨ªas. No quieren quedarse en los campos h¨²ngaros. En Budapest, otros tantos segu¨ªan dentro de otro intercity en la creencia de que marchar¨ªan a Sopron. Finalmente, al mediod¨ªa, la polic¨ªa los desaloj¨® y ech¨® a todos de la estaci¨®n. El hacinamiento en el exterior fue a¨²n m¨¢s denso, a¨²n m¨¢s penoso. A veces, es dif¨ªcil no pisar a alguien al caminar por la plaza o la explanada inferior que une la estaci¨®n con el metro.
Fuera, la familia Mahir (padres y cuatro hijos) descansaba este jueves sobre un edred¨®n extendido en el suelo. Am Nur solo tiene diez a?os, pero parec¨ªa entretenida jugando con sus hermanos peque?os de siete y cinco a?os. Rahma, la mayor, de 13 a?os, permanec¨ªa sentada, modosa, con la cabeza cubierta, junto a sus padres. La familia proviene de la ciudad siria de Deir ez-Zor. Los seis mantienen en situaci¨®n tan dif¨ªcil un porte de dignidad, como tantos otros.
Los cinco campos de acogida h¨²ngaros solo tienen capacidad para un m¨¢ximo de 8.000 refugiados. Es una capacidad rid¨ªcula para la avalancha que llega a este pa¨ªs de menos de diez millones de habitantes. ACNUR calcula que ya han entrado m¨¢s de 150.000. Solo este jueves se sumaron 2.061, entre ellos 353 menores, seg¨²n datos policiales. Pero Budapest es una tr¨¢gica estaci¨®n de tr¨¢nsito.
Sobre una de las grandes paredes que hay en la entrada del metro, alguien ha escrito en grandes letras: ¡°Siria. SOS. Quiero ir a Alemania (por favor). Ay¨²danos, Angela Merkel¡±.
Un empleado de los ferrocarriles da explicaciones a los turistas. Son suizos, austriacos, alemanes... Aseguraba que no sab¨ªa cu¨¢nto tiempo quedar¨ªa cerrada la estaci¨®n. Por la tarde, limpia de refugiados, recobraba en parte su ritmo, pero segu¨ªan cancelados los convoyes hacia Austria y Alemania.
Los refugiados, parecen, sin embargo, decididos a permanecer en este lugar a la espera. Hungr¨ªa no quiere que se queden. El 66% de la poblaci¨®n h¨²ngara considera que los refugiados representan un peligro para el pa¨ªs.
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