¡°Por fin estoy en Alemania. Aqu¨ª no falta de nada¡±
700 refugiados acaban su viaje en Berl¨ªln, donde les esperan 70 tiendas de campa?a provisionalmente
Un largu¨ªsimo viaje termin¨® el lunes, poco antes de las tres de la tarde, para 300 personas. Una caravana de siete autobuses, escoltado por veh¨ªculos de la polic¨ªa y de la Cruz Roja, hac¨ªa su entrada en ese momento en el refugio de Spandau, un distrito al oeste de Berl¨ªn. Para muchos de ellos, este recorrido hab¨ªa comenzado meses atr¨¢s en pa¨ªses como Siria, Ir¨¢n o Afganist¨¢n. Algunos han tenido que recorrer a pie cientos de kil¨®metros, pagar un dinero del que carecen a las mafias de traficantes o soportar el maltrato de las autoridades h¨²ngaras. Pero por fin lograron su objetivo. Han llegado al pa¨ªs del que han o¨ªdo hablar maravillas. Ya est¨¢n en Alemania.
Los solicitantes de asilo que llegaron el lunes a Spandau miraban a trav¨¦s de las ventanas del autob¨²s sorprendidos por la expectaci¨®n que despertaban. Unas pocas familias de alemanes les esperaban para darles la bienvenida con unos aplausos. Algunos ni?os saludan sonriendo; otros se tapaban la cara por verg¨¹enza. Las huellas del cansancio eran perceptibles en muchos de ellos.
¡°Pensaba que nunca lo lograr¨ªa, pero lo importante es que estoy aqu¨ª. Ahora quiero estudiar para ser electricista. Y alem¨¢n, claro¡±, dice Alyounes Oubaida, un sirio de 23 a?os que lleg¨® el domingo. En la caminata de 40 kil¨®metros que emprendi¨® para salir de Hungr¨ªa se rompi¨® un tobillo. Ha tenido que esperar hasta pisar suelo alem¨¢n para que un m¨¦dico le pusiera la venda que ahora lleva en el pie izquierdo que cojea ligeramente. Y se queja, como tantos otros del trato recibido en Budapest. ¡°Alemanes, buenos. H¨²ngaros, no¡±, repite.
Los globos y guirnaldas colocados por los voluntarios como bienvenida no ocultan el aire marcial de este antiguo cuartel militar rodeado de alambre de espino. Hace tiempo que las mil plazas que ofrecen los cinco edificios no cubren las necesidades. Por ello se han instalado 70 tiendas de campa?a, cada una con 10 camas.
Pese a la afluencia masiva del domingo y el lunes ¡ªunas 700 personas en total¡ª, los responsables del refugio no se sienten desbordados. ¡°Est¨¢bamos preparados. Hemos tenido una repuesta excepcional de los vecinos. 900 personas se han ofrecido para colaborar¡±, asegura en uno de los pocos minutos que tiene libre la directora de la residencia, Yvonne Lieske. Los responsables del centro aseguran que las tiendas de campa?a son una soluci¨®n provisional ante la avalancha de refugiados, y conf¨ªan en encontrar una soluci¨®n antes de que comience el invierno. ¡°Tratan de ayudar, pero aqu¨ª no se est¨¢ tan bien. Por la noche empieza a hacer fr¨ªo¡±, asegura el paquistan¨ª Safaqet Al¨ª, que lleva diez d¨ªas en Spandau.
Los reci¨¦n llegados tardan poco en relacionarse con los veteranos. Nada m¨¢s bajarse del autob¨²s que le trae de M¨²nich, un ni?o se lanza directo a la explanada en la que unos chicos juegan al f¨²tbol, pero su madre le alcanza al vuelo y le obliga a ir al pabell¨®n en el que recibir¨¢n comida y agua y ser¨¢n registrados.
En el reparto de los refugiados que el Gobierno hace entre los Estados federados, a Berl¨ªn le corresponde el 5% del todos los que llegan a Alemania. ¡°Berl¨ªn puede acoger a m¨¢s. Es nuestro deber ayudar¡±, dec¨ªa el pasado viernes el alcalde de la capital, el socialdem¨®crata Michael M¨¹ller, que busca instalaciones deportivas donde instalar barracones o tiendas de campa?a donde instalar a los que est¨¢n por llegar.
La gratitud hacia los alemanes no oculta la inquietud de muchos de los que deambulan por las instalaciones. ¡°?Sabe c¨®mo puedo ir a Holanda. All¨ª tengo familia?¡±, pregunta al periodista un sirio que dice haber perdido todo por culpa de la guerra. ¡°No s¨¦ muy bien qu¨¦ voy a hacer aqu¨ª. Pero yo vengo de Peshawar, donde los talibanes bombardeaban las escuelas. Aqu¨ª no falta de nada. Seguro que voy a estar mejor¡±, responde desde el comedor el paquistan¨ª Imad Muhammad, que a sus 17 a?os ya ha tenido que separarse de su familia y recorrer solo ocho pa¨ªses en busca de un incierto futuro.
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