Brasil es un rompecabezas peligroso
Es un pa¨ªs a¨²n en construcci¨®n, y que se siente abrumado por la incertidumbre
Brasil parece en este momento un rompecabezas con las incertidumbres de la pol¨ªtica, la econom¨ªa, las intrigas a todos los niveles, incluso internacionales, las hip¨®tesis de futuro inmediato, y las sorpresas y sobresaltos de cada d¨ªa, a las que no damos abasto cronistas y analistas.
Todo se queda viejo en pocas horas. Una noticia niega a la otra, mientras los ¨ªndices econ¨®micos se deterioran r¨¢pidamente.
Es dif¨ªcil hasta ofrecer la informaci¨®n con imparcialidad a una sociedad dividida y enconada que, en este momento, observa y piensa m¨¢s con la pasi¨®n y el est¨®mago que con la raz¨®n pura de Kant.
Y es que el Brasil tropical y emotivo no es Suecia ni Jap¨®n. En su idiosincrasia quedan incrustadas herencias del pasado que a¨²n lo condicionan para bien y para mal. Es un pa¨ªs a¨²n en construcci¨®n, y que se siente hoy abrumado por la incertidumbre sobre su futuro y por la corrupci¨®n que desborda a todos los niveles, pero que no pretende renunciar a su porci¨®n de esperanza, una esperanza que aparece en los labios hasta de los que m¨¢s est¨¢n sufriendo los latigazos de la crisis.
Es un rompecabezas dif¨ªcil de resolver. Hace m¨¢s de 300 a?os hab¨ªa mapas confeccionados con piezas de madera coloreadas. Ahora, de las piezas dispersas y contradictorias de la pol¨ªtica actual, que es el coraz¨®n de la crisis, deber¨¢ aparecer la cara a¨²n desconocida del nuevo Brasil. Una imagen que se est¨¢ fraguando m¨¢s en las sombras del poder que a la luz de la calle.
En los primeros rompecabezas, que eran unos pasatiempos originales y elegantes, las piezas, desprovistas de pomos, no se ensamblaban entre si como en los puzles comerciales de hoy.
Los montadores deb¨ªan jugar con mucha atenci¨®n y cuidado porque bastaba un movimiento repentino para que todo se desbaratara.
Adem¨¢s, no contaban con una imagen que guiase al montador. Deb¨ªan trabajar s¨®lo con la referencia al t¨ªtulo que escond¨ªa la imagen a¨²n oculta.
El rompecabezas pol¨ªtico del Brasil actual se parece a aquel de entonces, dif¨ªcil de montar, al no poder contar con una imagen ya prefabricada. Se trata, en efecto, de adivinar qu¨¦ puede pasar en este pa¨ªs dentro quiz¨¢s s¨®lo de semanas o meses, en los diferentes escenarios que se est¨¢n barajando. ?Qu¨¦ Brasil, qu¨¦ Gobierno, qu¨¦ modelo econ¨®mico, que nuevas esperanzas o nuevos nubarrones de crisis mayores, que nuevos gritos en la calle esconde ese rompecabezas actual?
Tambi¨¦n las piezas de la crisis pol¨ªtica brasile?a se parecen a las de los rompecabezas que se escurr¨ªan entre las manos y no encajaban autom¨¢ticamente sino que estaban expuestas a desbaratarse al primer movimiento falso o precipitado de la mano.
El momento es dif¨ªcil y complejo. Puede estar en juego el futuro de este pa¨ªs-continente; puede estar a la puerta la vuelta de la pobreza para muchas familias o la desilusi¨®n de volver atr¨¢s de los que ya se hab¨ªan subido al tren de la prosperidad. Puede nacer de ella un pa¨ªs mediocre o resurgir m¨¢s pujante el gigante que, de adormecido, ha pasado a aparecer enfurecido y traicionado.
Puede estarse forjando un Brasil a¨²n peor pero tambi¨¦n otro mejor, con mayor responsabilidad individual y colectiva, m¨¢s moderno, m¨¢s rico y justo, libre de ideolog¨ªas y utop¨ªas que acaban a la postre empobreciendo la pol¨ªtica.
La imagen colorida y luminosa, o la ensombrecida y ennegrecida que saldr¨¢ de ese rompecabezas a¨²n inc¨®gnito depender¨¢ de la capacidad creativa y del esp¨ªritu republicano de los responsables de resolver la crisis, as¨ª como de la capacidad de humildad y coraje de reconocer errores y traspi¨¦s de quienes son los responsables mayores de haber conducido al pa¨ªs hasta la orilla peligrosa de la crisis. Incluso depender¨¢ de la retirada con un gesto de responsabilidad de la escena para permitir una mejor soluci¨®n de la crisis.
Si sacrificios y esfuerzos ser¨¢n necesarios para resolver ese dif¨ªcil rompecabezas, esos nunca deber¨¢n recaer sobre los artesanos que con sudor y trabajo labraron sus piezas. Sacrificios y recetas amargas deber¨¢n soportarlas y sufrirlas, sobre todo, aquellos cuya torpeza o ambici¨®n de poder les llev¨® a desbaratar la imagen positiva y alegre de que gozaba Brasil, para entregarlo al pillaje y a la corrupci¨®n, en un fest¨ªn cuyas cortinas la justicia est¨¢ abriendo con coraje y cuyo espect¨¢culo la sociedad contempla entre incr¨¦dula y esperanzada.
Lo que ya no le es permitido a Brasil es un suplemento de paciencia. Ese tiempo ha acabado. Cuanto m¨¢s se alargue y ensanche la crisis, cuantos mayores obst¨¢culos interpongan sus mayores responsables, m¨¢s cruel e injusta ser¨¢ la imagen que revelar¨¢ ese rompecabezas.
La responsabilidad es de todos, pero especialmente de quienes irresponsablemente empujaron el carro hasta las faldas del volc¨¢n. Esperar m¨¢s ser¨ªa ignorar que un volc¨¢n en erupci¨®n no avisa el d¨ªa ni la hora en que puede escupir fuego.
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