Linchaprensa
?Qu¨¦ pasa cuando la mentira es presentada como la defensa abnegada de la verdad y de la libertad de prensa?
Lima siempre se ha titilado con el esc¨¢ndalo. Pero ahora este es el n¨²cleo operativo de buena parte del periodismo y, tambi¨¦n de la pol¨ªtica. Igual que en otros lugares de Am¨¦rica Latina, quiz¨¢ m¨¢s, en el Per¨² la gente se informa mayoritariamente a trav¨¦s de la televisi¨®n de se?al abierta. Los noticieros compiten entre s¨ª por el rating, a trav¨¦s de un tabloidismo que ruborizar¨ªa a Rupert Murdoch y de repente hasta a Rebekah Brooks.
Tienen su estilo. Los reporteros y reporteras han desarrollado una locuci¨®n hiperventilada, con voz que roza el falsete y una prosodia con ¨¦nfasis arbitrarios como subrayando las delicias de lo equ¨ªvoco.
Ahora que tenemos en el Per¨² un gobierno extremadamente d¨¦bil, al que le dan como a pi?ata, el tabloidismo ya entr¨® a marcar la agenda nacional. Eventos recientes: la zozobra de la gente ante el crecimiento de la criminalidad, ha vuelto a despertar campa?as para linchar a delincuentes capturados.
Una iniciativa en Facebook se hizo r¨¢pidamente viral bajo el t¨ªtulo de Chapa tu choro [ladr¨®n, en peruano] y d¨¦jalo paral¨ªtico. En ese contexto, una jueza levant¨® la detenci¨®n provisional de 52 matones que hab¨ªan invadido una casa para desalojar a su due?o.
Indignado, un conductor de programas televisivos, Augusto Thorndike proclam¨® casi a gritos en su programa, un nuevo lema: ¡°Chapa tu jueza y d¨¦jala paral¨ªtica¡±. Cuando, seg¨²n parece, un productor le rog¨® que se calle, este repuso, ¡°?Es mi opini¨®n!¡±. Algo as¨ª podr¨ªa haber dicho el locutor de la radio hutu en Ruanda.
Otro canal, Panamericana, cuyo concesionario vive como fugitivo en Suiza desde que se descubri¨® un v¨ªdeo en el que es sobornado con un cerro de d¨®lares por Vladimiro Montesinos, sac¨® en un noticiero los preparativos de un linchamiento a un ladr¨®n capturado por airados vecinos de un barrio modesto.
Otro vecino, sin embargo, grab¨® discretamente en v¨ªdeo los proleg¨®menos y demostr¨® c¨®mo la periodista y los camar¨®grafos montaron toda la representaci¨®n, proporcionando incluso al ladr¨®n con la cara cubierta. Cuando la impostura fue descubierta en las redes sociales, el canal sac¨® un comunicado en el que afirmaba haber hecho leg¨ªtimamente una representaci¨®n dramatizada del linchamiento. Es que cuando uno es dramaturgo, no hay nada que hacer.
Milagros Leiva es una periodista que pas¨® de la prensa escrita a la televisi¨®n. Cuando un examigo del presidente Humala y de su esposa Nadine Heredia, Mart¨ªn Belaunde, escap¨® del Per¨² a Bolivia, huyendo de un arresto por corrupci¨®n, Leiva sorprendi¨® por el extraordinario acceso que demostr¨® tener con el fugitivo. Cuando este quiso fugar tambi¨¦n de Bolivia para evitar una inminente extradici¨®n, fue capturado en el Beni y entregado en la frontera por Evo Morales, nada menos, que orden¨® una investigaci¨®n sobre la corrupci¨®n que rode¨® la procelosa estad¨ªa de Belaunde en Bolivia.
Los fiscales bolivianos eventualmente informaron al canal donde trabaja Leiva [controlado por el Grupo El Comercio, el mayor del pa¨ªs] que esta hab¨ªa entregado por lo menos 30.000 d¨®lares ¨Cy probablemente 60.000l¨C a Belaunde. Leiva, que no hab¨ªa informado nada al canal, tuvo que renunciar. Pero apenas sali¨® contraatac¨®.
Dijo que hab¨ªa tenido que pagar los miles de d¨®lares ¡°como peaje¡± para ver ¨C con promesa de recibirlos ¨C unos documentos tan potentes que ten¨ªa Belaunde, que ¡°el gobierno se cae¡±, pero que la hab¨ªan estafado y solo le permitieron verlos. Acus¨® a Nadine Heredia, la esposa del Presidente, de haber sido quien en realidad la sac¨® del canal. Su caso, entonces, era uno de libertad de prensa y de lucha contra la corrupci¨®n. Su flamante abogado fue el anta?o defensor de Alberto Fujimori.
Pero result¨® que se revel¨® que el ¡°peaje¡± fue pagado despu¨¦s que ella regres¨® de Bolivia y no antes. Leiva tuvo tambi¨¦n que reconocer que ella ten¨ªa los papeles supuestamente capaces de derrocar al gobierno, aunque dijo que no los iba a hacer p¨²blicos hasta que su ¡®fuente¡¯ se lo permita.
?Qu¨¦ pasa cuando la mentira es presentada como la defensa abnegada de la verdad y de la libertad de prensa que la hace posible?. En La verdad de las mentiras, Vargas Llosa escribi¨® que ¡°en tanto que la novela transgrede la vida, [¡] para el periodismo o la historia la verdad depende del cotejo entre lo escrito y la realidad que lo inspira¡±. Expresar esa verdad de los hechos requiere muchas veces de gran valor e intrepidez (como en el caso actual de la gran Khadiya Ismayilova en Azerbaiy¨¢n) y tiene como enemigos no solo a los clept¨®cratas y tiranos sino tambi¨¦n a quienes trafican con la falsedad como certeza.
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