Todos los caminos conducen a Roma
El Papa ha trasladado su agenda social al coraz¨®n del capitalismo
Washington fue vista como la nueva Roma, a lo largo del siglo XX, cuando no se discut¨ªa la hegemon¨ªa de Estados Unidos, e incluso ahora cuando se pone en duda si el XXI ser¨¢ tambi¨¦n la centuria americana. Su imponente monumentalidad en el eje del Mall, que va desde el Lincoln Memorial al Capitolio, evoca esa imagen de ciudad imperial. La presencia, sucesiva, en la capital de EE UU de los dos l¨ªderes con m¨¢s seguidores del mundo, el papa de Roma, 1.200 millones de cat¨®licos, y Xi Jinping, que gobierna sobre 1.300 millones de chinos, invitados por Obama, que consolida su presidencia en su recta final, confirma que el mundo todav¨ªa se despacha en Washington.
El papa del Nuevo Mundo, l¨ªder espiritual pero tambi¨¦n pol¨ªtico, impulsor de una diplomacia global, y el primer presidente negro en la Casa Blanca, ambos hijos de inmigrantes, creyentes en el poder de la palabra, tratan las heridas abiertas del planeta: las migraciones, la desigualdad, la pobreza, el cambio clim¨¢tico. Todos los caminos conducen a Roma. El Papa verde, peronista para algunos, socialista para otros, viene de Cuba, donde p¨²blicamente no ha hecho pol¨ªtica. Pero fue intermediario clave para lograr la apertura entre Washington y La Habana acabando con una pol¨ªtica fracasada de aislamiento que dur¨® 50 a?os. Un cambio de ¨¦poca y la recomposici¨®n de la relaci¨®n de EE UU con Latinoam¨¦rica. Y est¨¢ detr¨¢s del impulso final para lograr la paz en Colombia.
Con un lenguaje franco pero amistoso, el papa de las periferias del mundo, como lo califica el primer vaticanista estadounidense, John Allen, se dirige a los que se quedan en la cuneta. El l¨ªder del nuevo imperio romano, como lo bautiza la revista Time, ha trasladado su agenda social activista al coraz¨®n del capitalismo: los ricos est¨¢n robando si no comparten su riqueza con los pobres. Exhorta a EE UU a que no permita que el dinero dicte sus decisiones a costa de la humanidad.
Francisco pidi¨® al Congreso, dominado por los republicanos, que rompa con el ciclo de polarizaci¨®n y utilice su poder para curar un planeta roto por la codicia, la desigualdad y la contaminaci¨®n. Muchos parlamentarios no daban cr¨¦dito a su discurso progresista, que incluy¨® la petici¨®n de abolir la pena de muerte. Solicit¨® dignidad y seguridad para los migrantes a EE UU, en un impl¨ªcito apoyo a las pol¨ªticas de Obama, ¡°porque nosotros, la gente de este continente, no tememos a los extranjeros, porque muchos fuimos alguna vez extranjeros¡±. El presidente, que ha mostrado su admiraci¨®n por el Papa, le ha pedido su ayuda para cerrar Guant¨¢namo, una de sus promesas incumplidas.
Concluido su parlamento en el Capitolio, la primera vez para un papa ¡ªhace solo medio siglo, John Kennedy, cat¨®lico, tuvo que asegurar que no recibir¨ªa ¨®rdenes del Vaticano¡ª, Bergoglio abandon¨® la pompa y se fue a comer a una iglesia cat¨®lica con un grupo de vagabundos. Otros tiempos.
fgbasterra@gmail.com
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.